Rancho Las Voces: Fotografía / España: Diario de la motocicleta de Walter Astrada
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lunes, julio 27, 2015

Fotografía / España: Diario de la motocicleta de Walter Astrada

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El fotoperiodista argentino Walter Astrada da la vuelta al mundo a lomos de su Royal Enfield. En sus maletas, varios World Press Photo, Pictures of The Year y el premio al fotógrafo del año de la NPPA (Foto: Walter Astrada)

C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de julio de 2015. (RanchoNEWS).- Algunos argentinos son propensos a recorrer continentes subidos en una motocicleta. Walter Astrada (Buenos Aires, 1974) ya había visto mucho mundo antes, trabajando como fotoperiodista y, sin embargo, el pasado 1 de mayo se subió a su Royal Enfield con la idea de dar una vuelta: la vuelta al mundo. Reporta desde Madrid Alberto Di Lolli para El Mundo.

Quien conoce a Walter sabe que lo de viajar es casi su estado natural. Sus primeros sueldos fueron premonitorios: trabajó de mecánico de aviones en la Argentina de los 90. Luego se dejó llevar por la intuición que tuvo a los 13 años y se hizo fotógrafo. Y a través de su cámara ha contado historias en más de 20 países para numerosos medios y agencias internacionales, cosechando también los reconocimientos más prestigiosos: varios World Press Photo, Fotógrafo del Año de la Asociación de Fotoperiodismo Americana (NPPA), Pictures of The Year y una larga lista que conforma el patrimonio de una persona que no posee más que las ocho cajas que guarda en casa de un amigo en Barcelona y lo que lleva en las maletas de su moto.

Hablamos por el camino gracias a la tecnología. La última vez, con casi 14.000 kilómetros a cuestas, lo enganchamos en Osh (Kirgistan). Conversamos cuando se detiene en algún lugar donde hay internet. Yo, café solo. Él, un té. La videocámara hace de mesa. Le asedio a preguntas, porque uno es curioso y no sabe por dónde empezar. Pero Walter es un tipo tranquilo y después de media hora de detalles, la conversación se va caldeando y entramos en materia.



Siempre quise dar la vuelta al mundo, ¿quién no? Y más después de leer la novela de Julio Verne.

El primer gran viaje fue a los 24, con una mochila, por varios países de la América del Sur. Por el camino llegó la oportunidad de trabajar para Associated Press y decidió interrumpir. Bolivia, Argentina, Paraguay, Madrid y vuelta a Buenos Aires. Un par de años en República Dominicana y Haití y un salto para vivir en España.

Después fue lo de África: la violencia tras las elecciones en Kenia, vivir en Uganda, el baño de sangre en Madagascar durante una manifestación. Instantáneas del dolor de un continente que inundaron las páginas de diarios de todo el mundo. Y de esa violencia extrema se mudó a otra crueldad escondida, la que somete a las mujeres. Astrada contó esa masacre silenciosa en Guatemala, Congo, India y Noruega.



En 2010 se le colaron dos ruedas en la cabeza. Fue en Haití, documentando una epidemia de cólera y las elecciones presidenciales.

Tenía un fixer que me llevaba en moto a todas partes y pensé: éste es el medio de transporte ideal para el viaje que siempre quise hacer.


Pero había dos problemas: no tenía ni carné, ni moto. Así que tuvo que resolver esos trámites. Bueno, esos y los visados, y una lesión de rodilla el año pasado que retrasó un poco la salida. Finalmente, el día de la fiesta de los trabajadores giró la cerradura de la que había sido hasta entonces su casa en Barcelona y se subió a Athenea, el nombre con el que ha bautizado su montura.

Es la diosa de la sabiduría. Para un viaje como éste hace falta mucha y, ya que no la tengo yo, al menos que la lleve la moto.

Dejó España rumbo al este, persiguiendo el amanecer: Francia, Italia, Grecia, Turquía. Diez días en Estambul y luego la Capadocia, la impresionante Capadocia.

No voy a ninguna parte, el viaje en sí mismo es el destino. Es la diferencia entre desplazarse y viajar.



Algunas condiciones sí hay: las fechas de los visados -cruzar Kazajistán antes de septiembre-, la cuenta atrás del invierno -Siberia antes de noviembre-, y los problemas mecánicos que se irán solucionando con ese curso que hizo en la India, sus herramientas y los ayudas locales para problemas con el guardabarros.

En realidad, Walter hace dos viajes: el del cuentakilómetros, siempre a 80 por hora para no castigar el motor, y el otro, el que hace su cabeza mientras tanto. Pasa una montaña en Turquía, y la memoria lo lleva a los Pirineos. Se sienta a escribir el diario en una mesita con un té, y los armenios del bar le recuerdan a la Argentina de la infancia. A veces se iría volando a un rincón de Paraguay donde hacen la sopa de pescado más rica que ha probado. O paseando por Mostar, los edificios plagados de cicatrices le devuelven imágenes de lugares de conflicto que vieron sus lentes.



Para este nómada que fluye por el mundo como el agua, nada hay más absurdo que las fronteras. No deja de pensar en los que no lo tienen fácil. Entra a un país como si nada, donde los funcionarios de la aduana no hablan ni una palabra de inglés mientras en las noticias siguen repicando los saltos a la alambrada o el mar como una fosa común sin medida. Ésa contradicción de líneas divisorias con las que se ha escrito la historia de la humanidad. Para llegar a Armenia ha tenido que dar la vuelta por Georgia, porque las disputas históricas mantienen cerrada la frontera con Turquía.

Las diferencias culturales existen y están bien. La cultura occidental se extiende y no creo que sea la mejor ni mucho menos, deberíamos aprender mucho de las culturas locales. Pero los seres humanos tenemos muchas cosas en común también.


Y eso es lo que fotografía: las cosas que nunca ha visto y las cosas que se repiten en distintos lugares. Todo con mesura, unos 100 disparos para tener una foto diaria.

Y todo con disciplina, fotos al amanecer y al atardecer, seis días a la semana. Los lunes los dedica a editar y a poner fotos en la web. Una ventana donde cuelga postalitas con ningún destino, que van componiendo su cuaderno de bitácora. Un portal donde uno encuentra un curioso crowdfunding para colaborar con su travesía: se pueden comprar fotos o llenar un depósito de gasolina.

¿En qué piensa mientras está conduciendo?

A veces voy haciendo listas de cosas que he visto para escribir luego en la libreta -el diario de viaje- ideas para el blog o voy editando fotos mentalmente. A veces la cabeza va por su cuenta. Es una sensación parecida a correr. Como la conducción es tranquila la mente puede irse y volver cuando quiera.

¿Cómo gestiona la soledad y la nostalgia?

Nostalgia de un lugar concreto no tengo. Tengo rincones y amigos en muchas partes. Y la soledad en sí misma no me molesta. Me entiendo bien conmigo, el cerebro me hace compañía. A veces sí echo de menos contarle a alguien lo que me pasa o cosas increíbles que veo, pero las guardo para cuando pueda hacerlo. Y también se me complica con el idioma, para poder profundizar en conversaciones con personas que se cruzan en el camino.

Aunque hay solidaridad en las veredas y moterosque ayudan. Y algún galpón con cajas llenas de tornillos viejos donde se reparan cosas como se ha hecho toda la vida, con imaginación y mucha maña.

Cuando las palabras escasean el dedo índice basta para señalar un plato del menú.

Mientras usted lee estas líneas, Walter acaba de reparar el amortiguador de su Athenea. Los viejos no pudieron con las infames carreteras de Uzbekistán y tuvo que seguir a cinco por hora hasta encontrar ayuda y pedir unos recambios que viajan desde España.

Todavía es pronto para sacar conclusiones de un viaje que se aventura largo, pero mirando sus fotografías y el sosiego de sus gestos no se puede evitar pensar que hay algo de espiritual en este viajero; como cuando sonreía complacido en mitad de un atasco mientras le llovía un aguacero encima.

Después de Japón el viaje bajará de ritmo. Tal vez hasta Australia. Y luego América de arriba abajo. Desde Canadá hasta Buenos Aires.

¿Volverá a España ?

Hombre, sería lo suyo.

¿Y cuál es su hogar?

El hogar lo va haciendo uno más en el interior que en un lugar concreto.

Ruge Athenea. Walter se alegra en su ánimo. Los dos tienen un pacto para el futuro. Buen viaje amigo.

Siga el viaje de Walter Astrada en la web: www.wastradathejourney.com/


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