La novela fue lanzada en 2008 por un sello independiente en EU y a los pocos días se vendieron todos los libros. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 8 de octubre de 2016. (RanchoNEWS).- «Hablo de las adicciones porque es el tema central de mi existencia. Soy un drogadicto recuperado, entonces tengo un deber y una responsabilidad de compartir mi fuerza, experiencia y esperanza a través de la literatura. El artista, ya sea underground o marginal, tiene una responsabilidad social, tiene un lugar de incidencia», señala Jonathan Shaw (Los Ángeles, 1953), autor de Narcisa, novela que editó un sello independiente de Estados Unidos en 2008 y a los pocos días de su lanzamiento, se agotó. Reyna Paz Avendaño reporta para Crónica.
Ahora, esta novela que colocó al autor como un heredero de Bukowski y como una de las plumas favoritas de Jonny Deep, Iggy Pop y Jim Jarmusch, es traducida al español por Rubén Martín Giráldez, a cargo de la editorial Sexto Piso. La historia narra el amor desenfrenado y adictivo que viven –entre Brasil y Nueva York– Narcisa, una joven adicta al crack, y Cigano, un adicto a Narcisa y a la poesía.
«Como vivimos en tiempos muy turbulentos y apocalípticos, es una tarea muy importante el compartir algo que tenemos, historias que puedan iluminar un camino que va pisando la humanidad. Los artistas tenemos el privilegio de iluminar ese sendero que hoy es oscuro (para muchos)», indica el escritor e hijo del jazzista Artie Shaw y la actriz Doris Dowling.
Shaw platica que la primera edición de Narcisa fue hecha en Estados Unidos por una editora chica e independiente, en 2008; después las críticas favorecieron la obra y ésta tuvo traducciones al holandés, francés y finlandés. «La traducción al español es muy buena, limpia y para esta edición con Sexto Piso, tuve tiempo de hacerle revisiones a la historia».
¿Qué cambios hiciste?, se le pregunta al autor. «Edité y edité el original. Fue un ejercicio que me despertó las ganas de alargar la historia, pero no cambiarla. Es decir, es la misma historia pero está más limpia, con más detalles…en esencia es la misma trama», responde.
Sobre por qué elegir una narración llena de emociones llevadas al extremo, Shaw comenta que cada escritor debe construir a partir de sus vivencias, premisa que aprendió de Charles Bukowski, quien en alguna ocasión le dijo que cómo podía crear literatura si no sabía nada de la vida.
«Creo que cada escritor escribe de una fuente y ésta tiene que ver con su experiencia. Yo soy una drogadicto recuperado, entonces mi literatura tiene que ver con mi experiencia y el libro Narcisa sale de ese lugar porque cada autor tiene su bagaje y si cada uno trata de escribir sobre algo que no tiene experiencia, entonces el resultado es un libro fútil. Cada uno escribe conforme a su conocimiento. En mi caso, sólo puedo compartir lo que sé».
Para el autor que conoció a Bukoswki, primero leyendo sus libros y después en Los Ángeles Free Press, destaca que su novela es producto del sufrimiento, porque sin ese sentimiento, ninguna adicción es posible.
«La protagonista Narcisa es una metáfora, es un arquetipo. El tema que abordo es la adicción. La adicción de las drogas tiene su raíz mucho más allá, es un estado de conciencia que muchos seres humanos deciden elegir. Esa dependencia que se crea con las drogas, se aplica también a la adicción de jugar bingo, tener sexo e incluso a la búsqueda de afectos, porque todo eso nace del sufrimiento», destaca.
La adicción es el lado oscuro de la condición humana, y en Narcisa la drogadicción es una metáfora para iluminar una tendencia común que tenemos todos los humanos, añade Shaw que durante su adolescencia entró al mundo del consumo de heroína y de la delincuencia.
¿En un libro autobiográfico?, se le pregunta. «Narcisa representa un lado mío y de todos, es un lado llevado al extremo absurdo e irreal, pero en el fondo ella representa un estado de conciencia en que todos nos podemos identificar, aunque está demostrado de una forma extrema»
Cuando Jonathan Shaw decidió alejarse de Hollywood, viajó a Centro y Sudamérica, en donde vivió varios años; también residió en México y en los años 70 del siglo pasado se convirtió en uno de los mejores tatuadores del mundo debido a que era un oficio apenas en creces. Finalmente Shaw se instaló en Río de Janeiro, Brasil, país en el que practica medicina tradicional con un grupo indígena de la selva amazónica y debido a la situación política, por el momento vive en Nueva York, donde a veces aún hace tatuajes.
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