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El joven director. (Foto: Claudio Álvarez)
C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de abril 2009. (RanchoNEWS).- La estrella venezolana de la batuta inicia su gira con la Simón Bolívar y anuncia que dirigirá el concierto inaugural de la Orquesta Juvenil Iberoamericana. Una nota de Jesús Ruiz Mantilla para El País:
Ese vendaval de energía musical que arrolla el mundo recala esta semana en España. La Orquesta venezolana Simón Bolívar, con Gustavo Dudamel (28 años) al frente, inició ayer en Madrid su nueva gira española. Llegan de Londres, donde han arrasado en varios conciertos ante 40.000 personas. Hoy tocan en Valencia, mañana en San Sebastián y el jueves en Barcelona.
Pero entre ensayo y concierto, el joven director venezolano, toda una estrella en la música clásica actual, anunció un paso más en su proyecto: dará los primeros compases del sueño que un día tuvo su mentor y creador del sistema de orquestas de su país, José Antonio Abreu. «En diciembre de este año echará a andar la primera Orquesta Juvenil Iberoamericana. Será en la próxima cumbre de Jefes de Estado de ese entorno en Portugal y dirigiré el primer concierto», aseguraba ayer Dudamel a este diario.
La expectación para el concierto de ayer, que entraba dentro del ciclo de Juventudes Musicales y que contó con la presencia de la reina Sofía y el príncipe Felipe, fue enorme. La gente se pegaba por entradas sobrantes fuera del Auditorio Nacional.
Por eso también el ensayo de la tarde se abrió al público. Músicos de orquestas jóvenes españolas pudieron observar cómo Dudamel pule este instrumento de más de 200 músicos en escena.
El repertorio estaba elegido para demostrar su rigor y su ritmo, su tensión, su entrega y su alegría en escena, algo que no se ve habitualmente en las salas de concierto. Una experiencia aparte. De hecho, en las dos primeras piezas ofrecieron una auténtica exhibición de su fuerza y de su sonido. La gente más que permanecer sentada parecía querer arrancarse a bailar. El propio Mario Vargas Llosa, seguidor de la orquesta por varios lugares del mundo, aseguraba: «Ésta es, simplemente, una orquesta magnífica. La conozco y la admiro».
Empezaron con la Suite número 2 del ballet Dafnis y Cloe, de Ravel, y Santa cruz de Pacairigúa, de Evencio Castellanos. Siguieron con la Cuarta sinfonía, de Chaikovski. «La primera es una obra de color y ritmo, una pieza que impactó al mismo Stravinski cuando la escuchó y la convirtió en una referencia de su propia obra», comentaba Dudamel. De Castellanos, Dudamel contaba: «Relata una fiesta en esa zona de Venezuela con un contraste que muestra la vida de los más favorecidos y de los esclavos. Está llena de energía, es poderosa».
Chaikovski ya es una marca para la Simón Bolívar. Acaban de grabar la Quinta sinfonía y ayer triunfaban con la Cuarta en Madrid. Tiene su explicación. «Ésta es una obra sobre la lucha del hombre contra el destino», afirma Dudamel. De eso saben un rato los 280.000 jóvenes que hoy integran el sistema de orquestas de Venezuela. La iniciativa que consiguió el año pasado el Premio Príncipe de Asturias de las Artes ha demostrado que la música, que un simple instrumento en un barrio de chabolas de Caracas, puede cambiar muchas cosas. «Ellos entienden esta música así y mejor que nadie», comenta el director, que comienza como titular en la Sinfónica de Los Ángeles en octubre.
En el fondo ése es el mensaje. Ése el cometido y la lucha de un sistema que prendió hace más de tres décadas y que, paso a paso, ha cautivado a muchos países. «Seguimos porque esto no tiene límite», decía Dudamel. De hecho, el propio José Antonio Abreu ha viajado con la orquesta y no ha parado. «No sabemos de dónde saca la fuerza este hombre. Pero nos ha demostrado a todos que es un visionario y que lo que soñó hace tiempo lo ha convertido en realidad, es esto, ni más ni menos», asegura Dudamel.
Esto es la referencia mundial en la pedagogía musical. Un cambio de mentalidad, de parámetros que arrastra actualmente a proyectos en el Bronx de Nueva York, Italia, Japón, España o Reino Unido, donde su éxito la semana pasada ha sido un verdadero shock para la orquesta. «Hemos dado conciertos sinfónicos, de jazz, de cámara, conferencias. Todo a rebosar en el Royal Festival Hall», comentaba Dudamel después del ensayo.
España les acoge esta semana con un entusiasmo similar. La utopía de la música venezolana llega pletórica.
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