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El músico. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de julio 2009. (RanchoNEWS).- Pocos iconos han tardado tanto en tocar en España como John Fogerty (Berkeley, California, 1945). Sus canciones, sobre todo las de Creedence Clearwater Revival, el grupo que encabezó a finales de los sesenta, forman parte del imaginario popular. Algo que el cine estadounidense, desde Apocalypse Now a Forrest Gump, o escritores como Stephen King se encargan de mantener. Una entrevista de Ramón Fernández Escobar para El País:
Kurt Cobain, antes de formar Nirvana, militó en una banda de versiones de (abreviemos) la Creedence. Y Bruce Springsteen considera a Fogerty «el Hank Williams de nuestro tiempo», en referencia al patriarca del country, estilo que sólo supone, junto al rhythm & blues y el rock sureño, uno de los ingredientes de un sonido sencillo e irresistible.
«Grandes canciones anglosajonas antiquísimas, tipo Oh, Susanna o Greensleeves, tienen melodías reconocibles y letras que a la gente le gusta cantar, y muchas se caracterizan por su aparente sencillez. Creo que bastantes de las mías también pervivirán», proclama el propio Fogerty desde su domicilio en Los Ángeles, en vísperas de su primera gira española (el 10 de julio actúa en San Javier, el 11 en Córdoba, el 13 en Madrid y el 14 en Barcelona).
«Al ser el estreno en España, interpretaré muchas de mis canciones más famosas», se arranca con entusiasmo Fogerty, a pesar de que publicó hace menos de dos años un gran disco de nuevos temas, Revival. Alude por supuesto a ese periodo mágico, entre 1968 y 1970, en el que firmó seis gloriosos álbumes con Creedence Clearwater Revival y arrasó en las listas de singles.
El fruto de tal hiperactividad no siempre se pudo ver sobre el escenario: desde que se disolvió el grupo en 1972, Fogerty se negó a tocar temas de la Creedence durante 15 años, y sólo comenzó a hacerlo regularmente en los noventa. Había cedido los derechos de los mismos al dueño del sello Fantasy, Saul Zaentz, para que le liberara de su contrato leonino, y no quería engordar la cuenta del enemigo.
El conflicto con el disquero convirtió a John en artista torturado y volvió guadianesca su carrera en solitario. Aunque los problemas empezaron antes, con los otros miembros de la banda, en pleno éxito: «Recuerdo a mi hermano Tom mostrándose muy celoso a mediados de 1969. Para mí fue un trauma: pensé que veían bueno para todos el que yo fuera el único compositor. Llevábamos juntos toda la vida y no había visto nada que me hiciera pensar que pudieran escribir buenas canciones».
Hijos de la clase media californiana, su música representaba una anomalía en la bahía de San Francisco. «El llamado verano del amor de 1967 me pilló en la mili. Allí todo el mundo me preguntaba qué eran los hippies, un término que en realidad inventó la revista Time. Me licenciaron en julio y, de vuelta a casa, nos miramos los del grupo y concluí: 'Llevamos el pelo largo, y alguno, bigote o barba; supongo que somos hippies».
Tras su debut como solista en 1975, Fogerty pasó 10 años de silencio, enredado en cuestiones contractuales, y creyó remontar el vuelo de la mano de Warner con Centerfield, un número uno, al que siguió inmediatamente otro álbum, Eye of the zombie, fallido y oscuro. «Aún lucía cicatrices psicológicas por tantos años de condena», explica, tirando de metáfora. Hasta que obtuvo un Grammy en 1997 con Blue moon swamp, pasaron otros 11 años de reclusión.
Las letras de la Creedence no sólo idealizaban la América del pasado, también tocaron temas candentes, incluso políticos (Fortunate son, sobre los enchufes para librarse del ejército). Y el posicionamiento de Fogerty arrecia en el último lustro: en 2004 su Déjà vu (all over again) compara Irak con Vietnam y él participa en Vote for Change a favor de John Kerry. Revival incluye ataques, con nombre y apellido, a los popes de la anterior Administración. «La ironía es que George Bush llevara Centerfield [la canción que titula el álbum de 1985] en su iPod. Todos me lo decían y yo contestaba: quizá debería escuchar mis otras canciones».
Fogerty cantó Centerfield, una oda al béisbol, en la inauguración en abril del nuevo Yankee Stadium. Ama ese deporte desde chaval, al igual que a los autores versionados en The Blue Ridge Rangers rides again, el disco country que prepara para septiembre, con cameos de Springsteen y miembros de The Eagles. Es una idea de Julie, su mujer y representante, y continuación de otro disco de versiones vaqueras que publicó bajo ese seudónimo en 1973. «En cualquier caso, ya no mido mi vida en función de mi carrera, sino de mi familia. Y soy muy feliz».
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