El mensaje artístico es difundido por todos los medios. (Foto: Octavio Hoyos)M éxico, 13 de junio, 2007. (Jesús Alejo/Milenio).- Cada año, en Casa Vecina se han propuesta sacar a las palabras de la formalidad de los libros y compartirlos con quienes no siempre están cerca de ellos: llegan a las bolsas de pan, a los vasos cantineros, se distribuyen en globos y hasta encerrados en dulces, pero sobre todo se reparten como cualquier volante.
Se trata del programa Poesía y combate, que llega a su tercera edición con los mismos retos: enfrentar a la televisión, a los problemas educativos, a la inexistencia de los contenidos literarios en el imaginario colectivo, aunque más importante sea sumar esas palabras a «la vida cotidiana de la gente, un monstruo con múltiples actividades».
«Los retos ahí están y nosotros peleamos», asegura Antonio Calera-Grobet, coordinador del programa. «Lo que queremos es diversificar los contenidos, con lo que llegan las golosinas poéticas, la bicicleta y las nuevas playeras. La idea es ser siempre atractivo para la gente que nos encontremos en la ciudad».
En su historia se han repartido alrededor de 400 mil poemas en diferentes formatos, mediante brigadas conformadas por becarios de Telmex, siendo otro reto el traspasar de las calles del centro histórico de la Ciudad de México y meterse a las estaciones del Metro a repartir los poemas, con la idea de «pisar el acelerador a fondo, a ver dónde llegamos».
Una de las novedades de la tercera edición será una especie de módulo instalado sobre un triciclo, con el cual se hará una especie de campaña poética: con la ayuda de un altavoz, algunos jóvenes leerán poemas, mientras otros los entregan.
Además, diseñaron un cuadernillo con varios géneros –entre frases, acertijos, un juego de letras y poemas– para los alumnos de la Escuela Primaria España, a fin de ofrecerles a los maestros una herramienta de aproximación a los géneros literarios.
Las actividades de Poesía y combate inician hoy a las 16:00 horas –para concluir el sábado 16–, con la salida de la primer brigada de entrega masiva de poemas por el Centro Histórico, para continuar con la presentación de los «vasos comunicantes», las golosinas poéticas, la sopa de letras, estampado de sellos y toda una apuesta por convertir a la palabra, en especial a la poesía, en protagonista de la vida cotidiana de los capitalinos.
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