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viernes, febrero 10, 2012

Artes Plásticas / España: Exponen «Duchamp»

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El artista retratado por Ugo Mulas en Nueva York en 1967. (Foto: Cultural Cordón)

C iudad Juárez, Chihuahua, 10 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Unos le acusan de haber asesinado el arte. Otros le defienden como aquel que lo liberó de la dictadura de aquellos que pontificaban lo que era bueno y lo que era malo. Ante la magnífica exposición que abrirá sus puertas en Burgos la próxima semana... ¿Cómo juzgar a Marcel Duchamp (1887-1968)? Una nota de Miguel Ángel Vergaz para El Cultural:

Los hechos ocurrieron el 9 de septiembre de 1917, en Nueva York, tiempo y ciudad donde las vanguardias cuestionan todo lo anterior. En una sala de exposiciones, un tal R. Mutt (seudónimo de Duchamp) traspasó todos los límites: se atrevió a colocar un urinario como pieza a exhibir con el título de Fuente. Lo colocó boca arriba y firmó como autor en algo en cuya fabricación y diseño no había intervenido, que tan sólo había encontrado.


El desafío era total: el arte es lo que se presenta como tal y no aquello que se produce bajo unos cánones o contra ellos. El urinario se retira entre grandes muestras de indignación. Pero, tal vez por eso, alguien lo compra. ¿Es o no es arte? Se llega a los puños.

Lo cierto es que, tras su manipulación y contemplación como objeto artístico, la pieza mutó. Ya no era «ni arte, ni anti-arte, sino algo que está entre ambos, indiferente, en una zona vacía», explica Octavio Paz en su admirativo ensayo sobre Duchamp Apariencia desnuda. Y, en ese limbo, el objeto encuentra una «hermosura (...) una belleza libre, al fin, de la belleza».

Pero por los conductos de ese urinario sigue desaguando cualquier certeza. Y algunos no perdonan. El crítico Robert Cumming define a Duchamp como «un matón brillante y arrogante que continúa hipnotizando e intimidando al mundo artístico desde su tumba».

Única ocasión

Cultural Cordón, la sala de exposiciones de Caja Burgos, abre en la capital burgalesa, del 16 de febrero al 29 abril, una exclusiva muestra de Duchamp que supone un acontecimiento nacional e internacional. Unos fondos que, tras su visita a Castilla y León, sólo podrán contemplarse en Venecia y Roma.

Luego retornarán al lugar de donde han partido, la colosal colección de arte contemporáneo de la empresaria italiana Luisella Zignone, por lo habitual muy celosa de cederlos para exponer.

Se trata de una oportunidad única en España arbitrada por los comisarios Stefano Cecchetto (el mejor conocedor de los fondos Zignone) y Javier del Campo, responsable de las exposiciones de Cultural Cordón, que han puesto el énfasis en el conocimiento y divulgación del autor. A su juicio, Duchamp es más complejo y rico que lo que se ha debatido sobre él: hay que, en cierto modo, descubrirlo.

Objetos encontrados

Son 89 obras divididas en cuatro bloques. El primero de ellos acoge los Ready-Made, objetos que, como el urinario-fuente, son cotidianos, pero cuya descontextualización dentro de una sala los 'convierte' en obras de arte. Incluye, además de la Fuente, otras piezas míticas como Botellero y su primer objeto encontrado: la pala de nieve rebautizada con el título En previsión de un brazo roto.

La segunda parte contiene dos cofres del tesoro en forma de cajas (boîtes) o contenedores donde Duchamp guardaba sus cosas. Son dos piezas del catálogo que, en su interior, guardan 150 pequeñas obras más.

Una de ellas, la Boîte Verte (Caja Verde), contiene anotaciones, dibujos, fotografías e, incluso, críticas de una de las creaciones más analizadas y misteriosas de la historia, y obra capital de Duchamp: El Gran Vidrio, también conocido como La novia puesta al desnudo por sus solteros. El original de esta obra –en propiedad del Philadelphia Museum of Art– consta de dos cristales superpuestos de tres metros de altura, «una jaula trasparente» donde se representan los mecanismos de deseo.

En cuanto a la otra caja, la Boîté-en Valise, resulta ser un delicioso 'teatrillo' donde Duchamp dispuso una muestra en miniatura de algunas de sus obras más representativas, incluso de su primera época como pintor cubista. Toda vez que Duchamp trabaja con el cristal siente la llamada de la óptica y a ésta se dedica el tercer apartado de la muestra. Allí encuentra un espacio de movimiento hipnótico de figuras geométricas en máquinas que vaticinaban el 3D, siempre en colaboración con su amigo el gran fotógrafo Man Ray, que testimonió con su cámara muchos de los trabajos del artista.

Su alter ego

El último capítulo toca una de las más curiosas facetas de Duchamp, la creación de un alter ego, llamado Rose Selavy, con el que quiso desvincularse del 'personaje' que crítica y público tendían a mitificar. Para darle entidad, el autor posó vestido y maquillado de mujer para Man Ray.

Como Selavy, firmó obras como Fresh Widow, una ventana en la que los cristales son sustituidos por superficies negras y bruñidas: el acto de mirar es provocado y, a la vez, negado. Queda flotando con magnética intensidad. Han pasado 95 años y 6 meses desde que Duchamp asesinara o salvara al arte con la colocación de aquel vulgar urinario o aquella bella fuente. Y el tiempo todo lo relativiza.

Sencillamente, Duchamp

Ha ocurrido una anécdota significativa en la preparación de esta exposición. Su título, en principio, iba a ser El arte de negar el arte. Pero lo han desechado en los últimos días. «Supe que aquello estaba superado, manoseado», explica el comisario Javier del Campo. Su título final, sencillamente, Duchamp. En Burgos, entonces, Duchamp se queda a solas con Duchamp. Éste resumió su vida en dos frases:«He tenido suerte, una suerte estupenda. Nunca he pasado un día sin comer y no he sido rico».

Fue, en todo caso, un hombre coherente con sus opiniones sobre la validez del arte y los que «se las daban de artistas». Renunció a ser un pintor, vivió modestamente, trabajó de bibliotecario sin sacar partido económico a sus trabajos –muchos de los cuales guardaba o regalaba– y que ocupó su mente con la pasión por el ajedrez.

Pero un hombre que, pensara lo que pensara, no pudo dejar de ser un creador. En soportes tan diferentes como pintura, literatura o cine. Margarite Duras decía que, al tratar con un escritor, las personas «tienden a escribirse». Es posible que ante un artista de la percepción de Duchamp, cosas que se creían feas encontraran, al fin, su belleza. De eso sí que fue culpable.


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