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El maestro en el evento. (Foto Francisco Olvera)
C iudad Juárez, Chihuahua. 25 de abril 2009.(RanchoNEWWS).- Héctor García documenta «un evidente rechazo a la sociedad alienante»: Tibol. Una nota de Ángel Vargas para La Jornada:
Si alguna virtud profesional pondera Elena Poniatowska del fotógrafo Héctor García, su amigo desde hace largo tiempo y al que afectuosamente llama «el niño grande de Candelaria de los Patos», es la de azorarnos a todos «con su maravillosa capacidad para el hallazgo».
Como artista «tiene entre sus mayores atributos el saber encontrar lo imperceptible de los demás y de las cosas», sostuvo la periodista y escritora, quien si bien no pudo estar presente en el homenaje –por encontrarse de viaje– que la Universidad Iberoamericana (Uia) rindió la noche del jueves al fotorreportero y artista envió un cariñoso texto en el que reconoce los valores humanos y profesionales de su amigo y camarada.
De la lectura de ese material se encargó el escritor Juan Domingo Argüelles, en acto efectuado en el Club de Industriales, que contó además con la participación de la crítica de arte Raquel Tibol, el fotógrafo Ulises Castellanos y la periodista Norma Inés Rivera, biógrafa de don Héctor, además del rector de esa casa de estudios, José Morales Orozco.
Primer número de la revista Ibero
El motivo del homenaje, que consistió en la entrega de la medalla San Ignacio de Loyola al fotógrafo, así como la presentación del primer número de Ibero, revista de la Universidad Iberoamericana, en la que éste y su obra son los personajes principales, fue el profundo compromiso social de Héctor García.
Luego de ofrecer una semblanza del homenajeado, el rector de la Uia destacó que las fotografías que Héctor García ha captado a lo largo de sus más de 60 años de trayectoria se caracterizan por rendir testimonio de la marginación e injusticia social en México.
Una vez que Ulises Castellanos y Norma Inés Rivera dieron cuenta de sus respectivas intervenciones, llegó el turno de Poniatowska, en voz de Argüelles. Lo primero que hizo fue definir que Héctor García «es como un niño grande, siempre lo ha sido; un hombre y un artista hambriento de aventuras».
Enseguida, contó que conoció al fotógrafo gracias al periodismo, pues él tomó muchas de las imágenes para los artículos, reportajes y entrevistas que ella realizó durante años.
«Juntos vivimos divertidos y dramáticos incidentes de prensa, como cuando nos levantó una julia o bien cuando fuimos agredidos por unos policías de civil, que me arrebataron la cámara de Héctor y se llevaron la película con lo impublicable».
Pero incluso ni en esos casos extremos, agregó la escritora, él perdía la sonrisa «y su risa me contagiaba enmedio de situaciones que hoy no me harían reír».
Poniatowska expresó que «Héctor García es un fotógrafo con una idea auténtica de lo popular. No es el artista que distanciado de ese ámbito lo retrata, sino uno que surge precisamente en ese ambiente, que lo conoce y que además lo reinvindica. Todo lo popular se le da muy bien sin ninguna fuerza, con un gran sentido de la ironía y, más aún, de la picardía, de la travesura».
Encuadre limpio, directo y legible
En su turno, Raquel Tibol recordó los estudios que realizó Héctor García, al lado de Nacho López, con Manuel Álvarez Bravo en 1943, en el ya desaparecido Instituto de Cinematografía.
Quizá esas enseñanzas, manifestó la crítica de arte, influyeron muy profundamente en él y en su gusto muy desarrollado por el encuadre limpio, directo y legible.
«Se dio en sus imágenes –prosiguió– un evidente rechazo a la sociedad alienante e injusta; supo denunciar la explotación, la marginación y la neocolonización en este país».
Entre otros aspectos, Tibol destacó que Héctor García ha obtenido de lo imprevisto inagotables canteras de creatividad:
«Sus descripciones, para nada superficiales, revelan relaciones entre los individuos y un espacio social permeado por la explotación oligárquica. Su repertorio ha surgido de una realidad cotidiana que muchas veces han querido ocultar por considerarla hiriente o molesta. Una realidad que a pesar de sus constantes violencias no ha podido quebrantar totalmente la indispensable esperanza».
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