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La ministra de Brasil. (Foto:Bernardino Avila)
C iudad Juárez, Chihuahua, 18 de noviembre 2011. (RanchoNEWS).- La funcionaria vino a la Argentina a cerrar una serie de acuerdos bilaterales que refuerzan la sensación de estar ante un momento en el que el protagonismo debe y puede pasar por Latinoamérica. «Los desafíos son muchos, es un reto importante», define. Una entrevista de Silvina Friera para Página/12:
Desde la cuna respiró cultura. Los ojos de la niña que fue se acostumbraron a mirar con «naturalidad» a Vinicius de Moraes, Manuel Bandeira y Oscar Niemeyer, integrantes de una familia amplificada por las afinidades electivas que se juntaba en el living de su casa. Ahora, la mujer comprometida con los desafíos de la gestión cultural ya no tiene tiempo para cantar. Apenas –dice– puede escribir letras. Anna Maria Buarque de Hollanda, la ministra de Cultura de Brasil (hija del sociólogo Sérgio Buarque y hermana de Chico Buarque), estuvo en Buenos Aires para firmar acuerdos bilaterales en áreas estratégicas como la creación de programas conjuntos de traducción de libros, el desarrollo de una biblioteca virtual con obras de las «dos orillas», el intercambio de producciones artísticas y de experiencias de gestión y políticas culturales, entre otras cuestiones que buscan aceitar la integración regional. En el intercambio de figuritas con su par argentino, Jorge Coscia, quedó en primer plano la sinergia entre ambos países para potenciar la unión de América latina. La ministra plantea que la crisis europea es una oportunidad para alentar la reflexión sobre la soberanía de Latinoamérica y «dejar de mirar a Europa para volver la mirada hacia los países vecinos».
De un tiempo a esta parte, la mirada de Brasil se posa sobre la Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay para intentar trabajar directamente con los movimientos populares espontáneos, los ciudadanos, el gobierno y los pueblos autóctonos, en el sentido de ver lo común dentro de las diferencias», dice De Hollanda. Uno de los caballitos de batalla del programa brasileño «Cultura Viva», la acción más conocida como «Pontos de Cultura», está siendo replicado en la Argentina. Esta inmensa red de ciudadanos, instituciones gubernamentales y privadas, integrada actualmente por 3300 puntos de cultura, empezó durante el gobierno del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, «como un modelo de gestión mixta entre el Estado y las organizaciones civiles que respeta las identidades multiculturales de Brasil», aclara la funcionaria. El envión tecnológico ha sido también capitalizado. Los distintos actores sociales divulgan y comparten experiencias a través de una cuenta de Twitter que tiene más de 40 mil seguidores. En la agenda de las aspiraciones argentino-brasileñas figura la realización del MICA (Mercados de Industrias Culturales Argentinas), encuentro bianual que alternaría su sede entre ambos países.
«Los desafíos son muchos», subraya De Hollanda en la entrevista con Página/12. «Siempre viví en medio de la cultura, soy cantante, actriz, compositora. Ser ministra es uno de los retos más importantes de mi vida; he discutido política cultural desde la época de la dictadura. Como militante de la política, siempre participé de las luchas por una política cultural más inclusiva».
¿Logró más recursos, incrementar el presupuesto, que es lo que piden todos los ministros?
(Se ríe.) El presupuesto de este año –unos 1.600.000 reales– ha sido el mismo que el del año pasado. Para el próximo año está previsto que llegue a dos millones. Pero el presupuesto es siempre menos de lo que necesitamos; sucede con otros ministerios, como Educación, Salud o Ciencia y Tecnología. Todos los ministros nos quejamos por el presupuesto.
¿Por qué tiene un lugar protagónico la traducción de libros brasileños?
Hemos lanzado un programa de becas para traducciones hasta 2020, un estímulo para que los editores traduzcan literatura brasileña. El ministerio, por medio de la Biblioteca Nacional, está en contacto con editores de varios países, incluso de la Argentina, interesados en hacer traducciones. El interés por la literatura brasileña está creciendo porque el próximo año Brasil va a participar como país homenajeado en la Feria del Libro de Bogotá y en 2013 como país invitado de honor en la Feria de Frankfurt. En total están previstos unos ocho millones de reales para diez años –hasta 2020–, unos 700 mil dólares por año. Estamos trabajando en la internacionalización de la literatura brasileña; es una de nuestras prioridades y por eso el estímulo a la traducción, porque las otras artes, la música o el cine, tienen lenguajes que, más allá de las dificultades específicas, se comprenden.
¿Primero hay que traducir y después incrementar los intercambios entre los escritores?
Sí, tenemos mucho interés en invitar a escritores argentinos a nuestras ferias del libro, pero también que los autores brasileños participen en la Feria de Buenos Aires. Pero para que esto se pueda concretar es central la traducción de libros. Empezamos a hacer un mapeo de las ferias de libro en Brasil y hasta ahora llevamos contabilizadas 120 ferias, pero este trabajo continúa. Queremos generar un circuito de ferias y encuentros literarios para facilitar que los autores y editores brasileños y argentinos puedan participar. Las ferias del libro son muy importantes en muchas ciudades pequeñas donde no tienen librerías; entonces esos encuentros entre los libros y los autores son una fiesta importante, porque en muchos lugares la cultura sólo llega a través de la televisión.
Aunque la mayor feria del libro es la que se realiza en Porto Alegre, De Hollanda destaca la proyección que está teniendo la Fiesta Literaria Internacional de Paraty (FLIP), que comenzó en 2003 –nada menos que con Don DeLillo, Eric Hobsbawn, Julian Barnes y Hanif Kureishi como invitados estelares– y ubicó al país en el circuito de festivales internacionales de literatura. El proyecto de una biblioteca virtual argentino-brasileña avanza. El objetivo de máxima consiste en que todos los internautas del mundo tengan acceso al acervo de las bibliotecas nacionales de ambos países. El primer paso que dio Brasil fue la digitalización de la colección del historiador argentino Pedro de Angelis (1784-1859) –251 documentos entre manuscritos y mapas de la fundación de Buenos Aires–, que le vendió al emperador Pedro I de Brasil y IV de Portugal. «Nuestra Biblioteca ya tiene gran parte de su acervo de dominio público digitalizado y disponible», revela la ministra de Cultura. La agenda de cooperación mutua en el mercado del libro, pero también en música, cine y patrimonio cultural, no le da respiro a De Hollanda. «Ahora no estoy cantando; escribo letras, pero muy poco. Cantar me resulta imposible; es muy difícil ser ministra, trabajar entre doce y catorce horas por día, y llevar problemas a casa», resume la mujer que paladea cada minuto de la época más intensa de su vida.
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