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«El azar es el maestro del humor», de Carmen Calvo. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua, 19 de mayo 2011. (RanchoNEWS).- El concepto de retrato se expande en las manos de Carmen Calvo, capaz de tapar caras y sumar significados a base de elementos tan dispares como una masa de alfileres o una patata en descomposición. «En el arte nada suele ser fruto del azar. El azar surge a veces y puedes aprovechar de él, en cierto modo. Pero trabajo con objetos que tienen significado y no los escojo por casualidad», explica la artista frente a las más de 20 obras que expondrá hasta julio en la Galería Rayuela de Madrid. Una nota de Lucía González para El Mundo:
Calvo (Valencia, 1950) cuenta que la «cocina» de su arte, en el caso de sus collages sobre fotografías pintadas (piezas únicas), empieza por jugar con el dibujo. Cada una de sus obras deja tras de sí varios bocetos. Presta especial atención a la escala, para que el objeto que sume a la obra y las dimensiones de lo retratado concuerden: «Si no, la fotografía se convertiría en anécdota». Todo está «muy pensado y trabajado» antes de comenzar la superposición de elementos.
La artista, que suele empezar cada jornada en su taller a las ocho y media de la mañana, utiliza «cualquier material susceptible de expresarme», buscando «dobles juegos» a través de 'collages'. Tiene, además, un gran archivo de fotografías adquiridas durante sus viajes. «Cosas que nadie quiere y desecha yo las puedo llevar a mi terreno», apunta.
Lo explica Alfonso de la Torre en el catálogo de la muestra: «Los elementos que adiciona a sus cuadros frecuentemente pertenecen a un mundo, singular, dentro de esa ley es un clásico desde el lenguaje surrealista, que consiste en instalar un elemento de apariencia inocente, banal o usual entre la realidad común, como si tal, convirtiendo actos seguido ésta en nueva realidad, esta vez perturbada».
Calvo coincide con tal veredicto: «Desde el momento en que elijo una imagen y la intervengo, estoy formando otra imagen, a su vez. Es como crear otro personaje». De ahí que busque crear un efecto en el espectador que va más allá de lo estético.
A veces se le habla de humor negro. Ella lo rechaza. «Yo no me veo irónica, al revés». Tampoco es lo suyo, dice, la crítica social. «Las connotaciones son vivenciales, de la memoria, más que el reflejo de una cuestión de crítica social», afirma. «Las lecturas de un cuadro pueden ser miles, y yo siempre dejo ese punto al espectador», añade.
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