Día y noche (1938), de M.C. Escher. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de abril de 2018. (RanchoNEWS).-Maurits Cornelis Escher (1898-1972), el artista gráfico holandés, no aprobó la reválida de secundaria y tampoco pasó del primer año de Arquitectura. Su destreza con el dibujo, una voluntad férrea, y el apoyo incondicional de su familia le salvaron de una vida mediocre y acabó convirtiendo sus visiones en imágenes inconfundibles. Paradójicamente, sus mundos imposibles, escaleras sin fin, o cocodrilos que parecen pasear por la mesa, suelen ilustrar las clases de matemáticas. Su trabajo, por el contrario, no destaca en los temarios de las facultades de Historia del Arte de su país. Un vacío cubierto por su enorme popularidad. Solitario pero también muy familiar, y viajero incansable, le habría gustado saber que El viaje de Escher titula la antológica que le dedica el Museo de Frisia, su provincia natal.
«Seguro que mucha más gente de la que pensamos ha visto un grabado o un dibujo de Escher. Hasta en la sala de espera del dentista. Puede que no figure como merece en el canon artístico, en parte porque se trata de obra gráfica, pero sus patrones sin espacios vacíos, sus retos visuales solo factibles sobre papel, tienen un poder de atracción indiscutible», dice Judith Spijksma, conservadora de la muestra, que permanecerá abierta en Leeuwarden capital de Frisia, y este año Capital Europea de la Cultura, hasta el 28 de octubre. La sala presenta cerca de 80 grabados y 20 dibujos de gran virtuosismo, con una inclinación por los paisajes italianos, sus montañas y edificios. Y por la geometría de la Alhambra. Escher estuvo dos veces en España, la segunda en 1936, y en Granada se enamoró de los motivos ornamentales del arte árabe.
Isabel Ferrer reporta desde Leeuwardem para El País
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