Toni Morrison. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de agosto de 2019. (RanchoNEWS).- Toni Morrison ha trascendido su faceta de escritora para convertirse, junto a Barack Obama y Oprah Winfrey, en una figura icónica y referencial de los afroamericanos en Estados Unidos. El primero la condecoró en el 2012 con la Medalla Presidencial de la Libertad, la más alta distinción que se concede a un civil en los Estados Unidos; la segunda encarnó a Sethe, la protagonista, en la adaptación cinematográfica de Beloved, indudablemente la novela que se cita como referencial al referirnos a esta autora.
Tal vez por esa dimensión social que ha acompañado a Morrison en los últimos años y su presencia en actos que pudieran ser considerados frívolos, ha motivado que su importancia como autora imprescindible en la narrativa norteamericana pudiera haberse visto eclipsada. Toni Morrison fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 1993 porque, según los académicos suecos, con sus novelas «dotaba de vida a una parte fundamental de la realidad norteamericana». Más allá de los valores artísticos y literarios de Morrison como narradora, el Nobel de aquel año reconocía a toda una literatura que se extendía desde Frederick Douglas a mediados del XIX, se sistematizó con el Harlem Renaissance de Langston Hughes a comienzos del XX, y en la década de los 50 del siglo pasado produjo obras seminales de lo que sería la narrativa norteamericana en las décadas siguientes como aquella de James Baldwin, Go Tell I ton the Mountain (1951) o la canónica Invisible Man (1952) de Ralph Ellison. Al mismo tiempo también se reconocía la importancia de escritoras afroamericanas como Zora Neale Hurston –Their Eyes Were Watching God (1937)-; Maya Angelou –I Know Why the Caged Bird Sings (1969)-; la poeta Gwendoline Brooks, etc.
El texto de José Antonio Gurpegui lo publica El Cultural
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