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miércoles, septiembre 05, 2012

Teatro / México: Alejandro Luna celebra 50 años de trabajo escenográfico con una muestra en Bellas Artes

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Pieza de la exposición. (Foto: Cortesía Museo Nacional de Arquitectura)

C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de septiembre  de 2012. (RanchoNEWS).- A Alejandro Luna le gusta conversar, pero se inquieta si lo hace por largo rato sin tener la posibilidad de fumar al mismo tiempo. Posa para la cámara fotográfica y pide que le enseñen la imagen. «¡Órale!» La cámara de video que registra sus palabras y sus gestos también llaman su atención. «A ver, a ver, ¿cómo es eso?» Se observa. «¡Qué chido!» Es un hombre gentil y cortés, al que no le gusta analizar su trabajo porque, dice, eso es asunto para el psicoanálisis. Su vida es el teatro y su interés es crear siempre con «ojos nuevos». Una nota de Alida Piñón para El Universal:

Por su trabajo es considerado uno de los escenógrafos más notables de México y el extranjero; Julio Castillo lo definió como «un hombre de teatro completo»; Ignacio Retes, «como el hombre más talentoso en el terreno de la escenografía en México»; y Vicente Leñero, en la introducción al libro Alejandro Luna: escenografía, cuatro décadas de teatro en México, escribió: «(Es) el mejor escenógrafo de México por unanimidad».

Su larga y fructuosa trayectoria lo ha llevado a realizar proyectos con Luis de Tavira, Hugo Hiriart, Paul Leduc, Ludwik Margules, Juan José Gurrola, Héctor Mendoza, y Alejandro Jodorowsky, entre otros. El teatro mexicano, se ha dicho, no se puede entender sin los trazos de Luna.

El ganador en 2001 del Premio Nacional de Ciencias y Artes, la mayor distinción que entrega el gobierno mexicano a los creadores, no se detiene en el pasado, la vida es el presente, como el teatro. Sin embargo, la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del Instituto Nacional de Bellas Artes le propuso hacer una exposición que diera cuenta de su quehacer artístico en 50 años, aceptó.

Con el título Alejandro Luna, cinco décadas de teatro, se presentará por vez primera una amplia muestra del trabajo creativo del reconocido arquitecto, escenógrafo e iluminador, –nacido en Coyoacán en 1939–, en el Museo Nacional de Arquitectura, que se encuentra en la parte superior del Palacio de Bellas Artes.

La exposición que se inaugura hoy, a las 19:30 horas, está integrada por un centenar de materiales entre fotografías, dibujos y videos, testimonios del efímero arte teatral; recopilación que no fue fácil elaborar porque «en México no nos gusta acordarnos» y poco se documenta.

«No todo lo que se hace en México se documenta, por ejemplo, hay imágenes que yo mismo tomé o buenos amigos fotógrafos. Además, el teatro ha sido retratado con close up a los actores, en muchas fotos no se ve nada de lo demás, quizá en esto sí puedo ser precursor porque algunos de mis alumnos aprendieron que si no documentan su propio trabajo nadie lo hará; en otros países cada teatro tiene sus colecciones, en México no nos gusta acordarnos», dice en entrevista con El Universal.

Un arte colectivo

Un día le preguntaron ¿por qué el teatro? «Porque sí. Un sí rotundo, arbitrario, difícil y gozoso». Hoy, dice: «A mí lo que me interesa es el teatro, no tanto la escenografía y la luz por sí solas. Me interesa mucho y me he dedicado a la arquitectura teatral, al edificio teatral, y el teatro es un todo. Creo que en la exposición lo que se ve son los actores, el trabajo de dirección, la crítica que se hizo después de la obra, lo único que no se puede ver es el teatro porque es efímero, vemos lo que quedó».

El creador ha participado en más de 300 puestas en escena, pero poco o nada se detiene a mirar su andar. «Es penoso, es como el psicoanálisis, lo ves y dices: ‘ay, mamá’, pero no saco conclusiones de eso, me estorbarían mucho para hacer lo que sigue. Para poder trabajar en esto, hacer una escenografía y luego otra y otra, uno tiene que olvidar lo que ha hecho y empezar de cero de nuevo. Que no sea consecuencia de lo bueno o malo de lo que ha sido lo anterior, sino empezar de nuevo, acercarse con ojos nuevos, como si fuera la primera vez, es más emocionante y no hay que pensar mucho».

Luna considera que el teatro es un arte colectivo, a diferencia de la pintura, la música o la literatura, cuyos hacedores «pueden hacer lo que se les pegue la gana» y es también el mejor modo de reflejar una época.

«Si ves las fotos (de la muestra) encontrarás un Fausto de 1965 ó 1966, con unos cohetes interplanetarios y unos trajes, con cosas extrañas, una obra con minifaldas, ¿por qué se usaban minifaldas?, porque eran los años 60, era la moda. El teatro, por ser un arte del presente tiene que convivir con la moda; el hombre estaba por llegar a la luna, entonces está puesto en ese contexto, eso no tendría lógica ahora, el teatro es de gente que vive una época, que habla de una forma y que interpreta una obra universal del pasado según su época. No tenemos modo de comprobar qué pasaría si se pusiera hoy así, porque no se puede traer eso al presente».

En 50 años de quehacer teatral, una cosa le preocupa y le sorprende a Alejandro Luna, en México no existe una sola escuela técnica donde enseñen, por ejemplo, mecánica teatral o iluminación o sonido o maquillaje o a hacer vestuarios.

«La enseñanza sigue siendo como en la Edad Media, el papá le puede enseñar algo al hijo, o el maestro, pero en esta época en la que hay que controlar un equipo de iluminación, que se debe manejar una computadora y que hay que saber traducir el manual que está en inglés, pues se necesita dónde estudiar, pero en la República hay uno o dos lugares que dan clases, es francamente ridículo, faltan muchas cosas en este país, pero dentro del área que a mí me interesa, esto es alarmante».

Luna también ha incursionado en la ópera, la danza, el cine y la televisión, aunque las dos primeras disciplinas las considera una forma de teatro, sólo que una es cantada y la otra es bailada. Él cuenta que en la actualidad se está dando una «intersección» entre distintas artes.

«Antes estaban los happenings, ahora los performances, las instalaciones, pero todo ha imitado al teatro. Creo que al fin se está dando la coyuntura de que se mezclen las cosas, que haya intersecciones entre el arte plástico, el teatro, la arquitectura, que se crucen y está bien, el chiste es hacer las cosas».

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