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El arquitecto mexicano. (Foto: Tomada del blogg 4+cetto)
Ciudad Juárez, Chihuahua. 11 de julio 2010. (RanchoNEWS).- La arquitectura que hace y que le importa a Mauricio Rocha es aquella que cambia a quien la recorre, que funciona mejor cuando se le habita. No le interesa el primer impacto, la forma que es estilo y moda, que se vuelve temporal. Una nota de Sonia Sierra para El Universal:
Rocha (ciudad de México, 1965) estudió arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero su formación viene de mucho más atrás: por un lado de su padre –el ya fallecido arquitecto Manuel Rocha–, por otro de su madre, la fotógrafa Graciela Iturbide. La relación con la fotografía y el arte, con artistas como Manuel Álvarez Bravo y Pedro Meyer, entre otros, le enseñó desde muy temprano a reconocer la magia de la luz que hoy defiende como ingrediente esencial de cualquier obra de arquitectura.
«Pasar desapercibido» es una frase que a menudo Rocha utiliza para describir lo que le importa de su trabajo: «La arquitectura que me interesa es la que recorro, que no es evidente. El reto es pasar desapercibido, no ser espectacular de origen; aquello que, al tiempo que caminas comprendes, es lo marca una diferencia».
Maestro de arquitectura en varias universidades de la ciudad de México y en otros países de América, Rocha fundó hace dos décadas el Taller de Arquitectura donde trabaja con un equipo de 20 personas; no quiere que crezca más el grupo, pues es un convencido de la necesidad de mantener el diálogo y estar en contacto permanente con cada uno de los proyectos que adelanta:
«Si yo hiciera una arquitectura formal, donde pudiera repetir una forma, eso me resolvería un problema económico y de imagen, pero no me resuelve lo que me interesa: seguir haciendo obras que me permitan crecer personalmente».
En defensa de la arquitectura
Mauricio Rocha crea obras de arquitectura «convencional», al mismo tiempo que hace obras de arquitectura efímera, museografías –acaba de hacer la de la exposición de Pierre Soulages en el Museo de la Ciudad de México, recinto en el cual lleva a cabo toda la restauración. No pone una faceta por encima de otras; le interesa mantenerse en los distintos ámbitos, así mismo le interesa nutrir su trabajo a partir del diálogo con artistas, músicos, con biólogos, químicos, maestros.
Con el Taller de Arquitectura ha creado obras como el Centro para la Atención de Gente Invidente, que recibió la Medalla de Plata en la VII Bienal de Arquitectura en México; el «Mercado de San Pablo Oztotepec», que obtuvo la Medalla de Oro en la VIII bienal; casas de habitación en varias ciudades del país, agencias de automóviles. Recientemente, crearon el Pabellón de Arte Sonoro, en San Luis Potosí y la Escuela de Artes Plásticas en Oaxaca, que acaba de ser seleccionada por la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo como parte de la Exposición y del Catálogo dentro del Panorama Iberoamericano de Arquitectura y Urbanismo.
En el campo de la museografía, Rocha también hizo la del Mide, Museo Interactivo de Economía. «No deja de ser, otra vez, transformar y trabajar con el espacio», comenta en entrevista.
«Lo que me ha interesado con mi equipo es trabajar un lenguaje. Pensamos que la arquitectura, si algo tiene que trabajar es el recorrido, los espacios, lo que no se ve, el vacío, el manejo de la luz. Hay que pensar la arquitectura como un recipiente que funciona mejor cuando se habita; muchas veces la arquitectura tiene el problema de vivir su mejor momento el día de la inauguración, pero luego sufren los arquitectos cuando se habita. Tratamos de ser perceptivos pensando siempre en para quién y en qué lugar hacemos arquitectura».
La propuesta en sus diseños pasa por hacer que la arquitectura sea transparente e involucra el manejo de materiales naturales de acuerdo con la zona, que sean fáciles de desplazar y de trabajar por la mano obrera del lugar y del sitio.
Buena parte de sus diseños han sido para obra pública, la cual, reconoce, es de difícil presupuesto, pero entonces busca generar estrategias para que una buena idea sea llevada a buen término.
«Creo que en México es fundamental recuperar la obra pública porque la mejor obra arquitectónica que se hizo en este país en el siglo XX es la pública, desde Ciudad Universitaria, hasta las escuelas que hizo Juan O´Gorman en los años 20s».
Aunque critica que no hay urbanismo en México y que no existe un planteamiento serio frente al tema, Rocha cree que en el país se está haciendo una muy buena arquitectura: «El mundo está volteando hacia América Latina, Asia, al Tercer Mundo, donde hay una arquitectura que trata de resolver problemas básicos y no una arquitectura que con, mucho poder y economía, trata de sobreactuar. Me siento cómodo en este lugar. México, con todos sus problemas, es un lugar que te permite hacer una arquitectura que puede resolver temas. Hay que pelear con otras cosas, pero hay una gran libertad y es responsabilidad de los que estamos atrás hacer de esto una arquitectura importante. Encaramos el trabajo cargados del lado izquierdo, tratando de entender que la arquitectura tiene que ser humanista».
De cara a la sustentabilidad, advierte que hay que cuidarse de las modas: «Es es un problema ético; la mejor arquitectura que se ha hecho a lo largo de la historia es sustentable. Pero poner un techo o un muro verde, que muchas veces es carísimo, no es sustentable. Lo sustentable no está en el impacto formal».
Algunos de los proyectos en los que ahora trabajan Rocha y el Taller de Arquitectura son el Teatro Mariano Matamoros en Morelia, la restauración del Convento de San Pablo en Oaxaca, con la Fundación Harp Helú, que generará un pasaje cultural de un lado a otro de la calle. Con la Fundación Televisa trabaja en el plan maestro de rescate del Río Tacubaya y la ermita de Vasco de Quiroga de Santa Fe.
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