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miércoles, octubre 07, 2009

Noticias / Argentina: Una multitud despidió a Mercedes Sosa, en procesión desde el Congreso hasta Chacarita

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Fabián Matus despide a su madre. En la Chacarita se cantó y se bailó con el recuerdo de Mercedes. (Foto: Télam)

C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de octubre, 2009. (RanchoNEWS).- «Mercedes no se va» y «Gracias, Mercedes, gracias» fueron las voces que más se escucharon entre los que se congregaron en el cementerio. Se acercaron figuras del arte y de la política, y resultó conmovedor el afecto de la gente, que se fue cantando sus canciones. Una nota de Karina Micheletto para Página/12:

El adiós fue con música. Si hubo algo que conmovió en las ceremonias alrededor de la muerte de Mercedes Sosa, desde el velatorio en el Congreso, donde durante todo un día desfiló una multitud para despedir a la artista, hasta el paso del cortejo fúnebre por las calles de Buenos Aires, fue la reacción de la gente que la amó, sin conocerla personalmente; conociéndola bien, sin embargo, a través de su canto. Lágrimas, desde luego, pañuelos en alto, pétalos de flores, carteles y banderas, retratos de la tucumana alzados como pequeñas banderas (muchos de ellos, de las tapas de los diarios de ayer). Pero también aplausos, vivas y sus canciones, como una presencia constante, una compañía cierta en la despedida.

La noticia de la muerte de Mercedes Sosa recorrió el mundo, abrió las puertas del Congreso para rendirle un multitudinario último adiós a la artista, hizo que se decretasen tres días de duelo nacional, movilizó a la Presidenta y a muchos de sus ministros hasta el velatorio, además de todas las figuras de las artes, la política y las organizaciones sociales, desde Maradona hasta Estela de Carlotto, desde Charly García hasta el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner. Pero, sobre todo, congregó a miles a decirle gracias, y a muchos, entre ellos, a cantar en voz bien alta los temas que la tucumana hizo suyos: «Gracias a la vida», «Como la cigarra», entre los que más se corearon desde el domingo pasado.

Durante todo el domingo y la madrugada de ayer, el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso albergó a una multitud que fue a despedir los restos de Mercedes. Junto a toda su familia –su hijo, sus nietos, hermanos, sobrinos, tíos, y también María, su eterna colaboradora–, despidieron a Mercedes artistas como Eduardo Falú, Leopoldo Federico, Teresa Parodi o Gustavo Cerati, entre muchísimos otros, representantes de organizaciones sociales y políticas, funcionarios, varios ministros de gobierno y, pasadas las 8 de la noche, la presidenta Cristina Kirchner y el ex presidente Néstor Kirchner. Sobre la madrugada, Diego Maradona, Charly García y Susana Giménez también se acercaron a la despedida del Congreso.

A las 9 de la mañana de ayer volvieron a abrirse las puertas del Congreso para el público en general. Pero parte de la familia y los amigos de Mercedes hacía rato que estaban despidiéndola con una guitarra, y con música. Bruno Arias y un grupo de jujeños fueron los encargados de los últimos acordes, y en la mañana también se sumó Juan Balderrama, el dueño del famoso boliche al que Leguizamón y Castilla elevaron a la categoría de universal, como lo hizo la voz de Mercedes: «Pensar que esta mujer me hizo famoso en el mundo entero», repetía el salteño.

Con la llegada del padre Farinello se improvisó un pequeño oficio religioso muy íntimo, con los familiares más cercanos de Mercedes alrededor de sus restos. El sacerdote es muy amigo de la familia y buscó las palabras para una forma de consuelo a los deudos, pero lo suyo pareció también una suerte de despedida personal. Le habló a Mercedes, habló de todo lo que deja. Habló, sobre todo, de que fue una mujer de lucha, y de lo que eso significa. Es por haber sido una mujer de lucha, dijo, que siempre va a estar presente. Uno por uno se fueron despidiendo los familiares, acercándose al féretro. El último fue el hijo de la cantante, Fabián Matus, que le habló un rato largo al oído y rompió en llanto. También estuvo María, la mujer que acompañó siempre a Mercedes. En el conmovedor gesto de perfumarla y retocarle el maquillaje por última vez –así lo hizo en vida, hasta las últimas horas en la clínica, y un par de veces a lo largo del velatorio– se resume la relación que ambas mujeres cultivaron durante años.

Cerca de las 11.30, el cortejo fúnebre que partió rumbo a Chacarita comenzó a enfrentarse a la multitud que esperaba en la esquina del Congreso y a lo largo de varias cuadras por Callao. Se había anunciado que el recorrido sería por la avenida Córdoba, así es que en varias esquinas la gente esperaba en grupos la llegada de los coches fúnebres. Y también las cámaras de televisión, haciendo uso de las más diversas formas de la captura de imágenes, desde grúas y balcones alquilados hasta taxis que iban parando en cuanto mojón humano «colorido» detectase el camarógrafo, haciéndolo ejercer un verdadero oficio de riesgo. Es que como no se había dispuesto un operativo policial que abriese paso al cortejo –sólo los cortes de calle alrededor del Congreso–, a medida que la marcha avanzaba, el tránsito se mezclaba con la ceremonia fúnebre, obstaculizando su paso.

A lo largo de avenida Córdoba, y luego por Federico Lacroze, el cortejo iba despertando aplausos y vivas entre la gente. Muchos empleados salían de los comercios para despedirlo, con lágrimas y pañuelos en alto. Un señor mayor regaló una danza de zamba con su pañuelo, otros se acercaban al auto que llevaba a Teresa Parodi para pedirle que transmitiera su pésame a la familia. El cortejo fúnebre llegó a las doce y cuarto a la capilla del cementerio, y el féretro fue bajado a manos del hijo de Mercedes, su hermano Cacho, sus sobrinos, los músicos Víctor Heredia y Jorge Giuliano (guitarrista de años de Mercedes). Hermes Binner, Peteco Carabajal y Piero fueron algunos de los que también acompañaron la procesión. Como lo hizo en la noche del domingo durante el velatorio, guitarra en mano, Peteco fue despidiendo con folklore el paso de los restos de la cantante.

En la Chacarita, unas doscientas personas estaban esperando la llegada de la procesión fúnebre. Entre ellos se distinguían militantes de la Juventud Comunista, con sus banderas y carteles rojos, que tuvieron que interrumpir sus cánticos cuando el cura comenzó el breve oficio religioso en la capilla ardiente. «Mercedes no se va» y «Gracias, Mercedes, gracias», fueron las voces que más se escucharon entre los que se congregaron en el cementerio, y también se vieron banderas con los colores de los pueblos originarios.

Mientras la gente y las cámaras se amontonaban buscando la cercanía al féretro, un grupo de jóvenes comenzó a alejarse por una de las calles del cementerio. Iban cantando «Si llega a ser tucumana», la zamba de Miguel Angel Pérez y Gustavo Leguizamón que, cada vez que se canta, remite a Mercedes. No fue exactamente escrita para ella, pero es como si lo hubiera sido. Las cenizas de Mercedes Sosa serán esparcidas entre Tucumán, Mendoza y Buenos Aires, tal como fue la voluntad de la cantante. La gente seguirá cantándola, viva, en todas partes.


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