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Liu Li Tun, Beijing 2003 Nº. 1, obra de Rong Rong que se exponen en la Casa Asia de Madrid. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 12 de junio, 2008. (RanchoNEWS).- El fotógrafo Rong Rong retrata la despiadada transformación urbanística de China. Imágenes poéticas en los escombros. Una nota de Isabel Lafont para El País:
Un ramo de flores descansa entre las ruinas de un edificio demolido. Dos figuras humanas se acercan, como fantasmas, a los restos en medio de la noche. Esos mismos cuerpos desnudos yacen en un colchón. Luego, éste queda vacío. Cuando el artista chino Rong Rong (Zhangzhou, 1968) supo en 2002 que su casa, situada en el barrio pekinés de Liu Li Tun, iba a ser demolida, volvió el objetivo sobre sí mismo y convirtió la crónica de su expropiación en una metáfora de la despiadada transformación urbanística de China en la última década. Éste y otros relatos visuales pueden verse, hasta el 15 de septiembre, en la Casa de Asia de Madrid, en la muestra Rong Rong: el poder de las ruinas. Entre destrucción y construcción de la ciudad global.
Como muchos artistas de su generación, surgida a finales de los ochenta y principios de los noventa y que hoy invade las galerías y museos de Occidente, Rong Rong descubrió en la fotografía un medio ideal para la experimentación artística. Con la velocidad necesaria para captar los cambios que se sucedían a toda prisa a su alrededor. Pero no con «intenciones periodísticas», señaló ayer el artista mientras supervisaba la instalación de las obras. «La pérdida de mi casa fue una experiencia triste. Con este proyecto quería limpiar mis sentimientos».
La urgencia por explorar la metamorfosis del paisaje urbano de las ciudades chinas no se limita a los espacios públicos, sino que irrumpe también en la vida privada del artista. «Acaba siendo una exploración del yo, que se descubre en la gran ciudad, víctima de la soledad o de su individualidad», escribe Menene Gras, comisaria de la exposición, en La invención del presente. Representaciones de la vida cotidiana en la fotografía china contemporánea. En el caso de Rong Rong, él mismo, junto con su esposa, la artista japonesa Inri (firman muchas de las obras como Rong Rong & inri), cuentan su propia historia, al convertirse en modelos de sus fotos.
Rong Rong se instaló a principios de los noventa en la zona conocida como el East Village de Pekín, una comunidad de pintores, fotógrafos y artistas de performance que trabajaban en proyectos conjuntos (fue el primer fotógrafo que registró las actuaciones de nombres hoy tan conocidos como Zhang Huan o Ma Luiming). Quiso formarse como pintor pero nunca fue admitido en la Academia de Bellas Artes y, aunque se declara fotógrafo autodidacta, arrastra la fuerte influencia pictórica de la tradición artística china. «El arte chino es narrativo, cuenta, dice, pretende algo. Ellos no tuvieron a un Duchamp y no son tan víctimas de ese pasado conceptual que hereda el arte occidental», explicaba ayer Gras, horas antes de la inauguración de la muestra. Rong Rong no es una excepción. Siempre de la mano de Inri, se adentra en otras historias. Algunas también tienen que ver con la mutación de los espacios, como la que recoge en el proyecto We are here, realizado en el distrito 798, zona de antiguas fábricas militares reconvertidas en gigantescas galerías de arte. Un proceso tolerado por las autoridades chinas y que en Rong Rong es el reverso de la destrucción.
Otras historias (In Fujisan, Japan o In Bad Goisern, Austria), son experimentos sobre «la relación del cuerpo humano con la naturaleza», como explicaba ayer el artista en Madrid, al tiempo que mostraba orgulloso el folleto del Centro de Fotografía Tres sombras, fundado por la pareja. Un espacio diseñado por el arquitecto Ai Weiwei, que abrió sus puertas en 2007 y que en los últimos meses ha albergado al fotógrafo Alberto García-Alix en su programa de artistas residentes.