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Salón de las Columnas, edificación que forma parte de la zona arqueológica de La Quemada, en Zacatecas. (Foto: Marco Santos)
C iudad Juárez, Chihuahua, 16 de noviembre 2011. (RanchoNEWS).-
Centros ceremoniales y astronómicos, o míticos lugares de culto a las deidades de la fertilidad, conforman el patrimonio arqueológico en Tamaulipas y Zacatecas, los cuales han perdido entre 90 y 50 por ciento de visitantes en lo que va del presente sexenio. Una nota de Mónica Mateos-Vega para La Jornada:
El alto índice de violencia que se registra en ambas entidades es ahora el factor más relevante que aleja a las personas de ese patrimonio, el cual también padece décadas de deterioro debido a la ausencia de programas de mantenimiento por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), según explican algunos de los arqueólogos que laboran en esos sitios.
Tamaulipas
Fundamental para entender la forma de vida de quienes forjaron en el norte del país la rica y vasta cultura que se estableció en el que hoy se considera uno de los puertos más importantes de América Latina, la zona arqueológica de La Flores, en Tampico, Tamaulipas, es hoy una de las más castigadas.
En el corazón del puerto, apenas a cuatro kilómetros del centro de la ciudad, se ubica una pirámide, la cual atraía en 2006 el entusiasmo y curiosidad de más de 7 mil personas anualmente.
El año pasado apenas llegaron 742 y durante el primer semestre de 2001 sólo acudieron 320, de acuerdo con datos proporcionados por el propio INAH, por conducto del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (Ifai).
«Es verdaderamente triste», expresan a La Jornada los arqueólogos Gustavo Ramírez Castilla y Sophie Marchegay, responsables del lugar construido por los huastecos que habitaron esta región entre los años 600 y mil 200 dC.
Si bien al descubrirse la zona estaba conformaba por al menos 21 montículos, éstos fueron destruidos en los años 20 del siglo pasado, cuando en los alrededores se construyeron casas para ricos petroleros extranjeros. Los investigadores calculan que 90 por ciento de las piezas prehispánicas que ahí se encontraban están ahora en colecciones privadas de Estados Unidos.
La pirámide de seis metros de altura y una base circular de 36 metros cuadrados fue la única que se conservó. Llama la atención que para su edificación se utilizó tierra, cal y arena apisonadas, sin utilizar la piedra, por lo cual su estructura es frágil ante la inclemencia del tiempo.
No se sabe a qué dioses estaba dedicado el templo que funcionaba en su cúspide, ni el tipo de ritos que se celebraban, pero en los años 40 se descubrió ahí la escultura de una mujer semidesnuda, con las manos sobre el vientre, portando un gran tocado, que probablemente representa a una deidad de la fertilidad.
«La violencia nos arranca también una parte de nuestra historia y del legado de los ancestros», añade Ramírez Castilla, quien recuerda que el crecimiento desmesurado de la zona conurbada de Tampico trajo consigo la destrucción masiva del asentamiento de Las Flores, donde las excavaciones han revelado material de importancia para la arqueología mexicana, en particular la escultura y la cerámica, dado que los huastecos eran excelentes alfareros.
En una amplia charla acerca del sitio prehispánico que la arqueóloga Marchegay ofreció al periodista tamaulipeco Ángel Nakamura, la especialista refiere que fue en 1942 cuando sus colegas Gordon Ekholm y Wilfrido du Solier realizaron las primeras excavaciones ahí, «sin embargo el sitio ya había sido destruido en gran parte por la construcción de las colonias Águila y Las Flores durante el auge petrolero de Tampico (1920-1950) y quedó un solo montículo en un pequeño lote de propiedad municipal usado entonces como basurero, lo que aceleró el deterioro de los vestigios».
En 1991 y en 1997 se realizaron trabajos de liberación, consolidación y restauración por parte del instituto, en colaboración con el ayuntamiento de Tampico. Al pie de la escalinata se hallaron dos entierros de igual número de parejas. Los hombres al parecer fueron sacrificados para acompañar en la muerte a las mujeres, pues se encontró en ellos una punta de flecha en el área del abdomen. De acuerdo con los investigadores, se trata de una costumbre funeraria común en la Huasteca durante sus últimas etapas prehispánicas.
El INAH y el municipio de Tampico instalaron la infraestructura necesaria para proteger la pirámide y abrir el sitio al público. Pero después llegó el olvido.
De acuerdo con datos del INAH, también proporcionados a La Jornada por el Ifai, Las Flores no tiene presupuesto asignado, su conservación se lleva a cabo con recursos provenientes «del gasto básico del Centro INAH Tamaulipas».
Zacatecas
La Quemada es la principal de las dos únicas zonas arqueológicas abiertas al público en Zacatecas, a sólo 35 minutos de la capital del estado. En 2006 recibió poco más de 56 mil visitantes, cifra que cayó hasta 36 mil 468 el año pasado. Entre enero y junio de 2011 habían acudido apenas 14 mil 393 personas.
Mientras que Altavista o Chalchihuites, sitio localizado a 229 kilómetros al noroeste de la ciudad de Zacatecas, e investigado en 1908 por Manuel Gamio, fue visitado por más de 13 mil personas en 2006, en 2009 llegaron sólo 6 mil 540 visitantes, y en el primer semestre del año registraba 3 mil 330 visitas.
Desde hace cinco meses, La Quemada está a cargo del arqueólogo Marco Antonio Santos Ramírez, ex director de la zona de Xochicalco, Morelos, quien espera repetir en el lugar zacatecano lo que logró en su anterior trabajo: rehabilitarlo y convertirlo en un atractivo sitio turístico.
Santos logró que Xochicalco pasara de ocupar el lugar número 30 en la preferencia del público al quinto. Pero sabe que la labor que le espera para conseguir posicionar la zona entre las más atractivas para visitar, «va a tardar algunos años».
Añade en entrevista con este diario que el alto índice de violencia en Zacatecas «ha ahuyentado a los visitantes. Una investigadora en Altavista tuvo que cerrar su proyecto, no sabe si continuará. A ello se suma la falta de mantenimiento, un problema que lleva décadas. Tanto La Quemada como Altavista han sido abandonadas, se han ido deteriorando, dan mal aspecto por más campañas publicitarias que se hagan pues, de acuerdo con la experiencia en otros lugares, lo que más funciona es la recomendación de boca en boca».
Proyecto de parque arqueológico
Información publicada en la revista Arqueología Mexicana indica que La Quemada es uno de los sitios sobre los que más han especulado historiadores y arqueólogos desde el siglo XVIII hasta la fecha. Se le ha relacionado con el legendario Chicomóztoc, lugar por donde se cree pasó la peregrinación mexica rumbo al Anáhuac. Pero también se le ha considerado «enclave teotihuacano, imperio tolteca, centro tarasco, bastión contra intrusiones chichimecas y capital de todos los grupos sedentarios» al norte del río Grande de Santiago, que nace en el lago de Chapala, Jalisco.
Los especialistas coinciden en señalar que se trata de un sitio donde se efectuaban rituales relacionados con el ciclo agrícola. Conformada por terrazas, cuenta con una calzada mayor, una plaza hundida llamada Salón de las Columnas, un juego de pelota y una pirámide de 12 metros de altura, la cual se distingue de otras por sus taludes casi verticales.
En la zona también hay un conjunto conocido como El Cuartel, otra pequeña pirámide de casi dos metros, la cual parece una versión pequeña de la anterior, en cuya cima se hallaron restos de un pequeño adoratorio de adobe que también contenía restos humanos, y una muralla.
La Quemada recibió en 2006 un presupuesto del INAH de 20 mil pesos, nada en 2007, 5 mil en 2008, 512 mil 863 en 2009 y 749 mil 218 el año pasado. Altavista recibió entre 2006 y 2010 poco más de un millón 600 mil pesos (datos proporcionados por el Ifai).
«Estamos metiendo recursos a nivel federal y del fideicomiso del Fondo Arqueológico», afirma Santos Ramírez, quien adicionalmente recibió 62 mil pesos entre 2010 y 2011 para elaborar el plan de manejo de la zona (también según datos del Ifai).
Añade que acaban de terminar en la zona un programa de empleo temporal «y falta por emprender un proyecto para conformar el Parque Arqueológico La Quemada, que tenga que ver con la conservación del sitio, pero también con una nueva forma de presentar la investigación, de una forma más moderna y acorde al paisaje; ese es el reto».
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