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Aspecto del asentamiento. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de julio de 2010. (RanchoNEWS).- Los peruanos están empezando a reconstruir su pasado a través del trabajo científico y sostenido de arqueólogos y especialistas en las ruinas del sitio de Caral, del distrito de Lima, consideradas como las más antiguas de América, según informal la agencia china Xinhua.
En esa zona arqueológica con los prospección y primeras excavaciones, iniciadas en 1994, se ha podido identificar estructuras piramidales levantadas entre los años 3.000 y 1.800 antes de nuestra era, además de otros vestigios, según las pruebas con Carbono 14.
Esas construcciones de adobe y piedra, revestidas de arcilla, son de las más antiguas en Perú y podrían arrojar luces sobre el origen del hombre en América y sus asentamientos.
Reconocido primero como Patrimonio Nacional y luego Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 2005, Caral se ubica en el kilómetro 180 de la vía Panamericana Norte, al norte de Lima, en la campiña del distrito de Supe, provincia de Barranca.
La zona tiene una superficie de 65 hectáreas, a 350 metros sobre el nivel del mar, y cuenta con siete pirámides principales y cinco secundarias.
Las principales construcciones son la Pirámide Mayor, en la que se encendía el fuego sagrado, y la Pirámide Menor, residencia de la autoridad o cacique (Curaca).
También se cuenta la Pirámide de las Canteras, y la Pirámide de la Galería, donde se encontraban las viviendas de sacerdotes y altos funcionarios.
En Pirámide de las Huancas se encuenra un monolito de 2,15 metros de altura y que presuntamente era utilizado para observar el movimiento de los astros y como reloj solar.
Además se encuentra la Pirámide Antigua, aun por descifrar, y la Pirámide Anfiteatro, lugar ceremonial rodeado por el Templo Altar Circular; el Templo de los Banquetas (lugar de reunión con visitantes o caciques de otras regiones), y dos áreas residenciales, ubicadas en la parte sur, sobre una explanada.
Todo ello hace presumir que los pobladores del Caral podían predecir el comportamiento de la naturaleza para planificar siembra y cosecha, pues se encuentra cerca de verde valle regado por el río Supe.
De igual manera conocían el movimiento del mar, en función a las fases de la luna, porque se dedicaban a la pesca.
Las edificaciones son de muros angostos construidos con caña y barro, y pasadizos estrechos, con plataformas superpuestas, reforzadas con redes o sacos de fibras vegetales (shicras), capaces de soportar pesos de hasta 1.500 kilos además de ser antisísmicas.
Entre lo hallazgos figuran diseños espirales que representarían el «Ojo de Dios» en piedras y muros; incluso se encontró un armazón de carrizo en forma de cruz o equis, cubierto por un tejido de hilo de algodón de varios colores.
Los expertos consideraron que, por las cenizas halladas en las pirámides, el fuego era utilizado en sus rituales.
Vista aérea de las ruinas. (Foto: Archivo)
También se encontraron 32 flautas traversas, fabricadas con huesos del ala de aves marinas, pelícanos, decorados con figuras de monos, aves, serpientes y humanas, así como otros instrumentos de viento elaborados con huesos de venado.
Los pobladores de Caral se dedicaban a la agricultura y a la pesca; producían cerámica con arcilla no cocida y realizaban un fuerte intercambio de bienes y servicios con pobladores de las regiones de la sierra y selva.
Se estima que bajo las construcciones se hallan otros pisos o plataformas, y se calcula que en unos 10 años de excavación e investigación se podrá configurar una historia más cercana a la realidad en que vivieron los residentes de Caral y de dónde procedieron.
A pesar de la depredación de los saqueadores (huaqueadores) se pudo rescatar casi íntegra una en casi todo su integridad una vasija hecha con el fruto del mate (calabaza), así como vestidos de algodón, esteras de junco, vértebras de ballenas utilizadas como asientos, agujas hechas de hueso de animales, semillas y material orgánico.
Los arqueólogos, entre ellos la jefa del Proyecto Especial de Caral (PEC), doctora Ruth Shady, consideran que Caral fue sede de una comunidad formada por varios linajes y dirigida por un curaca o cacique.
Otros representantes conducirían a los habitantes de las ciudades y pueblos como el de Aspero, Allpacoto, Miraya, Kotosh y La Galgada del valle de Supe.
Cerca de Caral, 30 kilómetros al sur, en la localidad de Vegueta, provincia de Huaura, y más cerca al mar Pacífico, se hallan los restos arqueológicos de Vichama, declarada Patrimonio Cultural de la Nación por el Instituto Nacional de Cultura.
Vichama tiene un historial paralelo a Caral. Actualmente cuenta con 20 hectáreas debido al crecimiento poblacional y la ampliación de tierras agrícolas en Végueta.
El sitio está ubicado entre una ladera y una explanada con 12 montículos que a partir de excavaciones realizadas en 2008, se definieron como edificaciones piramidales.
Entre sus edificaciones está el Edificio mayor, sobre emplazamiento rocoso con una plaza circular, y un Salón Ceremonial que representa la luna creciente o menguante. Asimismo, hay un Edificio de las ofrendas, con nichos para colocar tributos a los dioses o al curaca, además del Edificio de silos, donde se guardaban los granos.
Como en Caral, los edificios se construyeron de adobes, con techos de redes de fibra vegetal revestidos con arcilla, y también hay dibujos en espiral (Ojo de Dios).
En el Edificio Mayor se descubrió un friso en alto relieve que representa una mano derecha sosteniendo un cuchillo o un huso (instrumentos para hilar) con una antiguedad de cinco mil años.
Descripción del edificio principal. (Foto: Archivo)
Para los investigadores, Vichama fue parte de la rede de interacción de Caral.
Hasta hace unas décadas la atención de la arqueología peruana estaba puesta en presentar la filiación y antigüedad de la cultural material, poniendo énfasis en su valor artístico.
Ese enfoque cambió para impulsar una «arqueología social» que da cuenta de los diversos aspectos de la vida de una población y sus cambios, relacionados con la conservación del medio natural y el desarrollo integral de las actuales poblaciones del entorno.
El Proyecto Especial Arqueológico de Caral y su área de influencia contempla no solo el estudio científico de los sitios arqueológicos, su puesta en valor y difusión con fines turísticos, sino también la revaloración de la cultura inmaterial.
También incluye la recuperación de conocimientos y tecnologías apropiadas, la preservación del hábitat, el fomento de la agricultura ecológica y una adecuada prestación turística, entre otros aspectos.
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