Rancho Las Voces: Poesía / Estados Unidos: Aparece un autógrafo de «Poeta en Nueva York»
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viernes, enero 07, 2011

Poesía / Estados Unidos: Aparece un autógrafo de «Poeta en Nueva York»

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Maurer, hace un mes, en el homenaje a Mario Hernández. (Foto: El Cultural)

C iudad Juárez, Chihuahua, 7 de enero 2011. (RanchoNEWS).- Lo explica muy bien Christopher Maurer en las páginas siguientes: durante una caminata virtual se enteró de la noticia de un manuscrito desconocido de Federico García Lorca. Estaba en un archivo de música de la Biblioteca del Congreso de Washington, y fue a verlo. Era un autógrafo de «Nueva York: Oficina y denuncia» con versos distintos a los conocidos por todos, tachados a lápiz por el poeta. ¿Cómo llegó a Estados Unidos? El lorquista cuenta la rocambolesca trayectoria del autógrafo y nos traslada su emoción ante el hallazgo. Desde Madrid, una nota de Blanca Berasátegui para El Cultural:

Para Christopher Maurer son fascinantes hasta los borrones de un poeta como García Lorca así que no es de extrañar que califique el hallazgo del autógrafo de Lorca de «prodigioso». «Me acuerdo –dice– de las palabras de Quevedo sobre un poeta del XVI: 'Que de tales ingenios, aun las manchas que ellos se quitan pueden ser joyas para los que sabemos poco, y su sombra nos vale por día'».

Oficina y denuncia es de los poemas más dramáticos de Poeta en Nueva York. Y estos versos, luego tachados por el propio Lorca, todavía más. ¿El impacto del poeta con la ciudad fue tan negativo como parece?

El poeta, protagonista de Poeta en Nueva York, se presenta como una especie de Mesías. Anticipando su propia muerte se ofrece como redentor de un mundo natural expoliado o ignorado, «donde laten los corazones / de los animalitos que se olvidan». Si la idea de ser devorado (clara alusión a la Eucaristía) tiene resonancia, es en parte porque, desde 1936, se ha propagado la idea de García Lorca como víctima sacrificial. Llaman la atención en el libro las imágenes relacionadas con comer, ser comido, vomitar... como si el poeta denunciara el consumo sin límites.

¿Tiene usted la impresión de que el poeta estaba abrumado, solo...? ¿Qué vida hacía Lorca en Nueva York?

Dijo García Lorca que, al escribir sobre Nueva York, quería ser (a diferencia del trotamundos Paul Morand) «el hombre que mira la gran mecánica del 'elevado' y le caen las chispas de carbón encendido en las pupilas». Y quizá lo consigue. Pero al preparar el libro sobre Lorca en Nueva York y La Habana, nos hemos dado cuenta Andrew Anderson y yo de que se movía en unos círculos sociales e intelectuales muy selectos. Es Fernando de los Ríos quien le presenta a Federico de Onís, catedrático de Columbia University. En Columbia tiene contacto con todos los españoles que visitan el Instituto de las Españas: Dámaso Alonso, que da una clase en Columbia sobre Lorca y su generación; la Argentinita y Sánchez Mejías, María de Maeztu, Concha Espina, Camba, León Felipe... Renueva su amistad con Andrés Segovia y lo ve triunfar en Town Hall. Come con La Argentina y con Lucrecia Bori, dos de los ídolos del público neoyorquino. Se emborracha con el poeta Hart Crane y explora Harlem con la novelista negra Nella Larsen, a quien la madre de Lorca invita a Granada. Se interesa por él gente importante del teatro y uno de sus amigos fue Herschel Brickell, crítico literario importantísimo en aquel momento, que ayudó a lanzar la carrera de Margaret Mitchell. Puede decirse que Lorca volvió a España con una visión privilegiada de la ciudad de aquel entonces. Dijo que había sido la experiencia más útil de su vida.

«Devorado en las escuelas nacionales para sabiduría y ejemplo de los niños». ¿Son versos premonitorios? ¿Ha sido Lorca devorado en las escuelas nacionales durante el franquismo?

Desde luego, en las escuelas nacionales de la posguerra, no se leía a García Lorca. La primera recopilación española de su obra es la de Aguilar en 1954. Antes, existían las obras completas editadas por Guillermo de Torre en Buenos Aires. En 1975 ya proliferaban las ediciones y Lorca era un símbolo político cada vez más complejo y discutido. El año pasado seguí con inquietud el esperpento que se armó en torno a la búsqueda de la fosa, y vi cómo surgieron cuestiones que todavía están lejos de resolverse, entre ellas la mejor manera de conmemorar a los muertos, la distinción entre lo público y lo privado, lo personal y lo colectivo. ¿De verdad que Lorca pertenece ya a todo el mundo?

El poeta del deseo

Con inquietud también ha seguido siempre el tema de la homosexualidad de Lorca, que lo relaciona con lo anterior. Dice Maurer que durante años ha intentado combatir la ingenua idea de que la obra de Lorca pueda reducirse a un código de una sola clave: la frustración sexual. «Lorca –insiste– no es el poeta de la frustración, es el poeta del deseo, el poeta elegíaco por excelencia. Canta a lo ausente. Su obra sugiere que no podemos definir nunca lo que deseamos, lo que queremos, y que, aun si pudiéramos definirlo y conseguirlo, no estaríamos satisfechos. Al contrario. Siempre buscaríamos 'otra cosa'. Claro que, en el pasado, ni se hablaba de la homosexualidad de García Lorca. Eso también era un extremo equivocado».

No es la primera vez que el profesor Maurer descubre textos lorquianos. Dentro de unos meses habrá más sorpresas. Coincidiendo con la inauguración del Centro FGL en Granada, dará a conocer el libro Federico en Nueva York y La Habana: Cartas y recuerdos, que con documentos inéditos ha escrito con Andrew Anderson. Y recuerda ahora otros hallazgos.

«En el otoño de 1929, escribió el guión de un cortometraje experimental, Viaje a la luna, para que lo filmara el pintor y cineasta mexicano Emilio Amero. Hace años llamé a la viuda de Amero –vivía en Oklahoma– y le animé a buscar entre los papeles de su marido esas páginas preciosas. Al encontrarlas, creo que en una mesita de noche, Beatriz Amero vendió el manuscrito a la Biblioteca Nacional de España. La obra la editó primorosamente Antonio Monegal y la llevó a la pantalla Frederic Amat. Fue todo un honor participar en la recuperación de ese manuscrito».

Desde su despacho en la Universidad de Boston, Maurer relata que son muchos los norteamericanos atraídos por la cultura española gracias a Lorca, que abrió la senda hacia otros poetas, antiguos y modernos. «Mi propio camino fue así». Su año de estudiante en Barcelona fue decisivo, porque de ahí se fue a Salamanca «donde tuve la suerte de estudiar con un profesor que nos habló con pasión de la literatura, José Antonio Pascual. Volví a Estados Unidos y me gradué en Columbia, muy consciente de la historia de ese departamento, donde había enseñado Lorca. Ya había traducido un libro de prosa de Federico, me daba cuenta de que la edición de Aguilar tenía erratas y omisiones, y decidí presentarme en casa de la familia del poeta, y pedir que me dejaran ver los manuscritos. Con gran sorpresa, la hermana de Federico, mi querida Isabel García Lorca, puso a mi disposición todo lo que necesitaba, y me presentó al máximo experto sobre Lorca, el poeta Mario Hernández».

Gracián, bestseller

Hoy da clases de literatura española (poesía de los siglos XVI, XVII y XX) en la Boston University y este semestre ha dirigido un seminario sobre cómo los escritores del siglo XX leyeron la poesía barroca.

¿Le sorprendió, por cierto, que su libro sobre Gracián (Oráculo manual y arte de la prudencia) fuera un best seller en EE. UU.?


Pues sí. En estos 20 años se han vendido 225.000 ejemplares, y Amazon y Google acaban de publicar las primeras ediciones electrónicas. Impreso o en línea, «de cada sílaba nace una sutileza ingeniosa, y de cada acento un concepto».

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