C iudad Juárez, Chihuahua. 7 de mayo de 2022. (RanchoNEWS).- La muerte intempestiva de Carlos Fuentes en 2012, Día del Maestro, sorprendió al mundo, como todo lo que escribía o hacía en vida. La fecha, el 15 de mayo, el Día del Maestro, induce a recordar la importancia que dio en su obra a determinados días, fechas o años. Tiempos decisivos en que se decide o reorienta el curso de una vida, de un país o de la Historia. Fechas significativas en una biografía, que a su vez lo son para México. Ejemplo excepcional es La muerte de Artemio Cruz (1962), estructurada en este sentido, como un diario fechado de la vida de Artemio, recontado el día de su muerte o en que empieza a morir (abril 9 : 1959): el día de la traición a sí mismo, a los suyos, a la Revolución; los días que engañó, trepó en la escala social; el día de su nacimiento (1889: abril 9). Otro ejemplo notable, Cristóbal nonato (1987), ya no la gestación de la muerte y la agonía como en Artemio Cruz, sino de la vida, juega con varios tiempos y fechas, con todo un año. La novela gira en torno a una fecha, el 12 de octubre de 1992, en un futuro hipotético, y las conmemoraciones oficiales en torno al descubrimiento de América ( también el día en que nace Cristóbal). Fuentes, que selecciona fechas, les da significaciones, se vale de ellas para estructurar su narrativa, muere significativamente en una fecha de celebración nacional: muerte y fiesta.
Hace diez años murió Carlos Fuentes: de golpe se acortó su tiempo. En Tiempo mexicano (1971, cumplió 50 años en 2021), confió que el tiempo era una preocupación existencial y filosófica muy suya, ligada a la escritura: «Escribir es combatir el tiempo a destiempo: a la intemperie cuando llueve, en un sótano cuando brilla el sol. Escribir es un contratiempo». Escribió toda su vida, hasta que la muerte lo sorprendió con su inevitable punto final. El tiempo venció al creador de mundos, de personajes y al escritor polígrafo. Puso fin a la narrativa de su vida y lo más impactante, temido por él mismo, cerró para siempre «La edad del tiempo» que sólo él podía escribir.
El texto de Georgina García Gutiérrez Vélez lo publica Confabulario de El Universal