Rancho Las Voces: Artes Plásticas / México: Entrevista a Leonora Carrington
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

lunes, mayo 30, 2011

Artes Plásticas / México: Entrevista a Leonora Carrington

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La artista en su juventud. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de mayo de 2011. (RanchoNEWS).- «¿Té de hierbas o té negro? Tengo de las dos cosas». La posibilidad que Leonora Carrington nos ofrecía sonaba como un enigma para ser resuelto, más que como una sencilla invitación a merendar en la cocina de su fortaleza en la Colonia Roma, escribe Sergio R. Blanco en la introducción a la entrevista publicada en el suplemento El Ángel del periódico Reforma de la Ciudad de México:

¿Cuál sugiere?

«No puedo recomendar –responde la artista–, porque no sé cómo se sienta usted».

Aquel 12 de diciembre de 2005, mi elección fue té negro, que –guiño afortunado del destino– era lo mismo que ella quería tomar. La artista, entonces de 88 años, solicitó a Yolanda, la cuidadora, que buscara esa lata donde atesoraba el té bueno. Las manos grandísimas –de pintora y «de partera»– pronto abrieron la cajetilla Kentt que había sobre la mesa.

«Ustedes no fuman, ¿verdad? Como los jóvenes de hoy. Yo sí, desde los 11 años». Encendió su cigarrillo y comenzó a preñar la atmósfera de humo fino, dosificado a elegantes bocanadas, como de aristócrata rebelde.

Al cobijo de un té muy cargado, Carrington desmintió la frase lapidaria con la que André Breton afirmó que México es el país surrealista por excelencia: «Para mí es más mitológico». La charla se extendió a su estudio en la azotea, donde albergaba varias obras en proceso; a la habitación de su marido –saludamos al fotógrafo «Chiki» Weisz, que aún vivía y reposaba en la cama–; a la pequeña biblioteca, al patio sombrío con la jacaranda gigante, a las escaleras de caracol y a la vista de la Colonia Roma. La conversación terminó con un paseo nocturno por la Avenida Álvaro Obregón. Ahora, a raíz de la muerte de la pintora el pasado miércoles, ven la luz algunas partes inéditas de aquella larga entrevista iniciada en la cocina.

¿Recuerda cuando usted llegó a México en 1942, en coche, desde Nueva York?

Claramente. La primera persona que conocí fue Agustín Lara, y no me quería.

¿Por qué?

Porque yo tuve un viaje terrible. Vine con un mexicano del consulado, Renato (Leduc). Yo estaba casada con él. Los mexicanos, muy amablemente me recibieron, me salvaron de los alemanes. Yo siempre tendré una ternura para los mexicanos por esa razón. Y (Lara) me preguntó: ¿Cómo le gusta México? Pero lo dijo de una manera, tan agresivo, que yo le contesté agresivamente: «¿Qué hay que gustar?, es un país como todos los países. Qué parte de México quieres saber si me gusta o no me gusta», y se enfureció el angelito.

¿Qué le gusta más de México?

Me gusta que todavía vive el mito aquí. Es un país mitológico y eso me gusta mucho.

¿Cuál es su objetivo actual?

Mi interés es sobrevivir, lo mejor que puedo. La salud de mis hijos, la salud de los otros animales, los que no son humanos, que no se ponen a matar diciendo que es para el bien del mundo, siendo tan felices porque todos son iguales. Yo creo que el ser humano se ha separado enormemente de todo lo demás: y vemos únicamente qué se puede usar, comercializar.

¿Cuál es su actividad favorita?

Cambiar de estado de energía. A veces lo mejor que puedo hacer será dormir una noche entera. Es una idea muy feliz.

¿No duerme la noche completa?

Si no camino, no duermo.

Me contó que estuvo pintando...

Sí, pintando.

¿Qué pintó?

No hablo de la pintura en general. Y yo le voy a hacer una pregunta, a ver si puede contestarla. Dígame cómo explicaría la diferencia entre la imagen y la palabra.

¿La imagen real?

¿Cuál es real y cuál no es real? No sé. En este momento es real. Una media hora después que salen de mi compañía, ¿será real todavía, o no?

¿Y las imágenes de los sueños?, ¿sueña?

A veces.

Usted es la última surrealista, y muchos surrealistas nutrieron su pintura, entre otras fuentes, del mundo de los sueños.

Sí, pero dar explicaciones de la pintura yo creo que es un poco gratuito, porque se intelectualiza algo que realmente no es del mundo del intelecto.

¿Y de qué mundo es?

No sé. Si quiere tengo unos cuadros, que le puedo enseñar. Los estoy pintando. Ahora subimos.

¿Qué le ha sorprendido últimamente?

Hace unas dos o tres semanas fui al Museo de Antropología y me sorprendí: ¡una tal imaginación! Lo que lamento un poco es que no se ve mucha imaginación en el arte actual, en ninguna parte. No estoy hablando en particular de México, pero en ninguna parte, no hay imaginación, ni cierto conocimiento técnico, parece que ya no existe.

Si se refiere al arte conceptual...

¿Cuál es el conceptual?, ¿que se pone una caja con basura, donde le sale un viejo paraguas sin telas?, ¿algo así?

Es una obra que probablemente necesita una explicación.

Bueno, ya se convierte en palabras. Y lo visual, ¿dónde está?

Es lo que me preguntaba usted al principio: imagen y palabra.

Era la pregunta un poco maliciosa, pero mi pregunta. Yo no puedo nada con esto. Yo hago lo que hago.

¿Qué siente cuando trabaja, cuando pinta?

Me divierto. A veces me angustia, porque no encuentro bien lo que hago.

¿Cuál es su mayor temor?

El mayor temor: que algo pase a las personas que quiero.

¿Cuál es su defecto?

Estoy llena. Desordenada, enojona. ¿Qué más puedo decir? Criticona. ¿Cuál más?, ¿qué más vicios hay? Muchos. La psicología humana es como un rompecabezas. Cada uno tiene los mismos elementos, pero salen diferentes imágenes. Para poder comprender, hay que tener conocimiento de todos los elementos, y también de lo que más miedo nos da.

Si usted no fuera usted, ¿qué le gustaría ser?

Algo con las manos, no sé qué. Albañil. O carpintera. Es muy misterioso esto del gusto de trabajar con las manos. Muy misterioso y no sé por qué. Pero me da una paz interior que ninguna otra cosa me da.

¿A qué personaje le gustaría conocer?

Hay un escritor que se llama Ian McEwan. Me gusta mucho cómo escribe. Es para mí la perfección. Es de una sencillez total. Ni una palabra sobra. Pero no escribe mucho. No es de estos que pone novelas como si una gallina pone huevos.

En su librero tiene muchos libros de Stephen King.

Como diversión, pero ahora me da miedo y no quiero leerlos, ya no. Mejor los libros pacíficos. Yo leo dos veces todos los libros, porque se me olvidan. Es un poco chistoso.

¿Usted cree en fantasmas?

Yo no tengo convicciones sobre cuestiones como esto. Yo creo que probablemente sí.

¿Cuál es su pasatiempo?

Cambia, pero por el momento, lo que me gusta igual que salir, es tratar de hacer un poco de orden a mis cosas. Camino. Dibujo. Leo.

¿Se identifica con una religión?

No, pero todas me interesan. Algo habrá en todas las religiones. No dije la palabra, ¿cierto? La que más me simpatiza es el budismo. Pero también son machistas, lo que no me gusta: que los hombres se sientan superiores. Me pregunto por qué.

¿Cree en Dios?

Pero hay muchos dioses. Si hay un dios, ¿por qué uno solo? El planeta Tierra es una minúscula partícula en la estratosfera. ¿Cómo creer que hay un solo dios?, ¿por qué uno?, ¿por qué no son miles de dioses? O ninguno, o ninguna, como la canción de la Bruja.

¿Usted cree en brujas?

Sí, y en brujos también.

¿Se arrepiente de algo?

De muchas cosas. De cualquier crueldad, o falta de consideración hacia los seres vivos, incluyendo los humanos.

¿Cuál es la última alegría que ha recibido?

Yo recibo todos los días algo de alegría. Al ver las plantas en mi patio chiquito, que tengo afuera de mi cuarto; al ver la gata; al ver a mis hijos todo el tiempo siento alegría. Usted cree que yo me veo como alguien triste? No, ¿verdad, que no? Tengo miedo. Miedo a la muerte. Si uno me pregunta qué me gustaría saber, me gustaría saber qué es esta cosa: muerte.

¿Cree en la magia?

¿Cómo define usted la magia? Primero dígame. Para mí todo es magia: todo, todo, todo. El hecho de que usted pueda hacer así (mueve la cabeza), o yo pueda hacer así (gira la mano). Todo es totalmente mágico. Mire la gata, ¿no le parece mágica?


Mayor información: Leonora Carrington

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