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Los veinte jóvenes son originarios de San Agustín Etla y asistieron al taller del 30 de marzo al 4 de abril. (Foto: Alonso Aguilar)
O axaca, México, 8 de Abril 2007. (Alonso Aguilar/Milenio).- Al interior de una miscelánea de San Agustín Etla, abarrotada de latas de conservas, cebollas y tomates, una niña de 13 años insiste al anciano que atiende el negocio: “Ándele, tío. Salga pa’ que le tome una foto. Un ratito, nomás”. Él responde: “Noo, mija. Mejor retrátame aquí mero, que se vea que a mis años todavía ando trabajando”. Resignada, la joven hace una mueca, aparta de su rostro un mechón de cabello y da dos pasos hacia atrás. Inclina su cuerpo. Toma su tiempo para enfocar y dispara. La luz dura deslumbra al tendero. “Ora sí me dejaste viendo estrellitas, mija”.
Igual que Rosario, la joven fotógrafa, otros 19 niños y niñas de 13 a 17 años, originarios de San Agustín Etla –población de los valles centrales de Oaxaca con una larga historia de migración hacia Estados Unidos–, tuvieron la oportunidad de formar parte del proyecto Photo Camp Oaxaca 2007, que desde 2003 National Geographic organiza cada año en distintos países y que ahora fue posible del 30 de marzo al 4 de abril, gracias al ayuntamiento municipal y al Centro de las Artes de San Agustín (CASA).
“El año pasado hicimos el Photo Camp en Uganda. Este año, uno de los temas a tratar es la migración entre México y Estados Unidos, por eso escogimos Oaxaca”, dijo a MILENIO la directora general del proyecto, Kirsten Elstner.
La imagen como introspección
A cada participante del campamento, National Geographic le proporcionó una cámara fotográfica digital profesional. Ed Kashi (Nueva York, 1957) y Marcela Taboada (Puebla, 1958), como maestros titulares, además de cinco fotógrafos invitados como ayudantes, enseñaron a los jóvenes reglas de composición y de encuadre, así como guías visuales para leer una fotografía. Les aconsejaron cómo mejorar el impacto que sus fotos causen en quien las aprecie y compartieron el uso de nuevas tecnologías.
Ninguno de los jóvenes que integró el campamento fotográfico había usado una cámara profesional; sin embargo, el aprendizaje fue fácil: “Aprendieron a utilizar la cámara y la computadora de manera rápida. Ellos intentan, experimentan, lo hacen. Lo difícil es enseñar a usar estas herramientas a gente de nuestra edad (risas)”, dijo la directora del proyecto.
Uno de los objetivos de Photo Camp es usar el arte como una terapia para ayudar a que niños de distintos países expresen las perspectivas y apreciaciones que tienen de su comunidad, de su familia y de ellos mismos: “Usualmente vemos las cosas a partir de la mirada de los adultos y es importante ver cómo ve la gente más joven”, comentó Elstner. Por eso, entre las actividades que los niños realizan durante el campamento están escribir una carta a algún familiar suyo en Estados Unidos y hacer retratos de su comunidad y de sí mismos. Estos ejercicios los “obligan” a hacer una introspección.
Elstner señaló que los niños de San Agustín son muy creativos, muy inteligentes, muy sensibles. Muchos de sus familiares han emigrado hacia Estados Unidos y trabajan allá. Este aspecto de la migración no se ve mucho en sus fotografías –porque son un retrato de la comunidad, de algo que admiran o les asombra– pero se ha notado en sus cartas. He leído sobre lo duro que trabajan sus familiares en Estados Unidos, del sacrificio que eso significa, de su admiración hacia ellos. Los jóvenes son muy conscientes de la migración, saben qué está pasando y extrañan a sus familiares, quieren que regresen. Hay algunos quienes desean reunirse con ellos en Estados Unidos, lo he leído en sus cartas.
Yo vivo en Washington y los niños con quienes he trabajado ahí están felices porque están con sus familias. Por decirlo de alguna manera, esos niños están un paso adelante de los niños de San Agustín, que extrañan a sus padres y quieren reunirse con ellos. Es un poco triste trabajar con estos niños porque extrañan a sus familiares y a sus amigos, lo dicen en sus cartas: quieren estar con ellos.
A propósito de este comentario, Marcela Taboada explicó que de los 20 estudiantes del campamento fotográfico “tres se dieron de baja precisamente porque sus padres los mandaron llamar. Ahora están con ellos en Estados Unidos”.
La directora del campamento se mostró sorprendida por el índice migratorio de oaxaqueños hacia Estados Unidos: “Es sorprendente cuánta gente en este pueblo ha sido afectada por la migración. Casi todos, desafortunadamente, tienen una historia qué contar al respecto. Digo desafortunadamente porque las políticas antimigratorias en Estados Unidos no ayudan a afrontar una situación real. Se debieran hacer las cosas más fáciles para todos”.
El último día del campamento, las fotografías hechas por los jóvenes fueron proyectadas en el CASA. El trabajo impreso será montado en el mismo centro de arte, para luego ser expuesto en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y “si el trabajo es interesante, lo reuniremos con el del resto del mundo y tal vez se publique en internet”, concluyó Kirsten Elstner.
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