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Uno de los edificios del arquitecto. (Foto: Duccio Malagamba)
C iudad Juárez, Chihuahua, 7 de febrero 2012. (RanchoNEWS).- Si algo ha quedado probado es que a sus 78 años Álvaro Siza, el arquitecto actual que mayor consenso genera, no necesita sello. Y sin embargo se le escapa la firma hasta en sus proyectos más contenidos. Aun con ubicaciones y programas antagónicos, la disciplina, el respeto y la genialidad del portugués afloran en la fuerza de la idea original y en los detalles constructivos de sus nuevos edificios. Aunque éstos no se relacionen y se den la espalda en uso, intención y ubicación. Una nota de Anatxu Zabalbeascoa para El País:
Así, en el Campus Novartis que la empresa farmacéutica viene levantando en Basilea de la mano de muchos de los mejores arquitectos del mundo, Siza ha levantado un inmueble que combina la transparencia del vidrio, la solidez del hormigón, el orden cartesiano y la frescura de lo inacabado. Con tanta precisión maneja la escala que, de lejos, solo el brillo de lo nuevo revela que el edificio no ha estado siempre allí. Es un decir, porque allí todo es nuevo. El italiano Vittorio Magnago Lampugnani dibujó la nueva ordenación que transformaba una planta química en un centro de investigación que, como su vecino y predecesor Campus Vitra, concentra una de las mayores cantidades de arquitectos de fama mundial por metro cuadrado. Así, si junto a Siza, Frank Gehry, Moneo, Tadao Ando, Sanaa, David Chipperfield o Eduardo Souto de Moura ya concluyeron sus edificios, para 2012 se esperan inmuebles del holandés Rem Koolhaas y del español Juan Navarro Baldeweg.
Con estructura metálica y de hormigón y fachada de vidrio superpuesta, el edificio ofrece una cuadrícula ordenada en la calle y grandes espacios diáfanos al interior. Sus cinco plantas miran al río y, como casi todo el trabajo de su autor, dibujan un edificio disciplinado. Se trata de un edificio que obedece al lugar y hasta recrea su historia, pero presenta una idea de la medicina, y el trabajo, abierta, limpia y transparente. Es en esa transparencia interior, donde Siza se suelta y se permite recortar con telas u ofrecer paredes curvas. La idea no es anunciar el edificio al mundo. Se trata de acoger a quien llega hasta él.
Las bodegas para Quinta do Portal, cerca de Oporto, también podrían considerarse un edificio introspectivo y desde luego disciplinado. Sólo que, más allá de obedecer al paisaje de viñedos, el inmueble potencia, acota y hasta entrona el lugar. Todo el edificio, de estructura de hormigón, está recubierto con pizarra y corcho. Siza considera que es la arquitectura la que hace el paisaje y con este proyecto demuestra cómo el paisaje puede dominar la arquitectura y, a la vez, cómo puede también ser dominado por ésta. Así, el edificio recibe a los visitantes y catadores convertido en zócalo. En su cubierta, dos salas de paredes curvas sirven como auditorio y como sala de catas. Ese mirador se abre a los campos y al Duero y, a su vez, el paisaje queda modificado con la nueva montaña de pizarra y corcho que oculta las bodegas Quinta do Portal. Seguro que el nuevo inmueble busca atraer a un turismo enológico hacia la región, pero seguro también que los nuevos visitantes van a llevarse mayor recuerdo del lugar que de la arquitectura, que, disciplinada, elige dar un paso atrás para sorprender desde los detalles (de la fachada de corcho o las curvas de la azotea) y no desde el ruido de su presencia, apenas perceptible a unos kilómetros de distancia.
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