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Cai Guo-Qiang firma su dibujo Resplandor y soledad: Quetzalcóatl y Xipe Tótec, en el Museo Universitario Arte Contemporáneo, de la Universidad Nacional Autónoma de México. (Foto: Diego Berruecos/ Cortesía del MUAC)
C iudad Juárez, Chihuahua, 4 de febrero 2011. (RanchoNEWS).- La obra Resplandor y soledad, creada ex profeso por el artista chino Cai Guo-Qiang (Quanzhou, 1957), luego de presenciar el pasado septiembre los festejos del bicentenario de la Independencia, da nombre a la exposición montada en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC). Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Poseedor de una obra que gira en torno a la pólvora y su uso en su producción mexicana Guo-Qiang la utilizó para crear la instalación desarrollada como un proyecto de sitio específico.
Los 14 dibujos monumentales creados con pólvora, de hecho, por seguridad, se realizaron en el estacionamiento del museo en el Centro Cultural Universitario, recrean el paisaje mexicano rodeado por un lago de mezcal, cuya forma es copia del contorno del de Texcoco.
En una segunda sala se proyectan cinco videos del trabajo de Guo-Qiang desde 1990, a la manera de un recuento de los sucesos «explosivos» de su obra. Para la creación de los presentes dibujos, el artista chino –radicado en Nueva York desde 1995– contó con la colaboración de más de 30 estudiantes de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Más libertad creativa en China
Pero, ¿cómo se inició Guo-Qiang en el uso de la pólvora? Con traducción de Kelly Ma, su asistente de proyectos, el artista narra que todo sucedió a mediados de los años 80, cuando todavía estaba en China. Capacitado como escenógrafo en la Academia de Teatro de Shanghai, al tratar de convertirse en artista se dio cuenta que «el ambiente en China no era amigable con la libertad creativa». De modo que, pensó, al usar la pólvora rompería con «la rigidez del gobierno chino».
Guo-Qiang, quien era «muy racional y algo tímido», sintió que un artista debería ser «más libre de espíritu, más bohemio». Entonces, decidió que la pólvora sería un buen medio para romper su cáscara racional y tímida.
No quiso criticar de ninguna manera a las autoridaes de China, se apura a aclarar Kelly Ma. Es sólo porque el gobierno de ese país, «se ha adelantado mucho y ahora todos los artistas que trabajan allá gozan de mucha más libertad».
En un principio, Guo-Qiang trabajó de manera secreta. Fue a partir de 1986, cuando se fue a vivir a Japón, que empezó a mostrar su trabajo con pólvora, lo que atrajo la atención mundial. En 1993 regresó a China para «extender la Gran Muralla por 10 mil metros», con base en mechas de pólvora, como parte de sus Proyectos para extraterrestres. Para ello se fue al desierto del Gobi, con un grupo de voluntarios japoneses.
Tres años después la obra Grita dragón/Grita lobo: el arca de Gengis Kan resultó finalista en la primera edición del Premio Hugo Boss del Museo Guggenheim, que reconoce la innovación en las artes visuales.
En 1999 recibió el León de Oro de la 48 edición de la Bienal de Venecia, por la instalación que presentó en la Bienal del Milenio: Patio de la recaudación de la renta de Venecia, y en 2007 fue reconocido con el séptimo Premio de Arte Hiroshima.
Respecto de los dibujos realizados en México, primero fue necesario nivelar el piso, ya que el papel –hecho a mano y traído especialmente de Japón– es muy delgado y, si hay aire abajo, es más fácil que el material se queme al paso de la lumbre.
Los voluntarios unían la serie de cartones, entonces el artista utilizaba un pincel largo con tinta para dibujar un primer trazo. Luego, aquéllos recortaban con base en este primer trazo, de modo que el cartón se volvía una plantilla. En seguida se extendía el papel japonés, con la plantilla colocada encima.
En ese momento el artista empezaba a aplicar la pólvora, que tiene diferentes grados y crea diferentes efectos. Como Guo-Qiang tiene muchos años de trabajar ese material, sabe controlarlo, aunque a veces hay sorpresas. Una vez aplicada la pólvora el artista la cubre con papel corrugado para evitar que un exceso de oxígeno reaccione con ella, para que la flama viaje con rapidez y así no se queme el papel.
Después de la ignición el papel se limpiaba, se enrollaba y era llevado al museo para ser colgado.
Aprender de sus pares mexicanos
Aunque Guo-Qiang no se siente un auténtico representante de China, ya que dejó ese país hace mucho tiempo, curó el primer pabellón chino en la 51 Bienal de Venecia, en 2005, y fungió como director de efectos visuales y especiales para las ceremonias de apertura y clausura de las Olimpiadas de Verano en Pekín, en 2008. Este trotamundos, no obstante, reconoce que en las dos décadas anteriores China ha cambiado mucho y que en la actualidad es un privilegio para los artistas chinos crecer con los tiempos y las transformaciones. Los cambios en la economía, como en los derechos humanos, responden a los ocurridos en el resto del mundo. Entonces, eso da a los artistas chinos una buena oportunidad para realizar una obra de acuerdo con su tiempo, pero que, a la vez, refleje su identidad.
De acuerdo con Kelly Ma, para Guo-Qiang también sería una buena idea que los artistas chinos aprendieran de sus pares mexicanos, porque México, en contraste con Estados Unidos, tiene una conexión más temprana y más distintiva con la cultura europea. En los años 20 y 30 del siglo pasado el arte mexicano pronto encontró su papel en el mundo y mostró cómo podían usar sus artes para expresa ambas identidades: la autóctona, así como las influencias europeas.
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