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La pirámide Paralelo 38, obra de Mauro Staccioli construida en lo alto de un monte que mira al Tirreno y a las islas Eólicas. (Foto: Luca Guarneri)
C iudad Juárez, Chihuahua. 15 de abril 2010. (RanchoNEWS).- «Yo regalo cultura y belleza a cambio de nada. Es un don que tengo, es mi naturaleza. Pero en Sicilia hacer eso es subversivo. Cuando no pides nada a cambio, los puercos no te pueden eliminar. Los políticos no te pueden censurar. La Iglesia no te puede frenar». Mientras baja de la mágica pirámide de acero que ha construido su amigo Mauro Stacciol en lo alto de un monte que mira al Tirreno y a las islas Eólicas, Antoni Presti va explicando su historia con palabras sencillas, sin la menor afectación. Con el aplomo del que sabe que ha ganado la partida. Una nota de Miguel Mora para El País:
Presti (Messina, 1957) lleva 30 años resistiendo. A los 21 decidió dedicar la fortuna heredada de su padre –un constructor que hacía autopistas y obras de acuerdo con los políticos locales y los capos de Cosa Nostra– a combatir al sistema mafioso de la isla. ¿Cómo? Invirtiendo en cultura. Su primer proyecto se llamó La fiumara d'arte (El torrente del arte). Consistía en levantar un parque de esculturas, el más grande de Europa, desde las montañas del Valle dei Nebrodi, cerca de Pettineo, el pueblo de su padre, hasta la costa norte de la isla.
Era 1982. Presti buscó la ayuda de los alcaldes de la zona, contrató a artistas italianos e internacionales y comenzó a instalar las esculturas donándoselas a los ayuntamientos. Una gran vagina simbolizaba el nacimiento del proyecto, que acababa en el cauce de un torrente seco con una monumental escultura blanca y negra, hecha de piedra caliza y lava, que simboliza la muerte.
Sólo unos meses después fue denunciado por construcción ilegal y apropiación indebida de terrenos. Los alcaldes exigían la demolición de las piezas. «Irónico, en un lugar donde todo el mundo construye desde hace décadas sin licencia y con comisiones ilegales muy reglamentadas», comenta Presti. El proceso penal duró 23 años. En 2007, finalmente el Supremo le dio la razón. Hoy La fiumara es legal, muestra una veintena de piezas de singular belleza, la región autónoma siciliana ha montado una ruta turística en torno a ella y Presti ha encargado a Staccioli una pirámide de hierro y acero al borde de un acantilado «para sellar la victoria y la paz».
La pieza se inauguró hace dos semanas con una gran fiesta de fin de semana que Presti celebró, a pocos kilómetros de allí, en otro de sus sueños cumplidos: el Art Hotel Atelier en Castel de Tusa , un delicioso pueblito marinero. Es un hotel pequeño, apenas 100 camas en 40 habitaciones muy especiales. De autor. Presti vació el edificio en 1990 y encargó la decoración de cada habitación a un artista distinto. Mario Ceroli, Paolo Icaro, Hidetoshi Nagasawa, Renato Curcio, Raúl Ruiz... La maravillosa habitación del profeta, dedicada a Pasolini, fue realizada por Dario Bellezza, Adele Cambria y él mismo. El ascensor está lleno de poemas de Presti, la recepción forrada de periódicos con las hazañas del loco agitador.
Durante los años duros, Presti recibió amenazas, bombas y el vacío total de sus vecinos. Lejos de rendirse, se fue a Catania y a Palermo, ciudades sin ley. En 1999, creó La Casa de los Artistas, 12 habitaciones de arte contemporáneo realizadas por artistas locales. En 2001 llevó a Catania en un tren a los mejores poetas italianos, de Sanguinetti a Erba y Portinari. Y en 2002 se metió de lleno en la boca del lobo, montando su fundación en Librino, ciudad dormitorio catanesa en la que apenas hay tiendas y donde viven 120.000 personas sin más futuro, parecía, que jugar en el equipo de calcio local o fichar por Cosa Nostra.
«Creamos la idea del Tercer Ojo, un museo-escuela de fotografía y arte. Fotógrafos y directores de cine vinieron a filmar y fotografiar el alma del barrio, a su gente; queríamos hacerles protagonistas, devolverles el derecho perdido a su ciudadanía, ayudarles a respetar su territorio, a encontrar su identidad y el orgullo a través de la belleza», explica Presti. «No me interesa el arte que es estética de la apariencia, sino la acción artística que toca y cambia la vida de la gente», añade.
La utopía del último mecenas italiano es hoy una realidad que abre camino a muchos niños, de Librino a Palermo. Quinientos de ellos han rodado anuncios reclamando su derecho a ser libres; otros 500 han bordado 500 banderas éticas, para ser ciudad; 2.000 han colaborado junto a sus madres y a una decena de artistas en la decoración del puente que divide el barrio en dos. «Las madres me decían: 'Es bonito, dottore Presti, es muy bonito, pero estos lo destruirán en dos días, ya lo verá'. El día que lo inauguramos les dije: 'Me dicen las mamme que lo vais a destruir enseguida. Podéis hacerlo. Pero sabed una cosa: al día siguiente nos pondremos a hacerlo otra vez. Y si lo tiráis otra vez, volveremos a hacerlo».
El espíritu es ése. A veces, basta un solo tipo para derrotar a un ejército y a una mentalidad.
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