Aspecto del baile Sikuri. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de agosto de 2014. (RanchoNEWS).- ¿Qué puede escribir uno que es solamente un visitante alrededor de una ciudad de altura en la que los sikuris forman parte activa de la vida cotidiana? La ciudad de Puno se encuentra allí junto al Titicaca. Uno baja del aeropuerto en Juliaca y empieza el tránsito por carretera. Después de una hora, la hermosa ciudad, con sus paredes de ladrillo rojo y serpenteantes calles pequeñas, se deja ver envuelta por el azul que desde arriba le proyecta el cielo y desde abajo el lago majestuoso del Titicaca.
Esta emoción va aumentando conforme uno se adentra en la personalidad de las personas, primero las imágenes de las señoras con sus sombreros y hermosas vestimentas que caen como nubes sobre sus rodillas; después la amabilidad, la curiosidad y el encanto de las sonrisas de las personas que uno va conociendo. Y en este punto, no tarda el visitante en percatarse que la música y la danza forman parte de la personalidad de los habitantes de esta ciudad.
Casi todas las tiendas, por ejemplo, son atendidas por músicos o danzantes que esperan pausadamente, pacientes pero quizá con cierta ansiedad, la fecha del máximo despliegue artístico colectivo; el 2 de febrero, día de La Candelaria, fecha central en el calendario festivo de esta hermosa ciudad. No significa que en esta espera pausada la ausencia de música y danza sean la principal marca del tiempo. No hay posibilidad para esto, pues es claro para el visitante que el carácter del pueblo que habita Puno, los Quechuas y los Aymaras, no poseen predisposición alguna al aburrimiento. De ahí que en lo que llega el siguiente 2 de febrero, las expresiones musicales y dancísticas de los sikuris son el pan nuestro de cada día.
Mapa de Perú y Puno. (Foto: Archivo)
Uno camina por las calles y el ambiente musical parece estar a punto de estallar. Siempre hay algo de música en el viento; una intención que se encoge esperando el momento adecuado de su explosión. Existen sonidos que salen de las ventanas de las casas, se trata de grupos de jóvenes que combinan los instrumentos electrónicos con la sampoña, la quena y el cajón para crear ritmos innovadores que combinan estilos y géneros musicales.
Esto, de entrada, es sorprendente. Pero más aún lo es, que conforme pasan los días la música y la danza resaltan por dondequiera, es como si los silbidos musicales que lleva el viento de esta ciudad se transformaran en ritmos para acompañar la vida cotidiana. Basta darse una vuelta por la Universidad y testificar que todo momento auditivo tiene música; los maestros enseñan, además de sus formales asignaturas, la música y danza de los Andes; los jóvenes se forman en filas y tocan sus instrumentos mientras las mujeres danzan haciendo volar los holanes bajos de sus faldas que llegan a la rodilla.
Dice un maestro que los sikuris son una tradición prehispánica del Altiplano, afirma que estos pueblos, sabiamente, han ido alargando en la historia esta memoria musical y dancística. Después reflexiona en voz alta: «llevar el sikuri de la tradición a la universidad significa ser congruente con el proyecto humanístico de los pueblos, la creatividad se inunda de mayores horizontes si se es congruente con la tradición, con la creatividad que da el humanismo anclado en el sikuri».
Mapa de Puno y el Tititaca. (Foto: Archivo)
Que mejor coincidencia la mía el haber llegado a Puno en la misma fecha de celebración de la Universidad Nacional del Altiplano de Puno. En la misma fecha de celebración del Primer Concurso de Sikuris que la Universidad Nacional del Altiplano de Puno realiza. Este primer concurso significa un lanzamiento de las facultades de la Universidad, pero ahora agrupadas en sikuris. El centro de las calles de Puno se ve agobiado por la presencia de estos grupos musicales y dancísticos. La Universidad se encuentra valorando públicamente el aporte artístico a la humanidad que los habitantes del altiplano peruano y boliviano han dado.
Las vestimentas son variadas pero mi mirada distingue que los colores rojo y negro predominan en las vestimentas que cargan las personas, tanto en las faldas como en las blusas, pero también en los suyos y en las calcetas, proyección simbólica de la virtuosa ave sudamericana; el cóndor. Los estandartes que identifican a las facultades con las agrupaciones de sikuris y las banderas multicolores que anuncian la presencia de la nación del Tihuantisuyu, son la expresión de identidades construidas con el frenesí que emerge por la intención de incorporar lo antiguo en el devenir de lo actual; por no dejar de ser como los antepasados fueron, pero con la plena conciencia de que para seguir siendo es obligado ser diferente.
Puno visto desde el Tititaca. (Foto: Archivo)
Las mujeres van por delante. Sus faldas a la rodilla, sus elegantes sacos y su sombrero de pequeña copa remata en la cabeza. Les siguen los hombres con sus sombreros de plumas o de copa, sus capas rojas y siempre tocando ya sea la sampoña o ésta y el tambor a la vez. Son ellos quiénes tocan, son ellas quiénes bailan. Pero tanto ellos como ellas llevan el ritmo en sus pies y en sus cuerpos que se contornean en ritmos de viento y percusión. También acompañan, a algunas agrupaciones de sikuris, unos personajes distintos disfrazados con mantas y narices largas, los colores de su vestimenta es chillona a la pupila, llevan unos látigos que sacuden con rítmicos lanzamientos y a diferencia de los demás, no siguen una coreografía dada, por el contrario, ellos son dueños de su propia teatralidad. Corren de allá para acá y de acá para allá sin que uno encuentre un patrón definido en su baile.
Para cualquier visitante, el despliegue de esta expresión, la de los sikuris, es apenas una puerta que seduce a la imaginación y motiva las ganas de estar mucho más tiempo y definirse como un testigo más de este encanto artístico. La expresión cultural/artística de los sikuris muestra una serie de rutas de significados dispuestos a la lectura; una invitación para iniciar una exploración; un reto para la lectura académica; una insinuación para la comprensión. Expresión bella que satura los oídos de viento y percusión; manifestación armoniosa de danzantes que inundan la mirada; colores que se escuchan y se miran porque se sienten en el corazón del visitante de esta bella región que es Puno.
Felipe González Ortiz. Investigador/Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México.
(1) Wikipedia da la siguiente definición: El sicuri o sikuri es una baile que se danza en el altiplano andino. El nombre de la danza se debe a la palabra aymara de el tocador de siku.
El siku es un instrumento de viento de un conjunto de cañas, que se utilizan en el altiplano peruano boliviano, la denominación proviene del idioma aymara «siktasiña» que quiere decir preguntarse o comunicarse, actividad humana social y natural del hombre altiplanico, que acercándose y comunicándose pueden lograr grandes desarrollos comunales. Este instrumento universalmente es conocido como la zampoña o flauta de pan, en el idioma quechua se le denomina «antara».
El Siku, es un instrumento eminentemente colectivo, ejecutado por los denomindos «tocadores» formando grupos humanos, intercalan (trenzan la melodía), entre pares de «tocadores», daod que unos tocan los «ira» que son de 6 cañas y les contestan los «arka» los de 7 cañas.
Los cortes o tamaños de este instrumento son variados, que están asociados a las edades de la familia en una comunidad, donde al tamaño estándar denominda «malta» correspondería tocar a los jóvenes, seguido por las «zanjas» un poco más grandes y de tono graves que correspondería tocar a los adultos, así como se tiene los «chilis», que son los más pequeños que correspondería tocar a los niños. Por otro lado en grupos más completos como el «Qhantati Ururi de Conima» o los «Qkeni Sankayo», se cuentan con otros cortes respecto a los anteriores como son las «contramaltas», «contrazanjas», «bajo chilis», estos últimos matizan ligeramente desacompasado a los anteriores; en general cuando se interpreta en conjunto se produce una sinfonía melodiosa, denominada «sikureada».
Lo géneros musicales más comunes que se interpretan son el «sikuri» y el «sikumoreno». (Nota de los editores)
Música Andina Instrumental / Sikuris de PUNO (Altiplano) «ALPAMAYO»