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El escritor mexicano en Guadalajara el pasado noviembre. (Foto: Gerardo Zavala)
C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de abril 2010. (RanchoNEWS).- José Emilio Pacheco pasa unos días de doble desasosiego. Está intranquilo y preocupado por el grave estado de salud de su amigo del alma, el cronista Carlos Monsiváis. También le inquieta estar a la altura de sus predecesores, en especial de su querido Juan Marsé, en el discurso que pronunciará el próximo día 23, en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares al recibir el premio Cervantes. Una entrevista de Joaquim Ibarz para La Vanguardia:
Nacido el 30 de junio de 1939 en Ciudad de México, Pacheco está considerado una de las voces literarias más importantes de Iberoamérica; no sólo es un poeta excepcional, sino también uno de los mejores traductores, ensayistas y cuentistas de las letras hispanas. Tras un año de reconocimientos (hace unos meses recibió el Reina Sofía de poesía iberoamericana), dice que pese a los premios sigue creyendo en su visión sobre la poesía, definida en Carta a George B. Moore en defensa del anonimato: «Extraño mundo el nuestro: cada día / le interesan cada vez más los poetas; / la poesía cada vez menos».
¿Le impresiona tener que pronunciar un discurso en un acto tan solemne, ante los Reyes, en un recinto histórico?
Me impresiona, me cohíbe, me intimida, me aterra y todos los verbos relacionados. Nunca pensé verme en ese lugar y la responsabilidad me excede. Ya veremos si sobrevivo al 23 de abril.
Juan Marsé dejó el listón muy alto con su discurso en el 2009. ¿Su texto es un estímulo o un punto de referencia?
El discurso de Marsé es un modelo inalcanzable. No aspiro a superarlo ni a igualarlo. Marsé es un gran escritor. Lo admiro mucho. Además, se ha portado conmigo con una generosidad impagable.
¿Le cuesta redactar el texto?
Me cuesta un trabajo infinito. Imagínese la feroz ambigüedad a la que me enfrento: por una parte, cómo me atrevo a hablar de El Quijote y de Cervantes en España y, para colmo, en Alcalá de Henares. Por otra parte, soy el lector común para quien en última instancia escribió Cervantes y se escriben todos los libros. No tengo el privilegio del bilingüismo. Mi única riqueza es el idioma. Y en este sentido El Quijote es tan mío como puede serlo para los habitantes de Argamasilla de Alba.
Los medios de difusión mexicanos van repletos de noticias de hechos violentos del narcotráfico, con miles de muertos, corrupción, inoperancia de las autoridades. ¿Este estado de desánimo se refleja en su poesía más reciente?
Todo este horror en el México del 2010 me afecta más de lo que puede imaginarse. Como sabe, Joaquim, mis dos últimos libros se publicaron en el 2009, hace algunos meses. Usted fue el primero que se ocupó de ellos en La Vanguardia. De modo que no alcancé a imaginar, ya no digamos a expresar, lo que sucede hoy mismo, a la vuelta de unos pocos meses. Varias personas que aprobaron generosamente los versos de Cómo la lluvia y los poemas en prosa de La edad de las tinieblas me reprocharon, no obstante, mi pesimismo. Por desgracia, me quedé corto ante lo que sucede ahora. Es terrible.
José Antonio Pascual, presidente del jurado del Cervantes, dijo que «José Emilio Pacheco se puede definir como el idioma entero». ¿Cómo ha conseguido ese dominio de la lengua?
Es más que generosa la opinión de don José Antonio Pascual. Si bien he leído y escrito desde mi infancia, me falta mucho para dominar el idioma. Me entristece darme cuenta de que ya no tengo el tiempo que necesitaría para leer lo que no he leído y escribir cuanto no he escrito.
En un país tan influenciado por la cultura, la forma de vida y la vecindad de EE.UU., ¿el idioma español es una forma de identidad?
Nunca creí que un día iba a verme como tradicionalista y conservador, pero lo que sucede con el idioma en México es desolador. Acepto los neologismos, pero me alarma la destrucción de la sintaxis. Cito un ejemplo que ya habrá notado: desde hace meses pasa a toda hora en la televisión el anuncio de una adivina que dice: «Los planetas influye en tu destino». Ella cree que la concordancia se hace con destino. Y nadie parece haberlo notado, nadie la ha corregido. Imagínate la calidad de la educación que recibió esta mujer. Ya nadie dice buenos días sino buen día (good day), ni que le vaya bien sino que tenga usted un bonito día (have a nice day). Y ¿qué opinar de otra pesadilla del 2010 mexicano? Todo el tiempo la gente te dice, porque lo considera el súmmum de la modernidad, al final del día (at the end of the day). No se enteraron de que existen en resumen, en conclusión, a fin de cuentas y tantas otras expresiones.
Sabemos de su preocupación por el grave estado de salud de su amigo, el ensayista y cronista Carlos Monsiváis. ¿Qué significa para las letras mexicanas y como referente moral?
Me entristece mucho su enfermedad. Monsiváis, Sergio Pitol y yo somos amigos desde 1957. En estos días íbamos a recibir los tres juntos el doctorado de la Universidad de Guadalajara. Espero que se reponga de esta grave enfermedad que, injustamente, no proviene del alcohol ni las drogas sino de su amor a los gatos. Yo creí conocer bien su obra. Cuando me pidieron el discurso para su premio de la Feria del Libro de Guadalajara, me di cuenta de hasta qué punto desconocía muchos de sus libros y la grandeza de su obra. Monsiváis está en un gran momento. Acabo de leer su ensayo sobre el caos de la Ciudad de México, Apocalipstick, y su trabajo sobre el fotógrafo Armando Herrera. Son de verdad magníficos. Ojalá pronto pueda volver a escribir. No concibo la ciudad ni el país sin Carlos Monsiváis.
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