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Jeff Jerome, curador de la Casa y Museo de Poe, en Baltimore, observa la figura del escritor fallecido hace más de siglo y medio. (Foto: Ap)
C iudad Juárez, Chihuahua. 12 de octubre 2009. (RanchoNEWS).- Cientos de personas se reunieron para velar al maestro de lo macabro al estilo siglo XIX. Decenas más actuaron como dolientes que lloraron a una réplica del autor de El cuervo. Una nota de Stephen Folley, para el Independent, con traducción de Jorge Anaya.
Edgar Allan Poe, maestro de lo macabro, recibió por fin un funeral propio de su legado como uno de los grandes escritores de ficción gótica, 160 años después de su misteriosa muerte.
Los transeúntes se reunieron para ver a algunos de los personajes más prestigiados de las artes rendir homenaje a uno de los suyos: ahí estaba sir Arthur Conan Doyle, fallecido hace 69 años, junto con sir Alfred Hitchcock, quien dejó este mundo en 1980, y cientos más actuaron como sepultureros y dolientes, mientras una réplica del cuerpo de Poe era llevada por las calles de la ciudad de Baltimore, que lo reclamaba. El propósito de este acto era rectificar una injusticia.
Poe murió el 7 de octubre de 1849, apenas de 40 años de edad, pocos días después de ser hallado fuera de una cantina de Baltimore, sin un centavo e incapaz de explicar a nadie qué le ocurría. Su primer funeral jamás se anunció, así que sólo 10 personas se presentaron a despedir al autor de El cuervo y El pozo y el péndulo, a quien en su tiempo se le consideró un valeroso crítico literario y que es reconocido por la historia literaria como el pionero del género detectivesco.
«Horror, entre ceja y ceja»
El servicio fúnebre, planeado en Westminster Hall, cerca del panteón de Westminster, incluyó elegías pronunciadas por actores disfrazados de otros escritores famosos.
Cientos de personas pasaron frente al ataúd que contenía un maniquí de Poe, antes de que fuera llevado en una carroza tirada por caballos para un funeral al estilo del siglo XIX. El acto atrajo tanta gente que los organizadores improvisaron un segundo homenaje después de una vigilia de toda la noche al lado de la tumba.
Jeff Jerome, curador de la Casa y del Museo de Poe, en Baltimore, contó a reporteros locales que el escritor jamás fue bien entendido. «Decimos que debió de ser un tipo extraño cuando en realidad no escribía esos relatos para sí mismo, sino para ustedes y para mí –aseguró–. Ensayó la ciencia ficción, pero el público quería sangre, horror, quería entierros prematuros. Quería superstición y asesinato. Y él se los dio, entre ceja y ceja».
Cualesquiera que fuesen sus dotes, Poe nunca ganó dinero con su obra creativa, como revelan el misterio de su muerte y la modestia de su funeral original. La causa de su fallecimiento tiene las huellas de una inconclusa novela gótica de misterio: devotos e historiadores han debatido si fue cólera, rabia o sífilis y alcoholismo. Los periódicos de la época citaron «congestión cerebral», pero todos los registros médicos se han perdido. Se dice que el literato gritaba continuamente el apellido «Reynolds» la noche anterior a su muerte. Como gran parte de lo relativo a Poe, a quién se refería es un misterio que ni siquiera sir Arthur y sir Alfred podrían explicar.
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