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La actriz británica. (Foto: France Press)
Ciudad Juárez, Chihuahua. 4 de mayo 2010. (RanchoNEWS).- Menos famosa que su hermana Vanessa, pero igualmente dotada de un inmenso talento, Lynn Redgrave ha fallecido a los 67 años dejando tras de sí una dilatada carrera en el teatro, el cine y la televisión de ambos lados del Atlántico. Un portavoz familiar ha confirmado hoy su muerte –acaecida el domingo en la noche–, a menos de un mes de la desaparición de su hermano Corin y un año después de la de su sobrina Natasha Richardson, a resultas de un absurdo accidente de esquí. Todos ellos integraron una de las más reconocidas dinastías de actores británicos, inaugurada por esa leyenda de las tablas que fuera Michael Redgrave, el padre de Lynn, de Corin y de Vanessa, el abuelo de Natasha y también de Joely Richardson, quien permanece como continuadora de la saga. Una nota de Patriciaz Tubella para El País:
La pequeña de los tres hijos de Michael Redgrave y Rachel Kempson, nació en Londres en 1943. Lynn se estrenaba en las tablas a los 19 años con la obra shakesperiana El sueño de una noche de verano. Su temprana solidez como intérprete le procuró papeles en varias películas de los sesenta, entre las que destacan Tom Jones y sobre todo Georgy Girl, que en 1967 se traducía en una primera nominación a los Oscar en calidad de actriz principal. Tuvo que esperar 32 años para que la Academia de Hollywood volviera a incluirla entre las designadas, en esa ocasión por su papel secundario en Dioses y Monstruos. A pesar de que nunca consiguió alzarse con la estatuilla dorada –de nuevo, a diferencia de Vanessa– aquella segunda aparición en la ceremonia de Los Angeles subrayaba todo el reconocimiento que, sobre todo los americanos, han brindado a esa figura de la gran pantalla y, en primer lugar, de la escena.
Porque Lynn Redgrave mereció hasta tres nominaciones a los Tony teatrales por su protagonismo en las piezas Mrs Warren' profession, Shak y The Constant Wife, esta última una obra que mostraba a la actriz ante el reto solitario sobre el escenario. Reeditó la experiencia con Shakespeare For my father, obra interpretada en clave de homenaje al progenitor y a su oficio. Un único matrimonio con el también actor John Clark (cuyo origen entremezcla raíces americanas y británicas) asentó su trabajo en Estados Unidos, donde se convirtió en un nombre perenne de la cartelera de Broadway, a pesar de sus intermitentes escapadas al West End londinense. No sólo compartió allí protagonismo con Vanessa en Las tres hermanas (Londres, 1991), sino que en la tierra de adopción de Lynn ambas se atrevieron a llevar a la pequeña pantalla la adaptación de ¿Qué fue de baby Jane?, una devastadora disección de las relaciones filiales. Aquel doble pulso interpretativo (encarnando a dos hermanas que se odian), si bien cargado de cierto morbo, aparecía precisamente como una contraposición a los fuertes lazos que siempre las unió en la vida real. Corin era el querido y mimado integrante del trío.
En la década de los noventa, el público americano, acostumbrado entonces a las apariciones televisivas de Lynn Redgrave (en series como House Calls), apreció su regreso a la gran pantalla y por la puerta grande de la mano de la producción australiana Shine (1996). Dos años después vendría Dioses y Monstruos, película repunte de una carrera luego interrumpida cuando a la actriz se le diagnosticó un cáncer de mama en 2003. Un año antes, la reina de Inglaterra le había concedido la orden del imperio británico (OBE). Tan sólo catorce meses atrás, la prensa consiguió captar varias imágenes de la actriz con un aparente buen aspecto físico, aunque devastada a raíz de la muerte de su sobrina Natasha. Sus tres hijos acaban de confirmar que ya entonces Lynn Redgrave estaba luchando contra los estragos de una enfermedad que el pasado fin de semana extinguía su estrella.
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