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El pintor, escultor, grabador, dibujante y escenógrafo. (Foto: Karina Tejeda)
C
iudad Juárez, Chihuahua. 21 de agosto de 2014. (RanchoNEWS).- - Para Gabriel Macotela (Guadalajara, 1954) no hay nada nuevo en la pintura. «No creo inventar nada, todo lo que hace uno viene de los anteriores pintores; lo más maravilloso de la pintura es reconocer eso, que uno está conectado con todo», suscribe. Una nota de Sonia Ávila para Excélsior:
Sin embargo, el pintor, escultor, grabador, dibujante y escenógrafo celebra sus 60 años de edad y cuatro décadas de trayectoria con dos proyectos nuevos: su primer mural público en la Facultad de Medicina en la UNAM, y una suerte de escenario para una obra de teatro en el Museo León Trosky, titulado Marcha silenciosa.
«La esencia del pintor es la repetición, creo; porque uno va creando a base de repetir lo que uno ya hizo bien, yo no creo que los pintores descubran el hilo negro del arte, tal vez sólo Picasso, pero yo tengo un lenguaje desde el inicio de mi trabajo», recalca en entrevista quien fuera alumno del taller de pintura de Gilberto Aceves Navarro.
El mural ocupa la pared exterior del nuevo edificio de la Facultad de Medicina donde se impartirá la licenciatura en Ciencias Forenses, y justo a esta perspectiva de mirar el cuerpo humano hace referencia la obra de Macotela quien recrea al hombre, desde su esencia, con apenas unos trazos en tonos marrón.
La pieza ocupa siete metros cuadrados, y, además de ser su primera obra pública, destaca por ser la primera que el artista trabaja con mosaico. Son, explica, pequeños cuadros que van formando, como un rompecabezas, la abstracción que Macotela hace del ser humano.
«Quise hacer algo muy simple, una figura humana porque para mí el hombre es eso, simple, y siendo medicina forense no había más tema que referir al alma, a la esencia del hombre. Entonces coloco los mosaicos como una cabeza, el rostro de un hombre. Fue una pieza que hice en cuatro o cinco meses, porque nunca había trabajado con mosaico», describe del mural que ocupa el edificio construido por el arquitecto Fernando Tepichin.
El fundador del sello Cocina Ediciones (1977) y la librería El archivero (1985) señala que en el fondo la obra refiere al «terror» que vive el país, al caos de la Ciudad de México, y a su decepción como ciudadano; referentes que igual se encuentran en el escenario para el Museo Trosky, el cual a pesar de ser abstracto ofrece una lectura sobre la crisis del país.
Pues Macotela se dice preocupado por los problemas sociales de México, por las muertes de civiles, por la impunidad, por la política: «El país es un desastre total, nunca había tenido ese sentimiento de desazón y el paisaje que hice para la escenografía es un poco esto porque la gente está paralizada, no sabemos cómo reaccionar con los políticos, con los asesinos».
Más allá de la crisis nacional, quien lo mismo trabaja con óleo, cartón o barro confiesa que no es un artista abstracto puro, y por ello en su obra, cual sea el lenguaje, siempre hay referencias a lo urbano, al entorno de la Ciudad de México donde ha vivido desde su juventud. Trazos que refieren a fenómenos sociales, a la arquitectura, al diseño citadino o a figuras humanas.
Ello queda explícito en la cuarentena de obras que se exhibirán en la Galería Machado Arte Espacio, a manera de retrospectiva para celebrar su trayectoria. Con el título De la vida..., la muestra reúne piezas de 1972 hasta la más reciente que terminó la mañana de ayer.
La pintura A la mierda, ya no puedo (1972) que hizo aún como estudiante recibe al espectador en un breve recorrido que integra escultura, óleos, muebles, libros y fotografías con amigos. Así se aprecia cuadros de la serie «arenas» de la década de los 80, otras en óleo que hizo durante su estancia en Barcelona, y un escritor de madera que diseñó.
«No podría resumir mi trayectoria en unas palabras; desde el inicio me gustó trabajar con el papel o el cartón porque mis padres tuvieron una imprenta y de niño trabajé ahí, luego me gustó la pintura, el dibujo, el grabado, y la escultura la empecé hacer al mismo tiempo. Tengo mucho de Felguérez, de mi maestro Aceves Navarro y de Francisco Toledo que me ayudó con dinero para estar un año en España, siempre ha sido un artista muy generoso».
Desde sus primeras propuestas, la obra del creador se caracterizó por conjugar materiales poco comunes en el arte como desechos, y a la vez generar ensambles de líneas, planos y volúmenes. Él mismo detalla que su obra son cruces de seres, colores y formas.
Lo provocó que expusiera a edad temprana en espacios de proyección nacional como la Casa del Lago en 1976, la Galería Pecanins desde 1978 hasta 1987; en la Galería Juan Martín en 1990 y 1995; en el Museo Carrillo Gil en 1983 y 1997; en el Museo de Arte Moderno en 1986 y en el Museo Rufino Tamayo en 1988. Además de museos en Estados Unidos, Canadá, Colombia, Cuba, Francia, España, Alemania, Grecia, India, y otros.
Macotela confiesa que si algo quedó pendiente es, tal vez, su carrera como músico. Cuenta que de joven estudió en el Conservatorio Nacional, pero la pintura lo atrajo por completo y ahora con un grupo de amigos toca la batería y la guitarra eléctrica: «Tengo un grupo en casa; nos llamamos Los enemigos de los Beatles, en homenaje obviamente a los Beatles; en el Conservatorio quería tocar jazz pero me ganó la pintura».
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