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El realizador Matías Bize. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 12 de febrero 2011. (RanchoNEWS).- Un reencuentro en una cena en Chile, una historia de amor gay en un pueblo peruano, la peculiar relación entre dos vecinos en Argentina y un mordaz retrato sobre la violencia en México son las historias que compiten mañana por el Goya a la Mejor Película Hispanoamericana. Una selección tan variopinta que refrenda que lo único en común entre los realizadores del cine latinoamericano contemporáneo es «la necesidad de contar historias», afirma la actriz peruana Tatiana Astengo, protagonista de la cinta Contracorriente, de Javier Fuentes-León. Una nota de Verónica Calderón para El País:
Astengo participó en un diálogo en la Casa de América de Madrid con los directores de las otras películas en competición: el chileno Matías Bize (La vida de los peces), el mexicano Luis Estrada (El infierno) y el argentino Gastón Duprat, codirector junto con Mariano Cohn de El hombre de al lado. «Lo peor es que nos pongan a competir entre nosotros», apostilla Estrada.
La variedad entre los relatos demuestra, aseguran, que la etiqueta de cine latinoamericano no existe. «Como director hablo de lo que me interesa hablar, no me sentiría cómodo relatando una 'realidad latinoamericana' como se percibe en Estados Unidos o en Europa», explica el director de La vida de los peces. Su cinta narra el reencuentro de un chileno residente en Berlín que regresa a «su mundo chileno», donde se encuentra con una expareja años después de un accidente que cambió sus vidas. «La historia transcurre en una noche. Se trata de un relato delimitado en un tiempo delimitado», añade Bize. Una historia «que ocurre en cualquier ciudad del mundo», explica. «Con otra película [En la cama, también nominada en los Goya en 2007] me ocurrió que al mostrarla a un distribuidor francés, me dijo: 'Me ha gustado mucho, pero no es cine latinoamericano' y yo soy un distribuidor de películas latinoamericanas», recuerda. «El problema no es de nosotros, es de los que intentan poner una etiqueta que en realidad es un prejuicio», agrega.
La peruana Tatiana Astengo coincide. Astengo participa en la cinta Contracorriente, que cuenta la conmovedora historia de amor entre un pescador y un pintor, ambientada en un pequeño pueblo peruano. Astengo opina que muchas de las reseñas que ha recibido la película se centran en las dificultades que enfrenta una pareja homosexual en América Latina y afirma que la cinta es mucho más que eso. «Lo más importante no es lo que se tiene entre las piernas, la película habla de personas que se enamoran, que quieren y que también pueden amar a dos personas al mismo tiempo», explica. Tan es así que la actriz explica que, en el primer esbozo del guión, la cinta era protagonizada por una pareja heterosexual. «Fue en el transcurso de la realización de la obra que [el escritor y realizador Javier Fuentes-León] decidió modificar la historia», añade.
Aunque hay relatos que sí que son inseparables de su contexto. Es el caso de El infierno, un mordaz y agudo retrato de la violencia del narcotráfico en México. Una obra que mezcla ironía, pesimismo y humor negro que ha provocado en su país una reacción «catártica», explica su director, el mexicano Luis Estrada. La cinta retrata las desventuras de Benjamín García, un inmigrante deportado de Estados Unidos que al regresar a su pueblo se encuentra con un panorama infectado por la violencia y corrupción producto del narcotráfico. La película, estrenada en México en 2010, se convirtió en un éxito de taquilla. Estrada explica que la cálida recepción responde a que El infierno «es una película muy cínica sobre nuestra realidad. En México la gente tiene muchas preguntas y muy pocas respuestas».
Lo irónico es que, aun cuando los cuatro comparten uno de los idiomas más hablados y estudiados del mundo, ninguno ha visto las películas de los demás. «Nos las vamos a repartir ahora», explica Duprat. La cinta que representa, El hombre de al lado, es una cinta plagada de humor negro que relata un conflicto entre dos vecinos. «Es apabullante tener que competir por espacios», añade Estrada. «En el caso de México, más del 90% del tiempo de pantalla está destinado al cine de Estados Unidos. Difícilmente se conocen otras potencias cinematográficas».
«Nosotros ya estamos acostumbrados a la piratería desde siempre. Ya no trabajamos considerando eso», asegura Astengo. «No estoy a favor ni en contra [de las descargas ilegales]... pero las películas sí se ven más». Duprat solamente pide que se respete la calidad de las cintas. «Me molestaría que la película se vendiera con mal sonido o incompleta», comenta. «Si se va a robar, que se robe bien», acota Bize.
¿Y hay nervios por la competición? «Un poco. El cine tiene un lado muy oscuro. Los premios son como la lotería. Pero es parte de nuestro trabajo y por eso estamos aquí», responde Estrada. «Claro, no es como si compitiéramos en un deporte», concuerda Duprat. Y en la reunión no se percibe espíritu competitivo, si acaso de compañerismo. Quien mejor lo resume es Tatiana Astengo: «Lo peor es que solamente vamos cuatro películas latinoamericanas, ¡muy poquitas!», exclama.
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