Rancho Las Voces: Artes Plásticas / México: Entrevista a Daniel Lezama sobre la exposición «Cartas de viaje»
La vigencia de Joan Manuel Serrat / 18

viernes, mayo 20, 2011

Artes Plásticas / México: Entrevista a Daniel Lezama sobre la exposición «Cartas de viaje»

.
El artista mexicano. (Foto: Alma Rodríguez Ayala)

C iudad Juárez, Chihuahua, 20 de mayo 2011. (RanchoNEWS).- Como quien rehace un viaje, Daniel Lezama se dedicó a pensar en los exploradores que llegaron a México en los siglos XVIII y XIX, se «puso» en sus zapatos, hizo empatía con ellos, pensó cómo imaginaron y vieron al país, y cómo esa residencia los cambió para siempre a ellos y sus obras. Una nota de Sonia Sierra para El Universal:

En torno de esos viajeros, en los últimos dos años Lezama (Ciudad de México, 1968) ha creado una serie de pinturas, narrativas en diversos planos que lejos de la anécdota y la descripción cruzan temas secretos, escenarios, momentos de esoñación y locura, momentos límites de las vidas de aquellos exploradores. Un conjunto de 15 piezas de esa serie se presenta en la muestra Cartas de viaje que el próximo 26 de mayo se inaugurará en la galería Hilario Galguera.

La serie de pinturas, de grandes formatos, previo a su inauguración, está casi vendida en su totalidad (los precios oscilan entre 25 mil y 110 mil dólares). Una parte de las obras de esta muestra –entre otras de Lezama– ha sido comprada por la colección de Damien Hirst; se trata de las primeras adquisiciones que hace dicha colección de un artista mexicano.

Cartas de viaje está cargada de referencias a las obras y vidas de exploradores como Alexander von Humboldt, Johannes Moritz Rugendas, sir Richard Francis Burton, Thomas Egerton, John Lloyd Stephens, o Frederick Catherwood.

¿De dónde viene el tema del viajero?

Lo traigo desde mi biografía personal, hasta cosas recientes que he visto y encontrado o que me han influenciado. El tema es una extensión, una pequeña diversión que tiene todo que ver con lo que he hecho en los últimos años, que es una reflexión sobre la identidad y el proceso creativo.

Mi trabajo siempre ha sido como en cajitas chinas: muchos temas simultáneamente, el discurso de la pintura es muy rico, te permite acercarte y alejarte de temas, englobar otros.

Aquí hay un giro en términos de la mirada: es mi mirada sobre la mirada de los viajeros, la mirada de los viajeros sobre mi mirada, la mirada de los viajeros sobre sí mismos, la mirada sobre mí mismo.

En mi biografía personal (es hijo de padre mexicano y madre estadounidense) siempre he visto mi identidad mexicana y mi identidad personal como algo que está en construcción, y que tiene que ver con una noción de extranjería en mi propio cuerpo y en mi propio país; sin embargo, también de pertenencia. Tiene que ver con el proceso de cualquier artista: encontrarse, testimoniar, redescubrirse, descubrir su entorno, ver con ojos nuevos y, por último, recrear.

¿Cuál es el viajero que buscas?

Podemos hablar de dos grupos de individuos que se acercaron a México, uno es el que tiene la actitud del conquistador; otro es el que llamaría el anticonquistador, el que llega a ser colonizado. Me interesa el segundo.

Cuando llegan en los siglos XVIII y XIX, empezando con Humboldt, los exploradores europeos, científicos y artistas, llegan de plano a dejarse conquistar y tienen, también, historias trágicas. Algunos son encarcelados o mueren trágicamente, como Egerton. Muchos dejan aquí la vida o su sensibilidad; pienso en Lowry, obsesionado con sus vivencias fuertes en México, borracheras, promiscuidad, delirio, locura. Muchos, si no son artistas, se vuelven artistas, si son artistas encuentran una manera más intensa de hacer arte. Ellos no estaban inventando ni falseando, reimaginaban.

¿Ésta es una nueva reimaginación?

Yo hago una especie de encuadre, mi proceso siempre ha sido ése. Un marco en el que voy a meter muchas cosas y las cosas que aparecen ahí no las controlo mucho: imágenes, coincidencias, referencias, giros formales.

¿Cómo traer este pasado al momento contemporáneo?

No me interesa como pasado, me interesa como ficticio, como una ficción sobre una historia extraordinaria. Me acerco a planteamientos de la teoría del arte como algo que te empuja a respirar el aire de otros mundos, que te llama a hablar de cosas que no están presentes, pueden ser pasadas o futuras. O abordarlas de una forma que no es la descripción y la anécdota; eso puede ser estéril; se trata de reinventar.

Te interesa su proceso creativo...

Claro, o cómo el viaje los distorsiona. Quién sabe cómo creaban pero puedes imaginar por el resultado de su obra cómo fue ese momento extraordinario. Los integro a mis relatos pictóricos a mis narrativas, integro escenarios, momentos de esoñación y locura, momentos límites de sus vidas; o reinvento, por ejemplo, las musas del viajero de Burton.

¿Cómo fue el proceso de tu serie?

Empecé esto hace dos años con un grupo de tres piezas que se fue a Alemania con la exposición Imperio , que hablaba de una reconquista de la cultura europea por lo mexicano. Estuve trabajando el proceso de varias piezas, me involucré mucho en la lectura de Bajo el volcán, hice varias piezas acerca de Lowry; luego decidí darle el giro a los grandes pintores de paisaje mexicano como Rugendas; por último me acerqué a Incidentes de Viajes a Yucatán, Stephens y Catherwood, hombres con una capacidad artística y un pensamiento extraordinarios, que exploraron la selva yucateca para redescubrir la civilización maya.

Cada estación de la serie son dos, cuatro cuadros, muy concentrados. Mi trabajo concentra muchas cosas, no lo dispersa, no lo multiplica.

¿Cómo influyeron esos viajeros en los artistas mexicanos?

Creo que fue crucial para construcción de una identidad. Sin ir muy lejos, una película como Viva México (Sergei Eisenstein) genera los tropos artísticos y culturales de la postrevolución. De cierta forma llegaron otros a abrirnos los ojos, por apasionados y por extraños, es como un amante que llega a descubrir a alguien que se siente feo o mal consigo mismo, y el otro lo ama y le hace verse con otros ojos. Veo esto así como una relación de amasiato, entre México y los viajeros; donde el amante descubre al amado y sus verdaderas características. No lo veo como que tiene que venir alguien de afuera y dar una imagen errónea o ajena, al contrario. Rescatar esos encuentros en la historia de México es parte crucial de nuestra identidad.

¿Cómo sientes que ha cambiado tu obra?

Hace 10 años mi trabajo tenía elementos esquemáticos que ahora me parecen simples, como de primer descubrimiento. Ahora estoy horadando más profundo en términos de encontrar hilos conductores, temas subterráneos, secretos, misteriosos, imágenes de un poder que me asombra a veces. Abordo la posibilidad de que pase que pudiera tener una visión del arte como la que tenían los escultores prehispánicos para quienes era una acción mística generar una obra. La acción formal y la acción de contenido eran una sola. Esa perfección que tiene que ver con el arraigo y el involucrarse con ciertas cosas es algo a lo que aspiro, a lo mejor me ido acercando un poco a eso. No es forzar una significación o tocar los temas del arte contemporáneo que, a mí, es lo que menos me interesa. Es encontrarme a mí mismo dentro de mi propia obra.

¿Te interesa en tus pinturas construir más planos cada vez?

Mi evolución pictórica, si la hay, es una evolución que tiene que ver con el discurso visual de lo que estoy diciendo. No es una cuestión técnica ni matérica, que sí la hay, pero la parte que me interesa desarrollar es el discurso visual, qué decir con la pintura, cómo tener más herramientas y más cosas para decirlo, volverla más compleja, jugar más fuerte con los diferentes elementos en escena.

¿Se trata de llegar al arte con la mirada del viajero?

Con la mirada del viajero, con la mirada del amante, con la mirada del que se ofrenda, del sacerdote de un rito o culto, con la mirada de alguien que conoce un secreto y no puede menos que señalarlo, darlo a conocer. Con la mirada de un portavoz. Los artistas que a mí me gustan son los que han logrado eso. Un artista como portavoz de voces ignoradas, ocultas, de lo que se tapó con tierra, con discursos. Pienso en Humboldt cuando pide que desentierren la Coatlicue: es dejar que las cosas hablen.

¿Qué es lo que no te interesa del arte contemporáneo?

El arte contemporáneo está muy involucrado consigo mismo y cuando eso pasa tiende a ser discursivo, retórico; tiende a estar muy intelectualizado. Prácticamente estamos hablando de hacer carrera en el arte contemporáneo, tienes que conocer el espíritu de la época. Ir en contra de eso, ahorita es jugársela más que nunca a nivel artístico.

La herramienta de la pintura es muy poderosa; yo no la escogí por rebelde, mi padre era pintor, yo pintaba desde niño, tengo eso en mi sangre antes de tomar decisiones. Todo mi trabajo es aprender a valorar herramientas que se construyeron durante 500 años, que son poderosísimas de discurso, de elaboración, de iconografía, hasta de técnica. Todo lo que he construido en pintura es una caja de herramientas fabulosa que ningún otro arte visual tiene, pero no es una elección mía, yo sería presumido de decirlo así, la vida me llevó a eso.

Se venden mucho tus obras, ¿El Estado mexicano ha comprado?

Creo que ha estado muy ocupado en su trabajo; el Estado mexicano no ha tenido interés en mi trabajo, sólo algunas becas del Fonca; la gente de la Secretaría de Hacienda ha tenido interés en hacer una colección que está empezando, cosa que agradezco.

En el siglo pasado el Estado México tuvo un gran papel en la cultura; no sé si ahorita sea labor del Estado comprar obra de los artistas contemporáneos, y viendo el panorama actual tampoco los culpo...

Mayor información: Daniel Lezama


REGRESAR A LA REVISTA