El cantautor presenta su nuevo disco, You want it darker, el día en que se anuncia el Nobel a Dylan: «Es como ponerle una medalla al Everest», dice con admiración. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de octubre de 2016. (RanchoNEWS).-Leonard Cohen entra en la habitación con una gran sonrisa. Se mueve como flotando, con traje negro, camisa gris y sombrero borsalino. Cuando se acerca al micrófono para contestar preguntas, esa voz cavernosa y a la vez cálida y reconfortante inunda la sala. Su nuevo disco, You want it darker, acaba de sonar para la prensa internacional. Habla de amor, de despedida, del final de algo. Su música vuelve a lograr esa sensación envolvente, un vehículo para que el viejo sabio canadiense recite sus poemas. En la portada aparece Cohen con ese traje y ese sombrero, gafas de sol, asomado a una ventana como si estuviera de viaje y fumando. Un momento, ¿no había dejado de fumar? «Hay tipos de los que no te puedes fiar», responde. Pablo Ximénez de Sandoval reporta desde Los Ángeles para El País.
Cohen enseñó su nuevo trabajo este jueves por la noche en la residencia del cónsul de Canadá en Los Ángeles, California. En las últimas horas todo alrededor de este álbum tiene aroma a despedida de un hombre de 82 años con las fuerzas mermadas, aunque en plenas facultades artísticas. En una larga entrevista en la revista The New Yorker, publicada el día antes, Cohen ha impresionado a sus fans diciendo: «Estoy preparado para morir». En la canción que da nombre al disco canta: «Hineni, Hineni (aquí estoy, en hebreo) / Estoy listo, Señor». Así que la primera pregunta es sobre su salud. «Dije que estaba dispuesto a morir. Creo que estaba exagerando. Me propongo vivir para siempre».
«Cualquier compositor, y esto lo sabe Dylan mejor que nadie, sabe que va a escribir canciones de todas formas», continúa Cohen. «Si tienes suerte, mantienes el vehículo sano y preparado a lo largo de los años. Si tienes suerte, porque tus propósitos tienen poco que ver con eso. Durar mucho realmente no es elección tuya».
La referencia a Bob Dylan viene a cuento. A nadie se le escapa que hace solo 12 horas el mundo de la música se vio sacudido por el anuncio de que el premio Nobel de Literatura de este año será para Dylan. En el ambiente está presente el hecho de que Cohen ha estado siempre en las quinielas para el día en que el comité sueco decidiera premiar a uno de estos dos poetas enormes que además cantan. El Príncipe de Asturias lo hizo en 2011. A Cohen no hizo falta preguntarle este jueves por el premio. «Voy a decir algo de que le den el Premio Nobel. Para mi es como ponerle una medalla al monte Everest por ser el más alto del mundo», dijo. Dylan es tan grande, según Cohen, que el premio es apenas un detalle, además de una obviedad.
«Suelo decir que si supiera de dónde salen las buenas canciones, iría allí más a menudo», contesta Cohen cuando se le pregunta por su rutina creativa. «Todo el mundo tiene su propio sistema mágico que utilizan con la esperanza de que abra los canales. Mi mente siempre ha estado muy desordenada, así que busco maneras de simplificar mi entorno. Porque si mi entorno está tan desordenado como mi cabeza, no podría ir ni de una habitación a otra. El sistema me funciona a mí, a pesar de tener que sudar cada palabra».
Los poemas de You want it darker vuelven a estar llenos de referencias religiosas, algo habitual en la música de Cohen. Dios es un personaje tan presente en sus canciones como sus amantes. Pero es solo una referencia cultural, explica. «Nunca me he visto como una persona religiosa, no tengo una estrategia espiritual. Ocasionalmente, siento la gracia de otra presencia en mi vida, pero no le doy una estructura espiritual. Este es el vocabulario con el que crecí. El paisaje bíblico me es muy familiar y es normal que utilice esos puntos como referencias. En un tiempo fueron referencias universales y todo el mundo lo entendía y lo repetía. Ya no es así. Pero sigue siendo mi paisaje. Intento asegurarme de que esas referencias no sean demasiado extrañas».
La aparente fragilidad física de Cohen contrasta con su actividad artística. «Quizá nunca ha sido tan potente», opina su hijo Adam, que ha producido el disco. «Está al tope de su poder. Sigue siendo, como él dice, un trabajador de las canciones». Cohen pertenece, como Dylan, a una generación que está desapareciendo después de cambiar el mundo e influir sobre la cultura durante medio siglo. «Está pasando muy deprisa», dice Adam Cohen. ¿Y quién los sustituye? «Lo más profundo que se hace ahora son algoritmos».
«Gracias por venir, amigos», se despide Cohen, después de hablar de la familia, de la vejez y de su religión y de regalar un poema recitado a los asistentes. «Espero que podamos hacer esto otra vez. Me propongo vivir hasta los 120 años».
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