Juan Pablo Villalobos es el sexto mexicano en ganar el Herralde de Novela. (Foto: Efe)
C iudad Juárez, Chihuahua. 8 de noviembre de 2016. (RanchoNEWS).- La ironía es la sangre que corre por la prosa de Juan Pablo Villalobos (México, 1973). Su cuerpo contiene historias y personajes que exploran un lenguaje frenético, afeitado y experimental bajo el signo de la brevedad y los límites del humor. Ayer la prosa de este mexicano expatriado por las circunstancias obtuvo el XXXIV Premio Herralde de Novela por No voy a pedirle a nadie que me crea, que llegará a librerías el próximo 30 de noviembre. Juan Carlos Talavera reporta para Excélsior.
En entrevista con Excélsior, el también traductor de la obra del brasileño Rodrigo De Souza Leão y autor de Fiesta en la madriguera y Te vendo un perro, comentó que este premio –que lo ha convertido en el sexto mexicano en obtener este galardón, sólo después de Sergio Pitol, Juan Villoro, Daniel Sada, Álvaro Enrigue y Guadalupe Nettel–, lo ha llenado de alegría por formar parte de esa lista.
«Sobre este premio debo reconocer que estoy muy contento y orgulloso de formar parte de esa lista excelsa de escritores en lengua hispánica, en particular de autores mexicanos, considerando a los de la generación anterior, porque me parece que tanto Pitol como Sada son dos de los escritores más importantes en los últimos 50 años, así que recibir este premio me llena de alegría», dijo vía telefónica desde Barcelona.
El jurado destacó de esta novela que «Villalobos escribe como actuaba Buster Keaton: te arranca la carcajada manteniéndose impávido, sin mover un músculo». Al respecto, el propio autor adelantó que se trata de una historia que mezcla la novela negra, la comedia de enredos y la autoficción o la literatura íntima.
«La mayor parte de la historia transcurre en Barcelona, pero sin dejar de ser una novela mexicana; es una historia narrada por mexicanos, aunque al mismo tiempo es una novela sobre Barcelona, una ciudad que en los últimos años ha vivido un proceso de migración muy grande».
Esto hace que los personajes que transcurren por sus páginas sean mexicanos, catalanes, españoles, italianos, paquistaníes, chinos entre otros. «Es una novela sobre la migración que a mí como expatriado o inmigrante en Barcelona, me ha permitido tener una posición más coherente, creo yo, como escritor, que la que tengo como persona o ciudadano en el mundo».
¿Mantienes la ironía y el lenguaje afilado en esta novela de enredos?
Ambos elementos también están presentes en esta nueva entrega, donde el humor, la ironía y la parodia exploran una reflexión teórica sobre los límites del humor en la literatura.
Esta exploración ya la ha planteado en sus anteriores libros, reconoció, donde se pregunta hasta qué punto puede hacerse humor con temas graves como la violencia y el narcotráfico como en Fiesta en la madriguera, con la pobreza o la desigualdad en Si viviéramos en un lugar normal, o la memoria y el olvido en Te vendo un perro.
«Aquí también hay una reflexión sobre los límites del humor y una exploración experimental del lenguaje donde trabajo una síntesis del castellano que se habla en México, en Cataluña, en Argentina o incluso el de un paquistaní o un chino que viven en Barcelona», precisó.
El Premio Herrale se convoca desde 1983 para adelantar y promocionar la nueva narrativa española y latinoamericana, está dotado con 18 mil euros y ha premiado a escritores como Javier Marías (1986), Roberto Bolaño (1998), Enrique Vila-Matas (2002), Alonso Cueto (2005) y Marta Sanz (2015), entre otros.
Poder Marginal
Juan Pablo Villalobos reconoce que la influencia de la literatura en nuestro tiempo no es visible. A pesar de todo, está convencido que ésta sí incide de forma directa en nuestra realidad, «no sólo porque su tarea es la creación de la conciencia crítica, sino la más importante resistencia al capitalismo y la globalización. La literatura es un arte que desafía y cuestiona al poder».
¿Por qué en tu Twitter mantienes la frase «Dadme un like y moveré el mundo»?
Es una forma de ironía sobre ese supuesto activismo que todos ejercemos en las redes sociales, cuando creemos que vamos a cambiar el mundo desde nuestro cómodo sofá, dando like a publicaciones que aparentemente pueden cambiar la historia de nuestro país. ¡Es una ironía!, un juego que parte de la frase clásica que dice: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo», parafraseada por Gabriel García Márquez en Crónica de una muerte anunciada, donde escribió: «Dadme un prejuicio y moveré el mundo.»
¿Consideras que la literatura mueve el mundo?
Pues no... ¡y hoy menos que nunca! Desgraciadamente el poder de influencia de la literatura, es cada vez menor, simplemente creo que es un poder marginal. Pero somos una minoría silenciosa que ahí permanece, resistiendo, que piensa: leer y escribir libros vale la pena.
¿Cuándo te volviste un autor expatriado?
Es circunstancial porque nunca me planteé dejar México. Vine a estudiar el doctorado (a España), aquí conocí a mi mujer y me casé, tuve a mis hijos y ya me he arraigado aquí.
¿Qué te diría el poeta Rodrigo de Souza Leão, a quien has traducido?
No lo sé... yo creo que se reiría un poco porque él sí que entendía la ironía.
¿Tiene importancia mayor tu trabajo como traductor en tu trabajo literario?
La traducción es una actividad literaria tan importante como la escritura de mis novelas. El traductor es un escritor que nos escribe una versión de una novela, no una transcripción literal de una lengua a otra. Es una actividad que tiene que ver con la creación literaria.
¿Qué pensaste del Nobel de Literatura a Bob Dylan?
¿Eso ya fue hace mucho tiempo? Como dos años, creo (bromea). En realidad no tengo una opinión bien formada, pero no hace mucho que este premio dejó de ser relevante.
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