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«La poesía es una forma del entusiasmo que, a veces, en el tiempo, encuentra un límite vital». (Foto: Octavio Hoyos)
C iudad Juárez, Chihuahua, 24 de junio de 2008. (RanchoNEWS).- Poetas rindieron homenaje a un homólogo (uno mayor en toda la extensión de la palabra), a un trabajador infatigable del libro, a una presencia fundamental en las letras mexicanas: a Chumacero, en sus 90 años de vida. Una nota de Jesús Alejo para Milenio:
Se abren las puertas. Su imagen se observa al centro de la sala principal del Palacio de Bellas Artes. La poesía de nueva cuenta se apropia del escenario más significativo en la vida cultura y artística de México, gracias a la existencia y a la obra de Alí Chumacero.
Sólo tres libros conforman su vida literaria: Páramo de sueños, Palabras en reposo y Manantial de sombra, aun cuando no se arrepiente de tener pocos poemas, e infinidad de títulos construyen al poeta, al editor o al tipógrafo, a quien el próximo 9 de julio cumple 90 años de vida: «el mago de la poesía mexicana», como lo definiera en alguna otra celebración Octavio Paz.
El hombre que se pinta las ganas, según sus propias palabras, reunió a Dolores Castro, Carlos Montemayor, Jaime Labastida, Emmanuel Carballo y Eduardo Lizalde a su diestra y a su siniestra. Frente a él, amigos y lectores que prácticamente llenaron el espacio.
«Viejos y jóvenes», decía la única mujer en el homenaje nacional al poeta –con la presencia de Ney González, gobernador de Nayarit, y Sergio Vela, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes–, «recibimos de sus poemas palabras sabias, buriladas por la hermosura.
«En su trato y en su conversación apreciamos al hombre de imaginación poderosa, de palabras chispeantes: el domador de palabras en el poema, al hombre de palabra en el trato y en el compromiso», concluía Dolores Castro.
Como miembro de lo que Eduardo Lizalde llamó «una pasmosa generación de extraordinarios escritores y poetas mexicanos», los nacidos durante la segunda década mexicana del siglo XX, no tendría por que recibir reproches debido a su producción literaria, al final se trata de libros perfectos.
«Que conforman una lección creativa de conmovedora belleza y no tendría el autor por que recibir el reproche de la supuesta brevedad extrema del trabajo consumado, porque su obra no es más breve que la de Villaurrutia y otros maestros amigos de los Contemporáneos», a decir de Lizalde.
Al maestro, al trabajador de la poesía
Hasta el próximo 9 de julio, Alí Chumacero cumple las nueve décadas de existencia, pero la fiesta ya comenzó, la celebración de un verdadero maestro, «cuya generosidad es tan grandes como su falta de pedantería», de acuerdo con Emmanuel Carballo.
«Alí es una de las voces más limpias y trascendentes producidas en México en la segunda mitad del siglo XX. Poeta por vocación y disciplina. Su trayectoria es un ejemplo de responsabilidad; su obra evidencia el afán que lo lleva a cuidar hasta los más pequeños detalles del poema».
Chumacero suele compartir comidas y una que otra copa, seguramente varias, con Carlos Montemayor, a quien le correspondió ofrecer un retrato del poeta, del editor, del periodista cultural, del creador que orientó y discutió con jóvenes escritores, de ahí que lo señale como una «presencia fundamental en las letras mexicanas».
Pero más allá de sus aportaciones, de las múltiples facetas que definen al artista, Montemayor destacó al humano, al amigo, al vital: a quien se abre «paso en la euforia de la vida, con la energía que vivir requiere, con la pasión que estar vivo significa, con el entusiasmo sensual, oral, espiritual, que abrirse a la vida exige.»
Los tres libros que forman el espacio poético de Alí Chumacero son intensos como pocos en la poesía de lengua española, explicó Jaime Labastida: «Poesía que tiene una raíz amorosa; publicaciones aparecidas entre 1944 y 1956, para después venir el silencio».
Reconocimiento -que culminó con la participación de la Capella Cervantina, bajo la dirección de Horacio Franco-, a un hombre, como dijera Eduardo Lizalde, que «se encuentra de pie frente a nosotros, para seguirnos asombrando con la exactitud y la música originalísima de sus versos».
La poesía se apoderó del Palacio de Bellas Artes, al final, como dijera en una de sus participaciones don Alí Chumacero, el arte en general es una forma de «prestar un profundo sentido a la existencia».
Las palabras del vate
Sus palabras caminan con lentitud. Las disfruta como si estuviera en el ruedo a la espera del primer pase, como si tuviera frente a sí un manuscrito en el cual hurga, analiza, pero también disfruta como ese viejo corrector de estilo en el Fondo de Cultura Económica que no quiere dejar de serlo.
«En realidad, yo sólo he practicado el afán de hermanar el sentimiento y el rigor, a fin de mantener inalterable una vocación originada desde la adolescencia, fortalecida durante la madurez y siempre guiada a convertir en insólito lo cotidiano. La poesía es una forma del entusiasmo que, a veces, a través del tiempo, encuentra un límite vital».
Alí Chumacero no defiende la brevedad de su obra, pero sí advierte que la poesía, en general, es una experiencia relacionada con el impulso juvenil, «cuando la alteración afectiva adquiere su vigor más intenso y, sin éste, tal impulso se desvanecería.»
«El amor, la desilusión, el júbilo, la ira, son sus ingredientes naturales […]. Es una estratagema para evadir la soledad y dejar en el mundo un signo, que por compartido, resulte de aceptación general». Palabras del poeta.
La crónica de Yanet Aguilar Sosa para El Universal
Un momento del homenaje. (Foto: David Jaramillo / El Universal)
Si Alí Chumacero hizo una autodeclaración de las razones de su amor por la palabra y su firme empeño por hacer de ella la razón de su vida; su colega Dolores Castro dijo que la poesía del nayarita es sombra, niebla, noche, milagro, fuego, diamante, estrella y deslumbramiento, vida y muerte, pero sobre todo y ante todo «poesía, poesía y poesía».
Durante el Homenaje Nacional que le rindieron al poeta por sus 90 años de vida, en la sala principal del Palacio de Bellas Artes –que lució en todo su aforo– al que acudieron otros amigos como Emmanuel Carballo, Eduardo Lizalde, Carlos Montemayor y Jaime Labastida, Dolores Castro aseguró que la poesía de Alí es conciente y oscura «porque brota de preguntas fundamentales, cuya respuesta se expresa claramente en la oscuridad donde proceden y hendidura desde donde se vislumbra algo nuevo».
El escritor, editor, tipógrafo y maestros, nacido en Acaponeta, Nayarit en 1918, ha llegado a la conclusión de que el artificio del poeta siempre ha sido hacer creíble lo increíble y hacer inverosímil lo creíble. «Yo sólo he practicado el afán de hermanar el sentimiento y el rigor a fin de mantener inalterable una vocación originada desde la adolescencia, fortalecida durante la madurez y siempre guiada a convertir en insólito lo cotidiano».
Después de que Emmanuel Carballo dijo que Alí es una de las voces más limpias y trascendentes producidas en México en la segunda mitad del siglo XX, Chumacero aseguró que la poesía es una forma del entusiasmo que a veces a través del tiempo encuentra un límite vital.
Carballo destacó que el autor de sólo tres poemarios Páramo de sueños, Imágenes desterradas y Palabras en reposo, es un poeta por tradición y disciplina. «Su trayectoria es un ejemplo de responsabilidad; su obra evidencia el afán nunca saciado de pureza que lo lleva a cuidar hasta los más pequeños detalles del poema».
En la ceremonia, a la que asistieron Sergio Vela, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), María Teresa Franco, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes y Ney González, gobernador del Estado de Nayarit, Eduardo Lizalde aseguró que Alí Chumacero es miembro de una pasmosa generación de extraordinarios escritores mexicanos, nacidos durante la segunda década del siglo XX, de Octavio, Paz, José Revueltas, Efraín Huerta, Juan Rulfo y Juan José Arreola, que es heredera de los autores conocidos como Los Contemporáneos.
Lizalde comentó dijo que en la poesía de Alí Cumacero sorprende la pureza, la impecable dicción y la madurez de sus poemas. «Alí Chumacero continua con todo derecho y dignidad leyendo en todas sus comparecencias los perfectos poemas de la juventud como si fueran escritos ayer para convencernos que el vivíparo que hoy celebramos, nació de un golpe como un gran poeta y se encuentra de pie frente a nosotros para seguirnos asombrando con la exactitud y la música originalísima de sus versos».
En el Homenaje Nacional. Alí Chumacero, 90 años, hubo un texto autobiográfico en video, del poeta nayarita; pero también música, a cargo de la Capella Cervantina, dirigida por el flautista Horacio Franco y un cuadro de danzas de Nayarit a cargo del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández.
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