Rancho Las Voces: Fotografía / México: Rogelio Cuéllar publica el libro «La imagen absoluta del mundo»
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miércoles, julio 15, 2015

Fotografía / México: Rogelio Cuéllar publica el libro «La imagen absoluta del mundo»

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De los cientos de negativos que ha captado desde hace 40 años, el fotógrafo mexicano ofrece una antología en su obra. (Foto: Rogelio Cuéllar)

C iudad Juárez, Chihuahua. 15 de julio de 2015. (RanchoNEWS).- La belleza del cuerpo humano en la fotografía de Rogelio Cuéllar (Cd. de México, 1950) evoca la poética de un paisaje. La línea curva, la sombra, el brillo y la textura hacen de las anatomías desnudas una suerte de narrativa erótica que congelan el binomio amor-pasión, ajena de «telarañas pornográficas». Sonia Ávila reporta para Excélsior.

A ello responde que durante cuatro décadas el artista de la lente ha clavado su mirada en el eros del ser humano con el mismo interés que en el paisaje urbano y rural o en el retrato de personajes públicos en un ejercicio de búsqueda de la divinidad natural, de la armonía de la belleza.

«El desnudo es parte de un proyecto que vengo trabajando paralelamente desde que comencé a hacer fotos en 1967, desde entonces hice mis primeros desnudos. Todos los cuerpos son bellos, sólo hay que saberlos mirar», declara quien trabaja principalmente la fotografía analógica en blanco y negro.

De los cientos de sus negativos de desnudos, Cuéllar ofrece una antología en el libro La imagen absoluta del mundo (UAM-Xochimilco) que, por un lado, recorre 40 años de producción, y, por otro, hace un homenaje a la pintura realista El origen del mundo (1866) del francés Gustave Courbet que actualmente se exhibe en el Museo de Orsay en París.

La antología es una serie de más de 90 fotografías de cuerpos femeninos y masculinos en escenarios naturales sin mayor producción, y, que más allá de su desnudez, se presentan como un paisaje. Las líneas curvas de los senos o de las caderas de las mujeres, y de las piernas de los hombres se fusionan con un maguey, un matorral o las sombras producidas por rayos de luz que entran por una ventana.

Cuéllar señala que son una especie de montaje escénico en el que congela un momento erótico con la intención de provocar en el espectador sensaciones como la pasión, el amor y el goce de la belleza, y así romper con el tabú de la desnudez que aún en el siglo XXI inquieta.

«Me interesan los personajes comunes, cuerpos naturales, por eso no trabajo con modelos sino amigos o gente que recién me presentan y los invito a modelar para mí. El punto clave es la búsqueda de una mirada con fuerza erótica que es una línea muy delgada, casi como la piel de la cebolla entre hacer fotos con fuerza erótica sin que sean pornográficas, pues yo creo que las telarañas y lo pornográfico está en la mente de cada quien, cómo mira cada quien», señala en entrevista.

Cuéllar, quien en 2012 recibió el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, considera que su mirada durante estas cuatro décadas no ha cambiado en el sentido de que aún le sorprende las formas perfectas de un cuerpo, o su textura y luminosidad. «El cuerpo es infinito, no hay principio y no hay fin», acota el también autor de La invención de Morel y El rostro de las letras.

Ello explica que en sus fotografías se establezca un diálogo entre el entorno y los cuerpos, por ejemplo el marco de una ventana se fusiona con la línea recta del abdomen de una mujer recostada; o el trayecto de una rama de árbol sigue la anatomía de un hombre de pie. En cualquier caso, señala Cuéllar, evita retratar el rostro de los modelos no por un pudor sino para concentrar la atención del lector.

«Procuro que si aparece el rostro tenga los ojos cerrados, para mí es importante no distraer la mirada; también me permito fragmentar el cuerpo, lo estructuro en una composición que se logra con ritmo visual, las formas, las curvas, los contrastes me están conformando una narrativa, y la mía es una mirada frontal», apunta al reconocer que el desnudo es un tema clásico en las artes plásticas.

El homenaje a Courbet, explica, responde a un gusto personal por el óleo que se mantuvo muchos años guardado, e incluso perteneció a la colección privada del filósofo Michel Foucault, pero también como un reconocimiento a la composición estética de la pintura que para finales del siglo XIX rompió con el romanticismo clásico. Es, pues, una representación sin rodeos de la naturaleza, dijo.

Pero sus fotografías igual tienen como referente las esculturas y dibujos eróticos de Auguste Rodin, o las mismas imágenes de desnudos hechos por Edward Weston. «Sé que no estoy inventando nada nuevo, al contrario, me alimento mucho de la escultura, de la pintura, de la historia del arte», reconoce.

Si bien la mayoría de las imágenes son análogas, Cuéllar realizó algunos ejercicios de pixeles. Son dos fotografías a color que hizo con una cámara digital, y al momento de imprimir colocó el papel al revés lo que provocó que la tinta no se absorbiera, entonces con su dedo la esparció hasta conseguir composiciones abstractas.

«Toda fotografía es un texto, tiene su gramática que la da el ritmo visual, los contrastes, la gama de blancos a grises, las líneas y la misma composición. Y si toda foto es un texto, me interesa que el lector de mis fotos se emocione como yo al producirlas», concluye.


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