El fotógrafo neoyorquino.
L ondres, Inglaterra. 4 de agosto de 2006- (BBCMundo.com).- El cuerpo desnudo en el espacio público, la relación entre el arte y el espacio urbano, el cuerpo como un material en bruto que interviene y transforma el paisaje...
Éstos son algunos de los temas que explora el artista neoyorquino Spencer Tunick, quien desde 1992 realiza multitudinarias instalaciones con personas desnudas en distintas ciudades del mundo, que luego documenta a través de la fotografía y el video.
Desde Bélgica hasta Barcelona, desde Buenos Aires hasta Caracas, miles de personas se han quitado la ropa para participar en sus proyectos.
BBC Mundo conversó con Tunick sobre la imagen que documenta su instalación de Nuevo México y sobre su trabajo como artista.
Me gustaría que empieces contándome un poco sobre esta imagen.
Esta obra es una instalación fotográfica. No es necesariamente una "fotografía" sino una foto de una instalación.
¿Cómo llegaste a esta imagen?
Fui invitado por SITE Santa Fe, un museo en Santa Fe, Nuevo México. Ellos me comisionaron una instalación dentro del museo en 2001. Unas 350 personas se presentaron para participar. Cuando terminó, hice un anuncio en voz alta: "¿Alguien tiene ganas de manejar dos horas hasta las montañas Jemez, en las afueras de Los Álamos para encontrarse conmigo en las aguas termales y hacer una obra?"
Para ello, tendrían que salir muy temprano, a eso de las cuatro de la mañana para llegar allí al amanecer, e increíblemente, de las 350 personas que habían participado, se presentaron 85.
Algunas de las imágenes de tus instalaciones -como ésta, por ejemplo- parecen pinturas antiguas, ¿en qué te inspiras para crear tu obra?
Para las instalaciones que están bajo el agua, me habré inspirado en Paul Cézanne, en el cuadro de los bañistas, posiblemente en algunos trabajos de Rubens. Pero mayoritariamente es un cruce entre Cézanne y otras obras del pasado.
¿Cómo definirías el trabajo que haces?
Lo que hago son instalaciones en vivo y cuando tengo los cuerpos componiendo formas e interactuando con el paisaje y el medio ambiente, es movimiento vivo, acción. Y yo estoy al lado de esta gente desnuda, documentando lo que sucede de dos maneras: con la fotografía y con el video.
Son instalaciones y yo las documento para mostrarlas más adelante en una exhibición.
El cuerpo humano desnudo es central en tu trabajo, ¿cómo fue que empezaste a crear este tipo de obra?
Tunick dirige una sesión fotográfica en Caracas.
Tuve la suerte de estar viviendo en Nueva York cuando era joven y de comenzar a trabajar con mis amigos, que eran muy valientes, dispuestos a levantarse muy temprano por la mañana y trabajar conmigo, desnudos, en medio de la ciudad que amanecía, tal vez apocalíptica, drástica, tensa y caótica.
Esta fe y confianza que se fue construyendo con cada uno de los modelos se fue traduciendo repentinamente en más participantes. Mi relación con una persona se fue, de golpe, convirtiéndo en una relación con 10 personas, después con 25.
Yo trato de ser el mismo cuando trabajo con una persona o con dos mil personas.
¿Cómo consigues a las personas que forman parte de tus instalaciones?
Te doy un ejemplo. Generalmente, un museo de arte moderno me llama para hacer una obra en la ciudad en la que está. El museo saca un comunicado de prensa presentando el proyecto, con una dirección de internet en la que los participantes se pueden registrar. Lo interesante es que muchas veces en estos sitios, se le pregunta a la gente cuál es su trabajo. Así por ejemplo, nos damos cuenta de cuántos obreros participan, cuántos bibliotecarios o músicos.
Para mucha gente desnudarse en público es algo muy difícil, ¿cómo logras que tanta gente se desnude para ti?
La gente participa en masa porque no se trata de ningún grupo en particular. Trato de que se entere todo el mundo. Además, esto no es un evento nudista. La gente que viene es gente común: arquitectos, médicos, trabajadores sociales que han decidido hacer una obra de arte contemporáneo con un artista contemporáneo. Lo hacen esa vez y ya no vuelven a desnudarse en público otra vez.
Es más que nada un desafío personal a la propia habilidad de probar algo diferente por una única vez.
Cada cultura tiene una relación distinta con el cuerpo desnudo, ¿es distinto hacer una instalación en España, América Latina o en Europa?
Una de las mejores experiencias con los participantes tuvo lugar recientemente en San Sebastián, en el País Vasco. La gente estaba tan entusiasmada, con tanta energía, festejaban, soportaban el frío... Allí trabajé en la playa con más de mil personas, fue increíble.
Mientras que en Breda, en Holanda, la gente estaba muy nerviosa, callada, era difícil ver qué le estaba pasando, sus emociones estaban escondidas en el cuerpo.
¿Y en Caracas o Chile?
En Caracas, el sitio donde se llevó a cabo la instalación era una zona peligrosa. Más de mil policías nos protegían y los militares bloqueaban la zona donde yo estaba haciendo la obra. Pese a que era peligroso, la gente igual participó. Eso demuestra cómo la gente está dispuesta a tomar riesgos en nombre del arte. Incluso quienes no son artistas, pero son colaboradores.
En cuanto a Chile, esa fue una de las experiencias más maravillosas de mi vida haciendo obras de arte. Hubo una manifestación de 400 personas que gritaban "¡Tunick inmoral!" afuera de la habitación de mi hotel y frente al Palacio de Gobierno. Después de eso, yo no esperaba que participase nadie, o quizás unas 600 personas (en Buenos Aires habían participado unas 400).
¡Lo que sucedió es que llegaron 4.000 personas! Fue un triunfo no sólo para mí, sino para los chilenos que creen en el arte, en la libertad. Ellos tomaron mi trabajo, y lo utilizaron como un catalizador para expresar sus propias ideas sobre quién es dueño de sus cuerpos, la libertad, el arte contemporáneo. Fue un momento increíble.
En muchas culturas el cuerpo desnudo es un tema tabú, y muchos ven tu obra como provocadora, ¿qué tratas de lograr con ella?
Ciertamente tomo en cuenta la preocupación de quienes ven al cuerpo como una entidad agresiva, pero trato de trabajar muy temprano por la mañana durante los fines de semana, para causar el menor problema posible.
Trato de trabajar con el cuerpo y yuxtaponerlo de una manera única con la ciudad para mostrar la humanidad, la piel suave del cuerpo contra la jungla concreta y dura de la ciudad. Esta dualidad crea un momento tierno para el cuerpo, una estructura orgánica que refleja la ciudad, creando un nuevo significado para el paisaje de fondo, que es la ciudad.
Fotografía de Tunick tomada en Caracas.
¿Cómo es el proceso de trabajo? ¿Eliges el espacio primero, las posiciones del cuerpo?
Una vez que me comisionan el trabajo y se firma un acuerdo sobre la instalación (una guía que explica cómo funciona y su costo) el museo me invita a su ciudad para buscar un sitio. Por lo general puede elegir un 99% de las lugares que quiero. Soy muy afortunado. Cuando una ciudad me invita, son muy colaboradores, el gobierno, el alcalde me ayudan mucho, no sólo a mí para hacer mi obra sino a los ciudadanos, que son los colaboradores para poder hacer la instalación.
¿Cuál es el momento más interesante cuando haces una obra?
Disfruto mucho el momento, la poderosa energía al crear una escultura humana con miles de personas donde ya no se ve espacio entre un cuerpo y otro, y es como una sustancia orgánica formada por el cuerpo. Eso es algo increíble de ver y también de formar parte. Eso no se ve en ninguna parte. Es impresionante verlo suceder en vivo.
Pero como hago obra como un artista que expone, disfruto igualmente al ver la fotografía final colgada en un espacio o museo y ver el video que hacemos de la instalación. Es un cincuenta y cincuenta.
¿Hay algún lugar donde te gustaría trabajar pero por alguna razón no es posible?
Me encantaría hacer una instalación en o alrededor de las pirámides en Egipto, pero eso es imposible a menos que vaya con las Naciones Unidas (risas). También en Washington DC., en China, en Corea del Sur, en Japón, en Guatemala, en Costa Rica, en Vancouver... hay un montón de lugares en los que me gustaría trabajar.