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Para Cultura, el presupuesto federal más bajo desde su creación / 19

jueves, noviembre 11, 2004


Paul Tolila, jefe del Departamento de Estudios, Perspectiva y Estadística del Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia. Tercero de izquierda a derecha
México, en desventaja para impulsar su industria cultural Carmen García Bermejo Jueves, 11 de noviembre de 2004
• Seminario de políticas públicas.


Sería ideal que México negociara la salida de sus industrias culturales que incluyó en el Tratado de Libre Comercio con América del Norte para palear la desventaja que tiene en las negociaciones internacionales sobre protección de bienes y servicios culturales. Por lo pronto, sólo le
resta impulsar la Convención de la UNESCO sobre Diversidad Cultural.
Así lo expresa Catherine Ahmadi-Ruggeri, directora adjunta de la Delegación para el Desarrollo y Asuntos Internacionales del Ministerio de Cultura y Comunicación de Fran- cia, al participar en el Seminario Malraux sobre Diversidad Cultural, Industrias Cul- turales y Políticas Públicas, organizado por la Dirección de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Ahmadi-Ruggeri acota, en entrevista, que México se encuentra en una situación complicada para defender -de las reglas de la oferta y la demanda- e impulsar -a través de incentivos fiscales- sus industrias culturales porque el gobierno ha firmado acuerdos de libre intercambio de bienes relativamente flexibles no sólo con América del Norte (TLCAN), sino también ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) sobre la propiedad intelectual.
Lo ideal sería, añade la funcionaria francesa, que México negociara la salida de sus industrias culturales de esos tratados de libre mercado. Pero esto es muy difícil porque los acuerdos comprometen a los Estados-nación a cumplir lo signado más allá de los presi- dentes y las sucesiones políticas en turno. Esto es lo complicado: "El error de algunos países -acota- es no haber excluido la producción cultural del libre comercio, lo cual impide, en cualquier negociación internacional, retra- erse de lo ya firmado."
Ahmadi-Ruggeri precisa que uno de los caminos para contrarrestar esa situación es que el gobierno mexicano logre hacer valer la Convención de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural en los acuerdos internacionales que ha firmado, ya que ese mecanismo podría permitirle a México diseñar, quizás, políticas de protección. Pero éste es un enorme desafío.
Y es que la Convención de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural incluye artículos en los que se especifica que, frente a los cambios económicos y tecnológicos actuales que abren vastas perspectivas para la creación y la innovación, se debe prestar una atención particular a la diversidad de la oferta creativa, a la justa consideración de los derechos de los autores y de los artistas, así como al carácter específico de los bienes y servicios culturales que, en la medida en que son portadores de identidad, valores, ideología y sentido no deben ser considerados como mercancías o bienes de consumo comunes.
En ese sentido, Ahmadi-Ruggeri explica que los países tienen derecho de excluir el sector Cultura de las negociaciones que existen en la OMC para liberar todos los sectores productivos de las naciones y dejarlos sujetos a las reglas del libre mercado: "Esto no significa -afirma- que no habrá libre intercambio de productos, sino que podemos decidir que no es un buen momento para abrir este intercambio y liberar, como lo propone la OMC, las industrias culturales. Por eso en Europa existe el apartado de «excepción cultural» en el campo de la industria audiovisual. Lo difícil viene cuando se han firmado ofertas de libre intercambio en la OMC porque ya no se puede volver atrás. Pero si logramos que la Convención sobre Diversidad Cultural se convierta en un verdadero instrumento jurídico, los países podremos contrarrestar las consecuencias del libre mercado."
Por su parte, Paul Tolila, jefe del Departamento de Estudios, Perspectiva y Estadística del Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia, precisa que uno de los desafíos de cualquier administración es tener los argumentos esenciales que le permitan justificar el uso de los fondos públicos en el campo cultural: "No basta -asegura- creer que la cultura está bien nada más porque se difunde. Este sector está en competencia con el resto de las áreas productivas de un país. Por ello, hay que trabajar desde el punto de vista económico para ser capaces de establecer un verdadero diálogo con las otras áreas de la administración. Es decir, el sector Cultura no puede quedarse aislado en sus condiciones. Tiene que participar y poner en la mesa sus elementos y establecer un verdadero debate."
En su intervención en el Seminario Malraux, Tolila indica que las industrias culturales tienen un desarrollo impetuoso en las últimas décadas del siglo XX y si en 1980 los flujos mundiales de dichas industrias representaban cerca de 95 mil millones de dólares, dos décadas después, en el año 2000, estos flujos pasaron a 400 mil millones de dólares. Resaltó el ejemplo de la industria internacional del disco como un caso emblemático de esa evolución, puesto que pasó de 27 mil millones de dólares, en 1990, a 41 mil millones de dólares en 2000.
Pero Tolila apunta que la importancia de las industrias culturales como estrategia económica se marca desde 1996, cuando se convierten en el primer rubro de exportación de Estados Unidos por encima de los sectores automotriz, agrícola, aeroespacial y de armamento militar. Sólo así se puede comprender la sólida posición estadounidense en esta actividad, aunque en los últimos 15 años sus industrias culturales registran un incremento superior al del ritmo de la economía normal de los otros sectores, lo cual camina hacia la constitución de un oligopolio cada vez más fuerte.
Tolila expresa que, entre 1980 y 1990, las industrias culturales experimentaron ocho operaciones importantes de fusión y adquisición que representaron 40 mil millones de dólares. Pero en el periodo 1990-2000 tuvieron 36 operaciones gigantes que representan 510 mil millones de dólares: "Estas grandes maniobras industriales y capitalistas -precisa- nos dan una idea de los desafíos que están en curso y la aceleración de estas estrategias internacionales que impulsan a liberar el sector productivo de la cultura. El oligopolio sólo quiere para sí los beneficios."
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