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lunes, abril 16, 2007

Literatura / «De los que nunca tienen dudas y otros imbéciles»; entrevista con Kurt Vonnegut

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El escritor en su juventud (Foto: Archivo)


E n la edición del 15 de febrero de 2003, en el portal LA INSIGNIA que dirige Jesús Gómez Gutiérrez, fue publicada una entrevista con el escritor Kurt Vonnegut realizada por Joel Bleifuss para In These Times, que tradujo del inglés Ana Inés Larre Borges y fue publicada inicialmente en la revista uruguaya Brecha.

A continuación la reproducimos con motivo del reciente fallecimiento del escritor:

Kurt Vonnegut cumplió 80 años en noviembre pasado. Publicó su primera novela en 1952, Player Piano, y desde entonces ha escrito otras 13 incluyendo Slaughterhouse Five, que está considerada como una de las más destacadas novelas antibélicas del siglo XX.

Ante la inminencia de la guerra contra Irak le pedí a Vonnegut que se pronunciase. Él es un socialista estadounidense en la tradición de Eugene Bvictor Debs, a quien le gusta citar: "Mientras exista una clase baja estaré en ella, mientras haya algo criminal me mantengo fuera. Y mientras haya un alma en prisión yo no me siento libre".

Usted ha vivido la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea, Vietnam, las guerras de la era Reagan, la tormenta del desierto, el conflicto en los Balcanes y ahora esta nueva guerra en Irak. ¿Qué cosas se han mantenido y cuáles han cambiado?

Algo que no ha cambiado es que ninguno de nosotros, sin importar en qué continente, isla o capa de hielo habite, pidió haber nacido, y sucede que aun alguien tan viejo como yo, que estoy en mis 80, simplemente llegamos aquí. Y cuando llegamos ya estaban estos juegos teniendo lugar, éste sería un motivo apto para colocar en los sellos o en la moneda de los países; yo pondría allí esta cita de Casey Stengel, el entrenador de béisbol, cuando se dirigía a un equipo perdedor de atletas profesionales: "¿Es que alguno de ustedes sabe jugar este juego?".

A la mitad de su vida (Foto: Archivo)

Por poner un ejemplo cercano diré que mi hija Lily, por ejemplo, que acaba de cumplir 20, se encuentra -del mismo modo que George Bush que también es joven- con que ella es una heredera de una sorprendentemente reciente historia de esclavitud humana, de una epidemia de sida y de submarinos nucleares dándose contra los suelos de los fiordos en Islandia y en otros lugares, cuadrillas listas para convertir con sus bombas H y sus ojivas nucleares en apenas segundos a cantidades industriales de hombres, mujeres y niños en un montón de huesos y cenizas radioactivas.

Y lo que es radicalmente nuevo en este 2003 es que mi hija, junto a nuestro presidente y a Saddam Hussein y tantos más, ha heredado un cúmulo de tecnologías que están rápidamente destruyendo las posibilidades de que este planeta continúe siendo respirable y eliminando la posibilidad de cualquier forma de vida. La humanidad ayer y hoy ha tirado a la basura cualquier solidaridad.

De acuerdo a lo que ha leído y escuchado en los medios, ¿qué es lo que la prensa está ocultando a la opinión pública sobre las políticas del presidente Bush y la inminente guerra con Irak?

Que son una idiotez.

Mi impresión s que hay mucha gente que ha comenzado a desesperar. ¿Cree que ya se han perdido las razones para tener alguna esperanza?

Yo siento que este país, por cuya Constitución luché en una guerra justa, podría muy bien haber sido invadido por marcianos y asaltantes. A veces deseo que hubiese sido así. Lo que ha sucedido, en cambio, es que ha sido dominado por los más sórdidos y patéticos golpistas de opereta que es dable imaginar. El gobierno federal está en manos de unos mediocres caraduras que no saben nada de historia o geografía, unos obtusos supremacistas blancos, cristianos con "k", y para peor los "pp", o personalidades psicópatas. Decir que alguien es un pp es dar un diagnóstico médico equiparable a decir que él o ella tiene apendicitis o pie de atleta. El clásico texto médico dedicado a los pp es The Mask of sanity (La máscara de la cordura) del Dr. Hervey Cleckley. ¡Léanlo! Los pp son presentables, saben muy bien el sufrimiento que sus acciones pueden causar a otros, pero no les importa. Y no puede importarles porque están locos. ¡Tienen un tornillo flojo!

¿Qué otro síndrome cree usted que es capaz de definir mejor a tantos ejecutivos de la Enron y de la WorldCom y muchos más que se han enriquecido mientras llevaban a la ruina a sus empleados, a los ahorristas y al país y sin embargo creen que siguen siendo tan puros como la nieve sin preocuparse de cómo se los juzgue? Pues son muchos los desalmados pp que tienen ahora grandes puestos en nuestro gobierno federal, y que se presentan al mundo como líderes en lugar de enfermos que es lo que realmente son. Lo que ha permitido que tantos pp hayan alcanzado esos altos cargos en las corporaciones y en el gobierno y estén por lo tanto decidiéndolo todo es que, a diferencia de las personas normales, ellos nunca tienen dudas, y no las tienen por la muy simple razón de que no les importa qué es lo que sucederá después. Simplemente son incapaces de preverlo. ¡Hagan esto, hagan aquellos, movilicen las tropas de reserva! ¡Privaticen las escuelas públicas! ¡Ataquen Irak! ¡Recorten el presupuesto de salud! ¡Intervengan los teléfonos de todo el mundo! ¡Bájenle los impuestos a los ricos! ¡Construyan un misil de un trillón de dólares! ¡Cáguense en el habeas corpus y bésenme el trasero!

Lo años finales (Foto: Archivo)

¿Cómo es que se comprometió usted con el movimiento antiguerra? ¿Y cómo compararía el movimiento que se opone a la guerra contra Irak con el movimiento pacifista de la época de Vietnam?

Cuando se puso en evidencia cuán estúpida y cruel era la guerra de Vietnam y se vio el ruinoso error que significaba tanto espiritualmente como financiera y militarmente, todos los artistas que valían algo en este país, todos los escritores en serio y los pintores, los músicos, los actores, se opusieron a esa guerra. Creamos lo que podría describirse como un rayo láser de protesta, con todos trabajando intensamente y haciendo un foco en la misma dirección. Y esta arma probó que tenía el poder de un pastel de crema de banana de tres pies de diámetro cuando es lanzado desde una escalera de cinco pies de alto. Y eso ocurre con las protestas antibélicas del presente. Como entonces, a la televisión no le interesan los manifestantes antiguerra a menos que hagan disturbios. Hoy como ayer, en lo que compete a la televisión, el derecho de los ciudadanos para reunirse pacíficamente y pedir a su gobierno una enmienda de las injusticias y errores que ha cometido, no vale nada.

Como escritor y artista, ¿nota alguna diferencia en cómo ejercen su responsabilidad social los líderes culturales del presente respecto a los del pasado?

¿Responsabilidad ante quién? ¿Ante la Alemania nazi? ¿Ante la Unión Soviética estalinista? ¿Qué hay de la responsabilidad frente a la humanidad en general? ¿Y de qué líderes estamos hablando? ¿Los que están en qué precisa actividad cultural? Presumo que se refiere usted a las bellas artes... Cualquiera que componga o cree música, no importa cuán cínico o vanidoso o cobarde sea, no puede evitar servir a la humanidad. La música hace que todos apreciemos la vida más de lo que lo haríamos sin ella. Aun las bandas militares, aun cuando me considero un pacifista, son capaces de traerme cierta alegría. Pero eso es el poder dulcificador del oído. No es posible en cambio la creación de un confite igualmente universal para el ojo, por medio de la poesía impresa o de la ficción o de la historia o de los ensayos o las memorias. Por definición, por esencia, la literatura está cargada de opiniones. Está hecha para provocar discusiones en muchas áreas, que no excluyen el pueblo o hasta la familia del autor. Quienes se expresan por medios impresos pueden aspirar a lo más a aparecer como responsables ante pequeños grupos de personas.

Como lo hago yo en este momento. Quizá en otra ocasión podamos hablar de las responsabilidades que tienen los arquitectos y los escultores y los pintores respecto a las sociedades a las que pertenecen, pero hoy diré que son las ficciones televisivas, aunque todavía no estén contabilizadas como parte de las bellas artes, las que han tenido ocasión de prestar maravillosos servicios a los americanos que quieren que seamos un poco menos paranoicos, un poco más justos y más piadosos. Por sólo nombrar dos shows diré que MASH y La ley y el orden han sido verdaderas obras de arte desde ese punto de vista.

Dicho esto, ¿tiene algunas ideas para un «reality show» televisivo que verdaderamente meta miedo?

Los estudiantes mediocres de Yale. Eso les pararía los pelos de punta a todos.

¿Cuáles objetivos eligiría usted hoy para apuntar sus dardos satíricos?

Los imbéciles.

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