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La obra Mitosis de una rueda de la artista mexicana. (Foto: El País)
M adrid, 30 de abril, 2007. (Isabel Landa/ El País).- Con sangre japonesa y mexicana corriendo por sus venas, no es de extrañar que Hisae Ikenaga (México, 1977) resulte a primera vista una mezcla exótica y sugerente, como sus proyectos. Pero cuando husmeas en su obra descubres un mundo lleno de contraposiciones y reflexiones que invita al espectador a sacar sus propias conclusiones. "Mis obras hay que vivirlas en vivo, sentirlas, disfrutarlas y luego planteárselas", explica Ikenaga, de nombre y apellido japonés, mientras recorre su primera muestra individual en España, Vaivén, que se expone en el Instituto de México en Madrid hasta el 25 de mayo.
Con un padre japonés y una madre mexicana le cuesta huir de las contraposiciones entre el arte más minimalista de Japón y el barroquismo y colorido de México. Pero lo que realmente le fascina a Ikenaga son los objetos en sí y su significado en relación con las personas. La producción industrial versus la artesanal y la naturaleza y la influencia del hombre. Todo ello, en un contexto de globalización en el que ha ahondado a través de su obra.
Así surgió una de sus obras más paradigmáticas, A distancia nº1. Manuales de instrucciones para 4 mesas FORNBRO (2006) de IKEA. Ikenaga tenía que mandar una obra para una exposición en Barcelona y le surgió la eterna inquietud del artista-escultor: ¿Cómo mando la escultura para que llegue en buen estado? Decidió hacer una pieza a distancia, compró cuatro mesas en Ikea, construyó la estructura, hizo un manual de instrucciones igualito a los de la multinacional sueca y lo mandó a los comisarios de la exposición para que siguiendo las referencias elaboraran la obra de Ikenaga. Las instrucciones se regalaron en la exposición a los visitantes. El objetivo era cuestionar la producción artesanal.
«Por supuesto, comercialmente la pieza no funcionó y a las galerías no les gusta la fórmula porque no es muy rentable, pero la idea es que cualquiera lo puede hacer en cualquier parte del mundo que haya un Ikea y así puede tener una obra mía», cuenta esta artista mexicana, que irónicamente plantea un debate que flota en el mundillo artístico: «Te regalo la pieza, no necesitas ni comprármela. Házla tú mismo». Y va más allá, plantea cómo va desapareciendo cada vez más la participación del artista en la elaboración de su obra, «la mayoría de las veces te la imaginas, la dibujas y la mandas hacer».
Pero hay un fenómeno que le apasiona a Ikenaga: el de Ikea. La idea de las tiendas globales, donde la gente compra diseño a precios asequibles en contraposición al mundo artesanal y más regional mexicano. En su exposición Vaivén, que significa «ir y venir», una palabra abierta que tiene que ver, como dice la artista, con el movimiento, hay muchas referencias a este fenómeno de masas, obras inspiradas en el catálogo de Ikea y que convierte objetos como, por ejemplo, prototipos de lámparas, en formas orgánicas de plantas vistas al microscópico.
Mitosis de ruedas, corales reconstruidos, mesas humanizadas, listines telefónicos con islas perforadas... La metamorfosis y los cambios cíclicos que desarrollan las obras de Ikenaga rozan a veces lo surrealista. «En la obra de la rueda quise reproducirla como una célula, buscaba el objeto hecho por el hombre en contraposición con la naturaleza».
También hay una llamada a la incomunicación y la deshumanización en la obra de esta artista emergente. La escultura Aislado 3 es quizá una de las obras de la exposición que más inquieta: una guía telefónica se perfora para formar una isla inventada. «Quería trasladar la sensación de soledad que provocan a veces las ciudades grandes, donde a pesar de la cantidad de gente que existe en ellas casi no hay comunicación».
En cuanto a futuros proyectos, Ikenaga seguirá producciendo y sembrando preguntas dentro del universo creativo. Ha dedicido instalarse en Madrid, a pesar de que reconoce que le cuesta más esfuerzo encontrar un carpintero o un herrero para ejecutar sus obras que en México. Tras exponer sus obras en Alemania, Cuba, Nueva York, Londres y Japón, además de México y España, prepara una exposición en junio en Basilea (Suiza) y una propuesta para intervenir en julio en un proyecto en el Matadero de Legazpi
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