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El pianista estadounidense de jazz Fred Hersch. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 16 de noviembre 2011. (RanchoNEWS).- «Sé que algunos me miran como un bicho raro. Me da igual lo que digan de mí: no soy raro. Soy un milagro». Hersch, de 56 años, tiene motivos para sentirse agradecido. Uno de los contados músicos de jazz en reconocer públicamente su condición de homosexual, en 1986 le fue diagnosticado sida. En 2008 años más tarde, el virus viajó hasta su cerebro: «Si sólo hubiera acudido al hospital ocho horas más tarde no lo hubiera contado». En cuestión de minutos, Hersch entró en estado de demencia: «Estuve en coma durante dos meses, la mayor parte del tiempo, totalmente inconsciente. Tuvieron que atarme a la cama porque comencé a arrojar objetos, me pusieron metadona para tranquilizarme...». Una nota de Chema García Martínez para El País:
Para entonces, nadie podía estar seguro de si el pianista sería capaz de volver a comer o caminar por sí mismo: «Durante los ocho meses siguientes no fui capaz de ingerir comida, perdí la voz, no podía escribir ni hacer una llamada, no podía hacer absolutamente nada. Estuve sometido a diálisis, me practicaron una traqueotomía...».
A comienzos de 2009, los amigos del pianista recibieron una carta remitida por el susodicho. Después de un año «extraordinario, desafiante y aterrador», Hersch anunciaba su regreso paulatino a la actividad: «Me ocurrió algo curioso y es que empecé a recordar una serie de sueños que había tenido mientras estaba en coma. Eran sueños muy específicos, olores, visiones... De repente, sentí la necesidad de escribir una música basada en esas alucinaciones». Resultado de aquella experiencia es My coma dreams, un espectáculo multimedia.
Tres años después de su annus horribilis, Fred Hersch afirma tajante: «Se supone que yo no debería estar vivo en estos momentos, y eso marca. Me siento más fuerte que nunca. A mi edad, y después de todo lo que he pasado, me importa un comino lo que los demás piensen de mí».
Curioso: el maestro del 90% de los pianistas de jazz contemporáneos, de Brad Mehldau a Ethan Iverson (The Bad Plus), Bruce Barth o Rachel Z, se declara enemigo acérrimo de cualquier sistema de aprendizaje que no pase por la experiencia. «Yo aprendí tocando con otros músicos y escuchando discos y tratando de entender por mi cuenta de qué iba el asunto. Nunca he tenido un profesor». El futuro genio del jazz se estrenó tocando las melodías de los dibujos animados: «A los tres años tocaba en el piano las canciones de la televisión y a los 12 compuse mi primera sinfonía. Siempre he tenido un buen oído».
Incapaz de permanecer «ni un minuto más» en Cincinnati, en 1975 ingresó en el New England Conservatory de Boston, donde se quedó el tiempo necesario antes de trasladar su residencia al apartamento de Manhattan en el que reside desde entonces: «Cuando llegué a Nueva York decidí que iba a tocar todo lo que se me pusiera a tiro, y lo hice. Toqué con cantantes no demasiado buenos, por decirlo suavemente; en espectáculos para judíos, bodas, fiestas privadas, after hours... quería acumular experiencia. Hasta que me llamó Sam Jones. A partir de ese momento, todo vino rodado. Me recomendó a Art Farmer, que me recomendó a Joe Henderson, y este a Lee Konitz, Stan Getz, Charlie Haden...».
En 2006, Hersch se convirtió en el primer pianista en la historia del legendario Village Vanguard neoyorquino en actuar durante una semana sin acompañamiento: «Fue algo casual. Resulta que mis contrabajistas habituales tenían problemas con sus vuelos». Fred Hersch alone at the vanguard fue grabado de un tirón, la noche del 5 de diciembre de 2010: «Grabamos los 12 pases durante la semana pero, al final, lo que se escucha en el disco es el pase número 12 tal cual salió, sin cortes ni añadidos». El repertorio sorprende por su variedad: de las baladas «especialidad de la casa» –«es el test de tu carácter»– a los temas de inspiración brasileña y las composiciones originales con dedicatoria incluida (a Bill Frisell, Lee Konitz y Robert Schumann).
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