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El escritor mexicano. (Foto: Claudia Guadarrama)
C iudad Juárez, Chihuahua. 25 de febrero de 2014. (RanchoNEWS).- Desde sus años preparatorianos, Juan Villoro tiene una relación muy estrecha con El Colegio Nacional, cuando tuvo la oportunidad de escuchar a personajes como Salvador Elizondo, Octavio Paz, Jaime García Terrés y, por supuesto, el filósofo Luis Villoro, su padre, a quien se unirá a partir de hoy como miembro de la institución, escribe Jesús Alejo Santiago en Milenio desde la Ciudad de México:
«Por primera vez hay un padre y un hijo, gracias a que los dos hemos vivido bastante. El otro día, mi padre estaba sumamente burlón respecto a tener un hijo de la tercera edad, puesto que estoy a punto de entrar en esa categoría, lo que ha permitido que se dé esta circunstancia: hubo hermanos o esposos, pero es la primera vez que hay un padre y un hijo, lo que desde luego es significativo por el cariño que le tengo a mi padre, por lo mucho que admiro su trayectoria».
Don Luis Villoro ya se encuentra un tanto alejado de la institución, por su misma edad, sin embargo, más allá del honor que representa el pertenecer a El Colegio Nacional, el escritor y periodista no deja de reconocer que se trata de un espacio de trabajo centrado en el género de la conferencia, «uno de los más ricos y no siempre reconocidos de la cultura».
«La gente suele pensar que lo que se escucha en una conferencia perece de inmediato, pero yo recuerdo cosas oídas hace 20 años en conferencias que marcaron mi vida», asegura el escritor, quien fue propuesto por Rubén Bonifaz Nuño, Antonio Alatorre y Ramón Xirau para ingresar a la institución, inaugurada el 15 de mayo de 1943.
Para el autor de títulos como El disparo de Argón, Arrecife o El testigo, una de las características de la institución es que permite adelantar o presentar los asombros, los enigmas y los desafíos de su propia disciplina, pero en especial el tratar de meter en circulación ciertas ideas que forman parte de una mesa de trabajo, pero que ahora pueden llegar al público que lo escuche.
«Mi discurso de ingreso es sobre la influencia de Ramón López Velarde en la narrativa: se sabe de manera amplia de sus contribuciones a la poesía, es el autor más leído y discutido de México, pero se ha reparado menos en su impacto en la narrativa. Escribí la novela El testigo, que tiene que ver con la figura de López Velarde, pero también me interesa reivindicar a la prosa como una forma del discurso poético; algunas de las mejores páginas del idioma se han escrito en prosa, si pensamos en Onetti, en Rulfo, en Borges o en Cervantes mismo».
Para Juan Villoro la literatura y el periodismo son actividades indisociables, de ahí su interés por abrirle un espacio de reflexión a la crónica desde El Colegio Nacional, donde se aborde desde los Evangelios hasta cronistas contemporáneos, porque se trata de un espacio que también debe contribuir a la reflexión «sobre esa forma tan angustiada y presionada del arte que es el periodismo».
«Me preocupan algunas cosas, una muy marcada es el infierno de la repetición. A todo autor le sucede, por prolífico que sea, que de pronto se le empieza a acabar la fuente: las fuentes no son inagotables. Surge el fantasma de copiarnos a nosotros mismos. Un desafío muy grande es el de evitar esa reiteración... Recientemente incursioné en el teatro, un riesgo diferente, y es también una manera de ponerme a salvo de decir lo mismo», confiesa Juan Villoro.
Pero si de géneros se trata, también hay algunas decisiones que se convirtieron en dogma en el desarrollo profesional del escritor, como «no escribirás poemas»: es un lector permanente, porque no se siente con facultades para escribir poesía: «no se puede escribir de todo, ya bastante disperso soy».
Ceremonia de ingreso de Juan Villoro a El Colegio Nacional: hoy, a las 19:00 horas, en el Aula Mayor de la institución. El discurso de ingreso será contestado por Eduardo Matos Moctezuma.
La noticia en versión de Yanet Aguilar de El Universal
Todo indicaba que 2012 era el año de Juan Villoro: recibía el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por su extensa y versátil obra, y el sello Candaya publicaba Materias dispuestas: Juan Villoro ante la crítica, un libro que lo situaba entre los grandes de la literatura en español junto a Roberto Bolaño, Ricardo Piglia y Enrique Vila-Matas; pero llegó el 2013 y volvió, otra vez, a ser el año de Juan Villoro: recibió el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez por la solidez de su obra y trayectoria en el periodismo de México; y se anunció su ingreso a El Colegio Nacional. Hoy dictará su discurso de ingreso y compartirá institución con su padre, el filósofo Luis Villoro.
Juan Villoro, el escritor y traductor nacido el 24 de septiembre de 1956, es sin duda uno de los más importantes cronistas iberoamericanos y una figura imprescindible en el actual panorama literario de México. Su obra es objeto de estudio en la academia mexicana, norteamericana, española y francesa; ha generado estudios en universidades, tesis de licenciatura y doctorales, análisis críticos de variedad de estudiosos e incluso es protagonista de un DVD documental Villoro en Villoro, un trabajo de 31 minutos de Juan Carlos Colín en el que críticos y amigos de Juan –incluida su hija Inés, de diez años– hablan con el autor sobre su proceso creativo.
Es un escritor todo terreno: cultiva la novela, el cuento, el ensayo, la crónica, el teatro, el periodismo y los libros para niños; es un autor fundamental para entender el México de las últimas tres décadas, por eso su obra ha despertado el interés en otras naciones y ha empezado a ser traducida al francés, alemán, italiano, inglés y portugués. En Francia circulan cinco de sus libros, el más reciente, Arrecife, fue editado el mes pasado con un tiraje de 4 mil ejemplares. No así en Estados Unidos, donde apenas comienza su historia con la traducción de Arrecife.
«Curiosamente, la obra de Villoro no ha sido traducida al inglés como correspondería para el mejor narrador de su generación y ciertamente uno de los principales intelectuales públicos de la actualidad. Hasta donde sé, sólo su última novela Arrecife está por aparecer en inglés. Algunos cuentos también han sido traducidos por separado. Estoy seguro que no pasará mucho tiempo para que los editores y lectores de Estados Unidos comprendan la importancia de su obra y contribuyan al reconocimiento que ha recibido internacionalmente con premios como el Villaurrutia, el Herralde y desde luego, su muy merecido ingreso al Colegio Nacional», dice a El Universal, Oswaldo Zavala, profesor asociado del Graduate Center de la City University of New York (CUNY).
En una comunicación de ida y vuelta, como uno de los últimos libros de Juan Villoro a cuatro manos con el escritor argentino Martín Caparrós, las dos traductoras de sus libros en francés: Juliette Bárbara Ponce -quien además es su editora- e Isabelle Gugnon, comparten sus acercamientos al autor de El testigo, Los culpables, El libro salvaje y La casa pierde.
«Lo que me gusta es su genio para destacar lo absurdo y lo encantador de su país y traducirlo en unas narrativas llenas de humor y ternura», señala Ponce, quien ha hecho la traducción de Los Culpables y en colaboración con Isabelle Gugnon las de Arrecife y El libro salvaje. Justo, Gugnon agrega: «También su arte de las referencias escondidas a su vida, a los escritores que le gustan, a la música».
Las dos traductoras coinciden en que Juan Villoro tiene un estilo falsamente simple «cuando lo lees parece fácil, fluido, casi sin efectos especiales, pero al traducirlo descubres que es una trampa. Es un estilo muy trabajado, una simplicidad complicada», dice Juliette Ponce. Isabelle arremete: «Cuando uno lo lee, tiene la impresión de que va a ser muy fácil traducirlo, y pasando a hacerlo, se da cuenta de que Villoro tiene duende para utilizar palabras sencillas en castellano, que necesitan casi siempre una sabia adaptación al francés».
Obra que es materia de estudio
Oswaldo Zavala, quien junto con José Ramón Ruisánchez coordinó el libro Materias dispuestas: Juan Villoro ante la crítica, asegura que la obra de este narrador ha sido central en las producciones culturales de México en las últimas tres décadas y que su versatilidad al incursionar en múltiples géneros le ha permitido ocupar un lugar prominente en el campo literario como uno de los principales intérpretes de la realidad cultural y política en México.
«Villoro ha articulado uno de los mayores desmontajes del nacionalismo mexicano, y junto con pensadores como Roger Bartra y Carlos Monsiváis, nos ha enseñado a dilucidar críticamente la fuerza ideológica que insiste en la falacia de un ‘ser mexicano’ que esconde y borra las más perniciosas redes de poder en el país», afirma Zavala.
Alejandro Hermosilla Sánchez, filólogo español y profesor de la Universidad de Murcia, asegura que Villoro es un referente central entre la antigua tradición de escritores mexicanos y la nueva. «Ha sabido mirar las vanguardias, el pop y el rock, movimientos de masas como el fútbol desde la tradición introduciéndolos en ella. Naturalizándolos. Y al mismo tiempo ha sabido explicar a las nuevas generaciones los más importantes rasgos de la escritores de la Revolución y posteriores épocas».
Hermosilla reconoce en Juan Villoro una ventana para acercarse al México actual, una excelente puerta de introducción a partir del cual se podían rastrear diversas realidades con mucha mayor seguridad. «Villoro ha aportado transparencia, ética y seguridad para introducirse en México». Zavala dice que Villoro es sin duda uno de los principales referentes de todo académico que se acerque a los estudios mexicanos desde prácticamente cualquier disciplina, incluida la literaria y en particular sus cinco novelas. «Es claro que estamos ante una obra de crucial relevancia política junto con una altísima factura estética y formal, que sitúa a Villoro a la par de Monsiváis, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, Roberto Bolaño y Ricardo Piglia, por mencionar sólo a algunos de los escritores más afines a su proyecto literario».
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