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La actriz mexicana. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de marzo de 2015. (RanchoNEWS).- La tradición biográfica en México es de una muy corta data. Pasamos de las vidas ejemplares de los santos y vírgenes a las hagiografías del panteón de los héroes nacionales. Cambiamos de mitos recurrentes y ensanchamos el catálogo. Pero no llegaba la biografía.
Sin embargo, desde que Enrique Krauze incursionó exitosamente en este campo cuando trabajó los caudillos culturales de la revolución mexicana y a don Daniel Cosío Villegas, además de todo ese mecanismo de producción y difusión de biografías, impulsado desde la editorial Clío, en nuestro país se comenzó a escribir más en serio sobre la vida de mujeres y hombres admirados, odiados o que, según el criterio de la academia contemporánea, valdría la pena hablar.
El interés de los lectores demostrado por esas vidas y acciones de personajes constructores de la vida nacional promovió la aparición de biógrafos en la academia, pero también se ha convertido en materia de mercadotecnia. Unos dirán que no importa, con tal de que los mexicanos lean, que consuman lo que sea. Urgen opiniones y acciones al respecto.
Pero hoy no quiero amargarles el día. Que Celia del Palacio venga de tan lejos para que tenga que recetarse un discurso por la calle de la amargura no sería muy amable de mi parte que digamos.
Cierto es que nunca llegará a buen puerto la discusión para etiquetar en definitiva el trabajo del biógrafo. Pareciera que la historia y la literatura persistirán en su permanente choque, cual polos contrarios, donde se descalifican una a la otra y en medio de la controversia queda siempre el trabajo del biógrafo. ¿Es historia o es literatura? ¿Ambas y ninguna? ¿Cuál resulta con mayor valor?
La paradoja siempre me ha parecido verdaderamente inútil, sin embargo, no deja de alimentar enconos mientras que permite justificar la presencia de unos u otros discutidores dentro de las esferas periodísticas, literarias y académicas. Unos por vender, otros por justificar presupuestos y mantener su estatus de sapiencia y creatividad.
En un mundo positivista, tajante y seco hasta para gozar de la vida, darle vuelo a la ficción se aleja de la realidad… como si la realidad no pudiese ficcionalizarse… como si la ficción no fuese hija natural de la realidad misma.
Aclaro. Esto de la naturalidad filial se refiere a la facilidad con la que los seres humanos podemos caminar de lo real a lo deseado, de lo concreto a lo abstracto, de lo evidente a lo soñado.
Hace unos años, en una de mis clases en este Instituto pregunté ¿Qué es la novela? De vivir hoy, el psiquiatra alemán Alois Alzheimer, podría explicar por qué ya no recuerdo el motivo de esa pregunta. Una niña que pasó varios semestres por las aulas de la UACJ respondió con toda seguridad a mi pregunta: «Novela es un libro que habla de la realidad como si fuera ficción». Me da pena reconocer que fue lo único coherente que dijo en tres cursos que la pobre sufrió conmigo, pero me convenció su aristotélica definición y siempre la llevo donde voy. Y me refiero a la definición, la niña afortunadamente se dio cuenta que esto no era lo suyo y desapareció de la matrícula vigente.
Decía Thomas Carlyle que adentrarse en la biografía permite la vinculación entre los vivos y los muertos y que se requiere de un corazón abierto y cariñoso para aventurarse a escribirla. Leon Edel y François Dosse coinciden en la necesarísima admiración del biógrafo hacia el biografiado.
La veneración que tuvo Joseph P. Lash a Eleonor y Franklin Delano Roosevelt (Nueva York, 1971) se volcó en casi 800 páginas tan sólo para hablar de la vida en común de sus biografiados. En cambio, Isaac Deutscher (Londres, 1949) no tenía precisamente lo que llamamos admiración ni alegría por saber siquiera de la existencia de Stalin y aun así dejó casi 700 intensas páginas en uno de los ejercicios biográficos más brillantes del siglo XX.
Siendo así, me atrevo a corregirle la página a Carlyle y sugiero que se necesita un tanto y cuanto de apasionamiento, de obsesión por desentrañar todo lo posible con respecto a una persona que suponemos merece ser objeto de nuestros desvelos para que un grupo de lectores se convenza que debe conocer esos detalles, esos momentos que le permitieron a esa persona ser merecedora de nuestra atención, tanto como intérpretes de una vida ajena, como de lectores de esas intimidades.
Tampoco me cabe la duda que la biografía es solamente una de las formas historiográficas para expresar nuestra interpretación de la realidad. Si ustedes quieren del pasado remoto o del pasado inmediato, qué más da. Ahí tenemos otro conjunto de asuntos dignos de fuertes y prolongadas discusiones que nos permitirán inventar seminarios, coloquios, encuentros y quizá hasta tesis… a ver si los presentes se apuntan.
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Aspecto de la presentación de la obra en Ciudad Juárez en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración (ICSA) de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ). De izq. a der.: Margarita Salazar, la autora y Ricardo León. (Foto: Archivo)
Nadie puede negar el acercamiento emocional que tiene Celia del Palacio con Lupe Vélez. Para el lector es evidente que la autora de Holywood era el cielo sufrió de una profunda atracción por este personaje de la historia de la farándula.
Para animar al público que no ha pasado de los jueguitos electrónicos y las aventuras de Bob Esponja, de las películas rebosantes de efectos especiales y las nóminas multimillonarias, a que conozca un poco de los inicios del cine como industria de los sueños, como la declaraba el cineasta francés Georges Meliès, hemos de hablar un poco del tiempo donde se inserta la narración de Celia del Palacio.
Los mexicanos en Holywood no comenzaron con Emmanuel Lubezki, Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro y Carlos y Alfonso Cuarón. Ellos son solamente los que se nombran hoy. La lista es larga, pero aquí no hemos de hacer una escenita de nacionalismo patriotero cinematográfico antes de llegar a María Guadalupe Villalobos Vélez. Solamente hablaré de las mujeres mexicanas, de unas cuantas, que han llegado a ser consideradas como estrellas del cine estadounidense.
Nos remitiremos a ese Holywood de hace casi un siglo donde brilló Dolores del Río desde 1925 y por casi dos décadas. Fue contemporánea de Lupe Vélez en la industria norteamericana y ambas lograron dar el salto del cine mudo al cine sonoro. A Lupe ya no le tocó participar en la cinematografía a color… Se quedó en el blanco y negro.
Después de la desaparición de Lupe Vélez y el asentamiento de la del Río en el cine mexicano, Katy Jurado se dio a conocer en el cine mexicano, lo que le permitió el salto a Holywood y a la sucursal europea de esta industria, para concluir en México.
Contemporánea a nosotros y sin el brillo actoral de Dolores del Río, Lupe Vélez y Katy Jurado, por ahí sigue circulando Salma Hayek, ahora más como nota periodística que como actriz… Pero todo se vale.
Las leyendas mexicanas contemporáneas suelen autoconstruirse. A partir de la masificación de los medios de difusión, la tarea para inaugurar un culto a la personalidad se fue facilitando en grado sumo. Ahí tenemos la imagen de Pancho Villa, por ejemplo, lanzada al mundo a través del periodismo y del cine. Una estudiosa de los fenómenos periodísticos es, ni más ni menos, Celia del Palacio, con quien ahora compartimos el espacio y a cuya salud está dirigida esta reflexión. Ella sabe muchísimo más de estas cosas.
Lupe Vélez comprendió muy bien que su recorrido por Holywood y su permanencia en las marquesinas de los cines en el mundo o de los teatros en Broadway dependían de sus relaciones con los medios de comunicación. Hoy todavía podemos encontrar miles de fotografías, cientos de entrevistas e imágenes de anuncios en los que, como todo buen producto de la industria del espectáculo, Lupe Vélez debía participar.
Pero no se trata, ni se trataba, solamente de dejarse fotografiar, de pasar interminables horas posando hasta lograrse la mejor toma, la más favorecedora. El dicho, la palabra, siempre han sido fundamentales para que la prensa sea el medio de construcción de esas mitificadas vidas. Lupe habló siempre de sus intimidades, reales o no, como lo hacen hoy y lo seguirán haciendo las fulgurantes estrellas del espectáculo. El morbo que se alimenta con ello, la ansiedad que se crea para estar al día en cuanto a los minutos y las horas, los días y las noches de estos seres permanentemente bajo escrutinio público, muchas veces tienden a ser la materia prima de los biógrafos.
Duro es el trabajo de quien decide dedicarse a la biografía. Encontrar, discriminar materiales, llenar huecos, entender cambios… Holywood era el paraíso es una muestra de lo que se puede hacer con todo ese mundo de material y, al mismo tiempo, una muestra de que no importa que tan lejos o cerca esté el resultado de lo que llamamos ficción y literaturidad: es nuestro puente al pasado para entender mejor a las personas, a las épocas, a las sociedades que nos antecedieron y con ello, hemos de valorar los cambios y las continuidades. Es una forma de saber en dónde y cómo estamos hoy.
Les invito a acercarse a la vida de Lupe Vélez por medio de las letras de Celia del Palacio.
Filmografía
1944 Naná, Naná
1943 Mexican Spitfire's Blessed Event, Carmelita Lindsay
1943 Redhead from Manhattan, Rita Manners / Elaine Manners
1943 Ladies' Day, Pepita Zorita
1942 Mexican Spitfire's Elephant, Carmelita Lindsay
1942 Mexican Spitfire Sees a Ghost, Carmelita Lindsay
1942 Mexican Spitfire at Sea, Carmelita Lindsay
1941 Playmates, Carmen del Toro
1941 Honolulu Lu, Consuelo Cordoba
1941 El bebé de Carmelita, Carmelita Lindsay
1941 Madame La Zonga, Madame La Zonga
1940 Las trampas de Carmelita, Carmelita Lindsay
1940 La diablilla mexicana, Carmelita Lindsay
1939 The Girl from Mexico, Carmelita Fuentes
1938 Stardust, Carla de Huelva
1938 La zandunga, Lupe
1937 High Flyers, Juanita - the Maid
1936 Gypsy Melody, Mila
1935 The Morals of Marcus, Carlotta
1934 Hollywood Party, The Jaguar Woman / Jane in Schnarzan Sequence
1934 Strictly Dynamite, Vera
1934 Raza de bronce, Slim Girl
1934 Palooka, Nina Madero
1933 Mr. Broadway, Lupe Velez
1933 Hot Pepper, Pepper
1932 The Half Naked Truth, Teresita
1932 Kongo, Tula
1932 The Broken Wing, Lolita
1932 Hombres de mi vida, Julia Clark
1931 The Cuban Love Song, Nenita
1931 The Squaw Man, Naturich
1931 Resurrection, Katusha Maslova
1930 East Is West, Ming Toy
1930 The Storm, Manette Fachard
1930 Hell Harbor, Anita Morgan
1929 Tiger Rose, Rose
1929 Where East Is East, Toyo Haynes
1929 The Wolf Song, Lola Salazar
1929 Lady of the Pavements, Nanon del Rayon
1928 Stand and Deliver, Jania - a Peasant Girl
1927 The Gaucho, the Mountain Girl
1927 Sailors, Beware! (Short), Baroness Behr (uncredited)
1927 What Women Did for Me (Short), Bit Part
Celia del Palacio. Holywood era el cielo. La vida de Lupe Vélez. México, Santillana, 2014. ISBN 978 607 11 3320 5
Este texto fue leído en la presentación de la obra en Ciudad Juárez que se llevó a cabo en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración (ICSA) de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ); con la asistencia de la autora, siendo moderador Blas García, y con la participación de Margarita Salazar Mendoza.
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