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Una escena de la película. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, enero 2011. (RanchoNEWS).- Helena Bonham Carter, con su papel en El discurso del rey, ha dado la vuelta completa. Empezó encasillada en papeles de época en el estilo de Habitación con vistas o Regreso a Howards End, luchó encarnizadamente para escapar del corsé de chica eduardiana, y ahora ha regresado triunfalmente a una película de época nominada para los Globos de Oro y favorita para llevarse unos cuantos Oscar de la Academia de Hollywood. Una nota de Rafael Ramos para La Vanguardia:
Parece cuestión del destino que Bonham Carter se convirtiera en la reina madre, dado que en otras cuatro anteriores ocasiones había hecho de monarca en el cine, y que lleva unos genes nobles escondidos detrás de la imagen un tanto excéntrica que se le ha atribuido desde el comienzo de su relación hace ya más de una década con el director norteamericano Tim Burton, padre de sus dos hijos. Su bisabuelo Sir Herbert Asquith fue primer ministro liberal del Reino Unido, de modo que los círculos del poder no le son ni mucho menos ajenos.
«Tan sólo ahora tengo la sensación de empezar a saber de qué va este negociado», comenta Helena, que casi con toda seguridad se va a llevar con El discurso del rey su segunda nominación a la anhelada estatuilla (la primera fue hace mucho tiempo por Las alas de la paloma, su primera gran fuga de los roles de época). La actriz admite que ahora que tiene niños disfruta mucho más el trabajo en el cine, «porque tan sólo hago aquellas películas que realmente me aportan algo, de lo contrario prefiero quedarme en casa».
Para la intérprete, «casa» no es una casa en el sentido convencional sino dos viviendas contiguas pero separadas por un muro (la «línea Bonham-Burton») en el elegante barrio londinense de Belsize Park, cada una con su propio sistema de televisión por cable y preparada para las necesidades de su residente principal.
Aunque un apaño tan poco convencional fascina a la prensa británica y contribuye a la imagen de excentricidad de la pareja, Helena hace ostensible que adora a su compañero, y se le iluminan los ojos cuando habla de sus locuras. Se conocieron en el rodaje de El planeta de los simios, con ella disfrazada de chimpancé, un acontecimiento que cambió radicalmente la vida de la actriz (hasta los 30 años vivió en casa con su madre, como una adolescente tardía temerosa a volar del nido).
Detrás de su aspecto frágil, se encuentra una persona de carácter fuerte, cuyo padre banquero permaneció 25 años en una silla de ruedas. Quizá por ello aprecia especialmente la enorme fortaleza espiritual de la reina madre, de manifiesto en El discurso del rey y que va mucho más allá del estereotipo de una abuela alegre aficionada al coñac, los caballos y las apuestas que se le colgó en los últimos tiempos de su larga vida (murió a los 101 años).
Helena Bonham Carter ha sido la protagonista ya de seis de las películas de Tim Burton, haciendo papeles que no podían estar más alejados de aquella chica que empezó como una turista inglesa en la Toscana de Habitación con vistas. Ahora ha vuelto a la Inglaterra de los 30 por todo lo alto, nada menos que como la reina madre. Pero en el caso de una persona y actriz tan poco convencional no se puede hablar de redondear el círculo, más bien de «cuadrarlo».
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