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jueves, febrero 09, 2012

Teatro / México: Insuficiencia de foros y recursos frenan el arte escénico en el país

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Escena de La tempestad, obra de Shakespeare, que realizó temporada el año pasado en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario. A pesar de su éxito, muchos se quedaron sin ver el montaje, debido al número limitado de funciones, aun cuando en la UNAM el mínimo es de 50 escenificaciones. (Foto: Francisco Olvera)

C iudad Juárez, Chihuahua, 9 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Un serio y grave problema que de manera creciente afecta a dramaturgos, directores, actores y compañías de teatro en México, sin distinción de trayectoria profesional, es el cada vez más reducido número de funciones que tiene una obra de teatro, que para ser puesta en escena requirió de semanas, incluso meses de preparación. Una nota de Carlos Paul para La Jornada:

Hoy día, en el país, una agrupación teatral que trabajó durante tres o cuatro meses, al final del proceso creativo sólo presenta entre ocho y 12 funciones y, en ocasiones, menos: cuatro o cinco.

Llegar a 30 funciones en un periodo de varios meses es considerado un resultado feliz de temporada, cuando en años pasados tal «éxito» sólo se consideraba con no menos de 50 o 100 funciones.

El cada vez más reducido número de presentaciones de una obra «es una situación grave y lamentable para los creadores escénicos y productores del país», deploran integrantes de la comunidad teatral.

Como parte de tal problemática, está la cuestión de que los actores y actrices invierten semanas en ensayos, los cuales generalmente no son pagados, pues el modelo de subsidio en México no alcanza para remunerarlos.

Fuera, más de 150 obras

Autoridades del teatro institucional y creadores escénicos independientes consideran que entre las causas para programar un limitado número de funciones figuran el presupuesto limitado y la insuficiencia de foros que den salida a la abundante oferta teatral.

Entre los espacios institucionales más solicitados está el Centro Cultural del Bosque, dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), que integra los teatros Julio Castillo, El Galeón, El Granero, la sala Xavier Villaurrutia, el Teatro de la Danza y el foro conocido como la Sala CCB.

Para la programación de 2012, este centro cultural recibió más de 200 proyectos, de los cuales resultaron seleccionadas 12 obras para niños y jóvenes y, alrededor de 30 para adultos. Eso significa dejar fuera más de 150 piezas.

Por otra parte, la Coordinación Nacional de Teatro convoca y selecciona algunos proyectos, pero ya no tiene el papel de productor teatral.

Caso aparte es el programa oficial Teatro Escolar, de esa coordinación, que con un público cautivo llega a «poner al año, entre 35 y 40 obras».

Otro espacio institucional es el Centro Cultural Helénico, el cual integra El Teatro y La Gruta. El número de proyectos sometidos a un jurado que se recibieron para la programación de 2012, fue de 156, de los cuales hasta el momento se han autorizado 36.

En el caso del Centro Cultural Helénico, «cada montaje es programado con 12 funciones y en dependencia de la cantidad de público extienden la temporada (lo que casi siempre sucede), y lo máximo que pueden ofrecer son seis meses, para dar oportunidad a que todas las compañías seleccionadas cuenten con una temporada en esos espacios».

En el Centro Cultural Universitario, que agrupa los teatros Juan Ruiz de Alarcón, Santa Catarina y el Foro Sor Juana Inés de la Cruz, las obras que ahí se escenifican «ofrecen alrededor de 50 funciones o más, ya que es una institución que –detalla Enrique Singer, titular de la dirección de Teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)– cuenta con un presupuesto para la producción de pocas obras, pero para que tengan por lo menos 50 funciones».

El Sistema de Teatros, dependiente de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, integra los teatros de la Ciudad, Sergio Magaña, Benito Juárez, el Foro A Poco No y el foro itinerante El Blanquito, espacios que dan cabida a coproducciones con el INBA y en un futuro próximo con la UNAM.

Normalmente en los recintos del Sistema de Teatros las temporadas llegan a ser de 12 funciones y en ocasiones de más.

Labor de espacios independientes

Por otro lado se encuentra el esfuerzo que realizan los espacios independientes, como el teatro El Milagro, con la dirección artística de David Olguín, donde por ejemplo para su programa de Teatro Emergente evaluaron este año alrededor de 40 proyectos, de los cuales sólo fueron seleccionados cinco.

Una circunstancia similar es la del teatro La Capilla, con dirección artística de Boris Schoemann y Hugo Arrevillaga, donde para dar oportunidad a las nuevas generaciones y creadores con trayectoria programan una obra cada día de la semana, es decir, presentan una todos los lunes, otra los martes, una más los miércoles y así sucesivamente.

En ese espacio una obra puede durar dos o tres meses en cartelera, lo que en apariencia podría ser considerado mucho tiempo, pero a final de cuentas, según el caso, el montaje sólo ofrece de ocho a 12 funciones.

En cualquiera de los teatros, sea institucional o independiente, se advierte la existencia de una larga fila de proyectos escénicos en espera, «pues las instituciones prefieren sacrificar funciones en favor de dar trabajo a más personas», opina Singer.

Actores emigran a la televisión

Creadores independientes como David Olguín, Hugo Arrevillaga y Richard Viqueira llaman la atención, además de sobre la numerosa oferta teatral. acerca la la falta de espacios y recursos.

Para el dramaturgo y director David Olguín la falta de presupuesto «ha conducido a una desprofesionalización y migración del medio teatral».

Los apoyos económicos vía coinversión con el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), por ejemplo, «se han pulverizado», dice el creador escénico. «Inclusive se pide a las agrupaciones teatrales, vía convocatoria, asegurar únicamente entre 10 y 12 funciones».

Eso repercute «en que los cuadros formados por varios años para el teatro emigran a otros medios, como la televisión, lo que es sumamente grave, ya que teniendo en México escuelas teatrales con enorme tradición, resulta que ahora forman cuadros de actores que, para sobrevivir, se van a otros medios».

La cuestión de invertir semanas o meses para tan pocas funciones, impacta también en el proceso creativo.

«En cuanto se logra por fin poner en escena una obra, lo que más necesita el actor en ese momento es dar el mayor número de funciones, para así tener el mayor contacto con el personaje y con el público.

«Es a partir de esa etapa final del proyecto creativo que el actor afianza el perfil del personaje y lo puede explorar cada vez más en la ficción. Y no sólo eso, sino también para que la obra encuentre su propio público.»

Esto último es también de enorme relevancia, señala Viqueira. «Es muy importante la correlación entre el número de funciones y lo que el público solicita, pues también es cierto que hay obras cuya naturaleza determina tener sólo 10 funciones».

Sin embargo, «en su mayoría, los proyectos al ofrecer pocas funciones, de alguna forma quedan truncos», coinciden en afirmar Arrevillaga y Singer.

Una necesidad urgente «es la apertura de más foros independientes».

Por lo que toca a la ciudad de México, manifiesta Olguín, «habría que hacer una reforma en la que la administración de la ciudad realmente se comprometa en propiciar la apertura de espacios independientes. Nuestro gobierno y funcionarios de izquierda que deberían ver la utilidad del teatro, dentro del tejido social, no le entran, no se comprometen».

Aunque los creadores escénicos coinciden en señalar la necesidad de abrir más espacios independientes, la comunidad teatral «se enfrenta al problema de los permisos de las autoridades y con la cuestión de conseguir recursos económicos para un mínimo equipamiento teatral».

La solución a esta problemática es tan sencilla como facilitar dos cosas: financiamiento y permisos, afirman los creadores teatrales.

En México «nos encontramos muy atrasados respecto del concepto de operación de salas independientes», reconoce Juan Meliá. titular de la Coordinación Nacional de Teatro.

Por ejemplo, explica el funcionario, Argentina tiene un esquema al revés del de México.

«Ahí se podría decir que existen más salas independientes que públicas. Ellos, tienen apoyos de todo tipo para las salas independientes. Por eso en México la reflexión debe tomar en cuenta hacía dónde va nuestro modelo de producción, el cual se basa en el subsidio».

Hace falta, propone el titular de la Coordinación Nacional de Teatro, «ampliar el modelo, pasar de asumir como prioridad el concepto de salas públicas, a tener un equilibrio más adecuado entre teatro público y salas independientes». Lamentablemente, reitera el funcionario, «en nuestro país no es fácil abrir salas independientes.

«El hecho de no haber construido desde hace décadas un andamiaje para que las obras tengan cierta circulación, aparejado con la aparición cada vez más de diferentes compañías independientes, ha propiciado que en México los espacios existentes queden rebasados».

En tanto se abren a futuro más espacios independientes, es necesario a corto plazo «una alianza interinstitucional junto con los foros o teatros independientes para dar salida continua a los trabajos que hoy día realizan las compañías. Esa unión podría ofrecer una vida más larga a los proyectos.

«El asunto es que los involucrados deben establecer criterios muy claros y comprometerse, no sólo de manera coyuntural», coinciden en señalar David Olguín, Hugo Arrevillaga y Richard Viqueira.

Se realizan muchos festivales

Algo que el gremio teatral no ha podido lograr en términos de organización, son los corredores en los estados.

Administraciones federales y locales van y vienen, y no logramos concretar una red alternativa con salas del Estado y las pocas salas independientes que hoy existen», deplora Olguín.

«Somos un país que hace muchos festivales (teatrales), pero fuera de los mismos existe muy poca vida para una obra, y el teatro, a diferencia de otras disciplinas, necesita de una vida activa y permanente», expresa Juan Meliá.

La cuestión, concluye, es ¿qué hacemos para que exista una mayor circulación de las obras?, ¿qué hacemos para equilibrar subsidio y autogestión?, ¿qué hacemos para tener salas independientes exitosas?, ¿qué hacemos para que no disminuya cada vez más el número de funciones de una obra?


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