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Los integrantes del Colectivo Chiquitraca pintan murales de gran formato en los muros de casas zapotecas en el Istmo. (Foto: Cortesía del colectivo)
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iudad Juárez, Chihuahua. 25 de febrero de 2014. (RanchoNEWS).- Con el lema «Pintar hasta explotar», Jomer, Gotha, Spot y Osnar Galo son cuatro artistas zapotecos, amigos, innovadores y creativos. Una nota de Diana Manzo para La Jornada:
Integran un cuarteto conocidos como Colectivo Chiquitraca, quienes mediante la creatividad personal y conjunta desarrollan el proyecto Ruta artística del Istmo con murales, con temática de homenaje a los ancianos zapotecas que han dejado una experiencia terrenal.
Entre risas y café, Gotha, fundador del colectivo, expresa que la idea de llamarlo Chiquitraca nació en una cena hace tres años. Todos coincidieron en que ese nombre se refiere a una palabra infantil, dulce y pegajosa además de típica del Istmo.
«Los chiquitracas son cohetes, así les llaman a los juegos pirotécnicos que se prenden en época decembrina y es típico de los niños y niñas. Simplemente nos gustó y desde entonces hemos expresado nuestro arte de grafiti para demostrar a la sociedad que es un verdadero arte y no es vándalos o personas viciosas», explican.
El Colectivo Chiquitraca nació el 27 de abril de 2011 y desde entonces acordaron implementar la ruta artística de murales en el Istmo, la cual consiste en pintar sobre paredes de casas tradicionales de las comunidades zapotecas de esa región, seleccionando los lugares y personas adultas mayores, hombres o mujeres, que han sido ejemplo de vida.
Revolución del arte
Para los «chiquitracas», el grafiti es una revolución del arte, el cual tiene sus orígenes en el continente europeo, y admiten que en México también se ha fomentado, como en el estado de Oaxaca y en la región del Istmo.
Los integrantes del colectivo son los pioneros y los únicos en crear obras de gran formato con la utilización de aerosoles y pinceles y así hacer murales para rendir homenaje y fomentar la cultura zapoteca.
Los artistas comentan que en otras culturas pensar en abuelos es sinónimo de «estorbos», «cansancio» y «asilo», mientras para los zapotecas significa «sabios», «mucha experiencia» y la «biblioteca más grande del hogar»; ante estas acepciones decidieron emprender la ruta de murales.
La ruta de los murales consiste en realizar 20 obras de gran formato de adultos mayores representativos de su comunidad, aquellos hombres y mujeres que practicaron un trabajo, oficio o profesión que dejó huella en la sociedad en que viven.
Los chiquitraca señalan que para la última etapa de la ruta de los murales que los cinco últimos murales completan una colección de 20 obras, han invitado a artistas como Soid Pastrana, César Martínez, Víctor Chaca y Sabino López, entre otros, quienes fusionarán sus conocimientos con los del colectivo y de ese modo resaltar aún más los murales.
Dicen que una vez terminados los 20 murales, se publicará un catálogo con la biografía de cada uno de los personajes, es decir, una narración de su vida y obra, un croquis de la ubicación de cada mural.
El catálogo se distribuirá por toda la región, el estado y en el ámbito nacional.
Unión Hidalgo, primera escala
La primera escala de la ruta de los murales, indican los artistas que integran el colectivo, fue la comunidad zapoteca de Unión Hidalgo, donde se pintó uno con la finalidad de rendir homenaje a «Na Rosita», indígena que toda su vida se ha dedicado a la venta de flores, pues es la primera en realizar esa actividad en ese lugar.
Fue en esa comunidad donde los chiquitracas plasmaron al segundo, tercero y cuarto murales, todos plasmando a mujeres y hombres que han dejado su experiencia a los demás.
Para concretar el quinto y sexto murales, trasladaron pinceles, cubetas, escaleras y aerosoles a la tierra juchiteca para rendir tributo a dos mujeres zapotecas, una cohetera y una artesana que confecciona abanicos de palma.
El valor de cada una de las obras y el gusto de los otros los recomendó para plasmar el séptimo mural, donde se dirigieron a la tierra de la inmortal sandunga, Tehuantepec.
Allí pintaron y rindieron homenaje al escritor tehuantepecano Antonio Santos Cisneros.
Retornan para el octavo y el noveno a tierras de Chicapa de Castro, donde una mujer emprendedora los cautivó por ser la pionera en elaborar el pan tradicional, al igual que el trovador Hermenegildo, considerado uno de los mejores artistas de la localidad.
El secreto de cada uno de los murales, según los Chiquitraca es el primer paso, el cual implica investigar el oficio de cada uno de los abuelos que serán homenajeados. Posteriormente analizan diversas casas con toque tradicional (construcción de adobe y teja), solicitan el permiso del dueño y comienzan a realizar el mural, el cual dura de cinco a siete días.
«Cuando realizamos el mural, nos turnamos en pareja, en ocasiones dos pintamos el fondo y el otro equipo el rostro. Todos aportamos nuestras ideas, somos expertos en lo que hacemos y sobre todo nos gusta, es una pasión que tenemos y la disfrutamos.»
En cuanto a costos, los chiquitraca detallaron que varían. Sin embargo, se necesitan entre 15 y 20 mil pesos, los cuales han sido aportados por ellos mismos o mediante patrocinios mínimos, porque dicen que esas obras forman parte de un proyecto que como colectivo quieren demostrar cómo se ama lo que se hace. Todo se puede concretar sin disponer de mucho presupuesto.
Respecto de los apoyos que el colectivo ha recibido, los chiquitraca de manera tajante expresan: «Todo lo que hemos logrado es por la recomendación de nuestro trabajo».
Coinciden en que tantos requisitos y elaboración de proyectos para obtener becas y apoyos es un obstáculo para el creador de cualquier índole.
«El artista no sabe ejecutar programas, apoyos; él plasma su técnica y termina su obra, esa es su función, lo cual hace difícil acceder a proyectos por su desconocimiento ante tanto requisito que piden las instituciones culturales», señalan.
Puntualizan que con esta ruta del mural, quieren demostrar a todos los gestores sociales y directivos de instituciones culturales, que el artista que sabe lo que hace, será siempre un artista exitoso; esa es la ley.
El Colectivo Chiquitraca ha recorrido varios estados y ha realizado sus murales, así como en mercados públicos del Distrito Federal, con el proyecto Marchante: un trueque con el arte.
Luego, en Cuernavaca, Morelos, realizan murales en el DIF Municipal y en la Escuela de Enfermería de esa ciudad.
Asimismo han expuesto en galerías de Juchitán y en la capital de Oaxaca; han participado con artistas de renombre internacional, los que han valorado que el grafiti es una forma de arte urbano y cultural.
En cuanto planes a futuro, los chiquitraca dicen que cuando terminen La ruta de murales del Istmo comenzarán a trabajar el tema de los muxes (homosexuales) de Juchitán con la misma temática de los murales, además de conjuntarlo con una exposición de óleos en gran formato para un museo en Londres, el próximo año.
Jomer, Gotha, Spot y Osnar Galo son cuatro jóvenes visionarios del arte, son considerados «los amos del grafiti en la región del Istmo», quienes tienen hambre de seguir creciendo y preparándose con la finalidad de que algún día tengan una escuela para enseñar y aprender el arte e impulsarlo como un medio de expresión para niños y niñas, jóvenes y adultos de la región.
«La vida del artista es sumamente difícil, pero querer es poder; ser artista no sólo significa obtener dinero y más dinero, sino dejar huella. Al artista se le recuerda y es noble; aquel ser humano que no tiene este concepto en su vida, simplemente no es artista, es un simple ser terrenal y los chiquitraca somos artistas».
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