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El director australiano fotografiado antes de la entrevista durante su reciente visita a Madrid. (Foto: Luis Sevillano)
C iudad Juárez, Chihuahua, 5 de enero 2011. (RanchoNEWS).- La epopeya de un grupo de hombres que huyen de un gulag siberiano y caminan sin descanso los 6.500 kilómetros que aseguran su libertad es la aventura que cuenta Camino a la libertad. Es la última película de Peter Weir (Sydney, Australia, 1944), quien ha permanecido en silencio desde Master and commander, y que casi una década después de aquella otra gran prueba entre hombre y naturaleza irrumpe con una historia de su supervivencia basada en las memorias del polaco Slamovir Rawicz La increíble caminata. Una entrevista de Elsa Fernández-Santos para El País:
Hombre y paisaje van de la mano en este filme del director de El año que vivimos peligrosamente, que, con un 99% de los planos rodados a la intemperie, reúne a un grupo de actores (Ed Harris, Jim Sturgess, Saoirse Ronan, Colin Farell...) que encarnan esa lucha contra las tormentas de nieve de Siberia, las eternas llanuras de Mongolia y el mortal desierto de Gobi; en definitiva, contra el hambre y la desesperación y contra su propio instinto animal para sobrevivir sin dejar de ser hombres.
«La naturaleza evoca nuestros sentimientos. Me interesa la naturaleza como drama. No hay nada como un bosque. No hay nada como un desierto. Y cada uno de esos paisajes explica quiénes somos», dice Weir. Al preguntar cuál sería el paisaje que mejor le representa, responde sin titubeos: «No hay duda, soy un hombre del desierto. Nací en uno: Australia».
Peter Weir explica que él quería hacer esta película para hablar de ciertos hombres excepcionales. «Esos que poseen la cualidad para no dejarse vencer, ni por lo peor de sí mismos, ni por el miedo, ni por el cansancio, ni por la derrota. Y es raro, pero existe gente con esa cualidad que logra inspirar a los que tienen alrededor hasta hacerlos más fuertes y mejores. Es lo que contaba Primo Levi, que la naturaleza humana, cuando es buena y generosa, puede con todo lo demás, y es lo que también contaba el libro de Rawicz».
Explica Weir: «Janurrk [Jim Sturgess] es el líder de este grupo, es un tipo corriente, pero es decente. Él no huye por venganza, ni siquiera por amargura, ni siquiera lo hace por él mismo, lo que quiere es volver por amor, para salvar a la mujer que le traicionó, para que ella sepa que la entiende. Esa cualidad de su carácter, esa inocencia y bondad casi angelical, le convierten en un héroe sin querer serlo».
Junto a esta figura, los demás personajes irán dejando atrás el lobo que llevan dentro: «Ed Harris lleva la naturaleza en el rostro, es un actor que hace crecer todo lo que toca», comenta Weir sobre el veterano del grupo, que interpreta a un cínico estadounidense que después de ver el fin de su hijo en Moscú y de ser condenado al gulag sólo espera la bendición de la muerte. «Con los actores jóvenes fue más complejo, pero supieron adaptarse. Éste era un rodaje que cada día significaba un triunfo, acabar las jornadas nos unía». Al preguntarle por Colin Farrell (que interpreta a un delincuente salvaje y asesino que se suma a la huida) y por su fama de actor conflictivo en los rodajes, Weir afirma: «No suelo hacer caso nunca de los rumores con los actores, si de verdad hubiera pensado que es un actor conflictivo no le hubiera contratado».
Camino a la libertad está producida por National Geographic, cuyos responsables llevan tiempo queriendo producir cine de ficción. «Cuando vieron nuestro proyecto les interesó. Evidentemente, ninguna decisión artística ha tenido que ver con su participación, aunque las localizaciones fueron importantes para que ellos mostraran interés por el proyecto». Peter Weir reconoce la sombra de John Ford o David Lean en cualquier película sobre hombre y naturaleza, pero asegura que no vio ninguno de sus clásicos para esta película. «Sí hay una película que vi antes de rodar y en la que pensé bastante, Dersu Uzala, de Kurosawa». Al recordarle que Kurosawa rodaba como un verdadero general, que hasta de anciano mantenía un severo empuje militar, se ríe y dice: «Esta es una profesión dura, yo he tardado siete años en hacer una película y espero que no me vuelva a pasar, pero nunca se sabe. Solo sé que no puedo perder el amor por el cine, y eso es lo más complicado, no quiero perder la fascinación por lo que hago. Necesito estar totalmente conectado con mi trabajo. Muchos proyectos tienen cualidades pero no me interesan porque lo que quiero es que cada nueva película sea como la primera. Y si por ello estoy condenado a hacer menos, pues haré aún menos».
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