Rancho Las Voces: Textos / Adrian Searle: «¿Dónde está Ai Weiwei?»
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sábado, mayo 21, 2011

Textos / Adrian Searle: «¿Dónde está Ai Weiwei?»

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Fachada de Lisson Gallery, Londres. (Foto: El Cultural)

C iudad Juárez, 20 de mayo 2011. (RanchoNEWS).- En el momento de escribir estas líneas, Ai Weiwei lleva treinta y siete días desaparecido tras ser arrestado el 3 de abril por la policía china en Pekín, a punto de embarcar en un vuelo a Hong Kong. Desde ese día nadie lo ha visto ni nada se sabe de él. No ha tenido acceso a un abogado y, a pesar de las insistentes pesquisas realizadas, su familia ignora su paradero.

Pero, ¿quién es Ai Weiwei? Además de artista, Ai es arquitecto, diseñador, activista, bloguero, anticuario ocasional y consumado jugador de blackjack. Y si las autoridades chinas que lo arrestaron estuvieran en lo cierto, este hombre complejo y creativo sería también un bígamo, un evasor fiscal, un distribuidor de pornografía y –por risible que parezca– un plagiador. No hay noticias sobre Ai, sólo rumores, incluyendo un aterrador y no confirmado reportaje de un periodista disidente de la agencia oficial de noticias Xinhua que afirma que Ai ha sido torturado y ha comenzado a admitir sus supuestos delitos. Mientras, su producción artística ha sido enviada al extranjero, a Londres, Nueva York y Suiza. En Londres, se acaban de inaugurar dos exposiciones de su obra. Hay doce cabezas de animales del zodiaco en el patio de Somerset House. Descomunales réplicas en bronce de figuras del artista y jesuita italiano Giuseppe Castiglione (1688-1766) para servir de reloj de agua de los jardines de Yuanmingyuan, la residencia estival de Qianlong, emperador de la dinastía Qing. En 1860, tropas francesas y británicas saquearon el palacio y las cabezas fueron robadas. Dos acabaron en la colección de Yves Saint Laurent y el gobierno chino intenta recuperarlas –donde las dan, las toman–. Otra muestra de esculturas y vídeos puede verse en Lisson Gallery.

Entretanto, se suceden las protestas de los gobiernos alemán, estadounidense y británico, entre otros. Hay peticiones, protestas y una web, freeaiweiwei.org, que recoge información sobre el caso. En Hong Kong, una joven ha estado haciendo pintadas con la leyenda «Quién teme a Ai Weiwei» arriesgándose a una sentencia de cárcel. En el exterior de la Tate Modern, un cartel escrito en letras gigantescas proclama «Release Ai Weiwei» (Liberad a Ai Weiwei). Anish Kapoor ha dedicado a Ai su intervención en el Grand Palais de París. Ha habido minutos de silencio y ruidosas manifestaciones, cartas a la prensa firmadas por Salman Rushdie y una larga entrevista en Alemania con el pintor belga Luc Tuymans, quien afirma que en su última visita a Pekín había pedido a Ai que se mantuviera en segundo plano o que abandonara el país.

Ai no hizo ninguna de las dos cosas. «Aparte de prohibirme, raptarme o encarcelarme, ¿qué más pueden hacerme? Podrían hacerme desaparecer sin dejar rastro, pero carecen de creatividad o imaginación, les falta la alegría y la capacidad para volar», escribió en su blog en noviembre de 2009, cuando estaba ya siendo hostigado y con sus cuentas bancarias investigadas. Durante años, unas cámaras de vigilancia instaladas por las autoridades en el exterior de su estudio de Pekín han supervisado sus idas y venidas. Llegó incluso a hacer una escultura de una de esas cámaras, una réplica tallada en una única pieza de mármol. «Estoy convencido –prosigue en su blog– de que, pase lo que pase, no hay nada capaz de impedir el proceso histórico que lleva a la sociedad a exigir libertad y democracia».

En su Remembering (2009), 9.000 mochilas de niño montadas en la pared exterior de la Haus der Kunst de Munich reproducen la frase «Durante siete años vivió felizmente en este mundo», una idea que se le ocurrió durante una visita a Sichuan después del terremoto de 2008. En 1995, se fotografió a sí mismo dejando caer una antigua urna de la dinastía Han que se hacía añicos contra el suelo. Hizo decorar un jarrón igual de antiguo con el logotipo de la Coca Cola. Las dos piezas hablan del desprecio sufrido por la historia durante el pasado reciente de China y del comercio de ese pasado como si se tratara de una marca más. Las cuestiones relativas al valor –tanto de artefactos únicos e irremplazables como de vidas humanas individuales– son temas recurrentes en su obra. Lo que en un primer momento parecían actos de gamberrismo cultural propios de un «chico malo» han acabado convertidos en amargas declaraciones sobre el actual estado de cosas.

Gatos hambrientos. Hay incluso quien, dentro del mundo del arte, recela de Ai y le considera un oportunista. A quienes dudan de su seriedad y sinceridad les sugeriría la lectura de las traducciones inglesas de los blogs que envió entre 2006 y 2009, cuando las autoridades chinas clausuraron su web borrando del ciberespacio sus contenidos. Muchos de esos dos mil setecientos correos se han recuperado y traducido al inglés en un libro fascinante y conmovedor recién publicado por MIT.

No se me ocurre un ejemplo reciente de literatura creada por un artista occidental equiparable a éste; que se enfrente a las realidades políticas y sociales con tanta elocuencia, con esa dosis de pasión y de rabia contenida. Reflexivos, mordaces, encendidos y cada vez más directos, los blogs abordan todo tipo de temas, desde intentos por rescatar gatos capturados y condenados a morir de inanición en el interior de almacenes durante la campaña de limpieza que precedió a los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008, hasta la arquitectura o el diseño. Escribe sobre Andy Warhol, sobre la destrucción del patrimonio chino y sobre el cinismo irreflexivo y la idiotez de los urbanistas y de la burocracia cultural. Documenta la gestión por parte del gobierno chino de la epidemia de síndrome respiratorio agudo severo de 2003, el escándalo de la leche contaminada, el hundimiento en el terremoto de 2008 en Wenchuan de escuelas construidas con materiales pésimos. Ai maldice la falsedad de los medios de comunicación de su país y la hipocresía de algunos intelectuales chinos. Pero hay también textos más ligeros sobre cortes de pelo, humor, creatividad y muchas otras cosas. Tras el cierre de su blog, Ai se apuntó a Twitter. Sólo decir que en chino, el breve formato de 140 caracteres da espacio casi para una novela corta.

La historia personal de Ai –que vivió con su familia el exilio en un campo de trabajo, pasó años en Nueva York, regresó a China, desempeñó un papel capital en el mundo del arte de su país y goza de una creciente fama internacionalV está en total sintonía con su obra. Sus apropiaciones de objetos de la antigüedad tienen tanto que ver con la historia de China y sus realidades sociales como con Marcel Duchamp o Warhol.

Sigilo diplomático. Mientras Ai era arrestado en el aeropuerto de Pekín, políticos y directores de museo alemanes despegaban desde sus pistas de regreso a casa tras la inauguración de El arte de la Ilustración, una exposición de diez millones de euros organizada en el nuevo Museo Nacional de China, el mayor del mundo. Alojado en un edificio de la Plaza de Tiananmen de los arquitectos alemanes GMP y fruto de la colaboración chino-germana, la exposición permanecerá un año abierta. Tras la detención de Ai, se han producido llamamientos dentro del gobierno alemán solicitando su cierre. El programa de charlas y conferencias de la muestra no está teniendo demasiado éxito entre el público de Pekín. La gente tiene miedo. No parece que la Ilustración haya ilustrado demasiado a las autoridades chinas.

Otros grandes proyectos internacionales podrían verse suspendidos. Es el caso de un festival organizado por el British Council, que culminaría con una exposición de cerámicas del V&A y el British Museum el año próximo en el Museo Nacional de China. Para el gobierno chino, las exposiciones de ese tipo y el colosal programa que contempla construir hasta un centenar de museos nuevos en un año constituyen un ejercicio de poder blando de gran utilidad. La detención de Ai Weiwei no favorece demasiado esa astuta diplomacia cultural. «Si una figura de la talla de Ai Weiwei puede ser maltratada con tanto descaro y ante la mirada pública, ¿quién protegerá al ciudadano de a pie chino?», escribía Jerome A. Cohen en el South China Post. Experto en jurisprudencia china de la Universidad de Nueva York, Cohen señala que la detención de Ai es ilegal incluso para el derecho chino. ¿Dónde está Ai Weiwei?

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