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Aitana Alberti, hija de Rafael Alberti y presidenta del Festival de Poesía de La Habana, durante la entrevista con La Jornada. (Foto: Mónica Mateos)
C iudad Juárez, Chihuahua. 23 de mayo de 2012. (RanchoNEWS).- La poesía es un arma cargada de futuro, afirma Aitana Alberti (Buenos Aires, 1941), poeta y presidenta honoraria del Festival del Poesía de La Habana, que comenzó el lunes en su edición 16, con la participación de cerca de 400 escritores provenientes de diversos rincones del mundo. Una nota de Mónica Mateos-Vega para La Jornada:
La hija de Rafael Alberti (1902-1999), uno de los poetas españoles más importantes del siglo XX, explica en entrevista con La Jornada que la palabra lírica «es una bandera de agitación muy importante, y me sorprende que los movimientos de los indignados no la hayan usado aún, que no se hayan parado a leer poesía, por ejemplo, en la Puerta del Sol, en Madrid, o en Londres, en Hyde Park, o en Wall Street, en Estados Unidos».
Poeta desde su adolescencia, afincada en la capital cubana dede 1984 gracias a la invitación de su colega Nicolás Guillén, Aitana ha trabajado todos estos años codo a codo con los autores de la isla en la difusión y el fomento a las letras.
Añade que en esta época, «tan espantosamente horrible para la humanidad, vivimos una etapa en que los jóvenes están quedándose sin futuro en muchos lugares. En Estados Unidos no pueden estudiar, porque tienen que pagar fortunas que quedan debiendo toda la vida; es una cosa trágica su porvenir. En este contexto, la poesía puede significar un refugio, pero no sólo eso, sino un arma de lucha, claro, aplicada en ciertos momentos, en ciertos lugares, en ciertas horas. La poesía es un instrumento muy tremendo y lo saben los gobiernos; por eso ha pasado que asesinan a los poetas, como ocurrió con García Lorca».
Veladas en plantaciones de tabaco
«En la Guerra Civil española –prosigue Aitana Alberti– la poesía tuvo mucha fuerza, y cuando estaba la guerra en Irak hubo un movimiento poético en contra muy difundido. Por eso, en los jóvenes indignados de hoy está el decir ‘yo me paro en esta barricada y digo el poema justo’. Hay que saber qué se va a leer, qué se va a cantar».
Considera que en Cuba la poesía está muy bien plantada, respira con tanta hondura y amplitud porque existe gran voluntad política. Aquí quizá no haya dinero, pero las instituciones ponen todo en favor.
En el Festival de Poesía de La Habana ocurren diversos acontecimientos que son la envidia de quienes vienen de otros países, por el enorme amor a la literatura que reflejan, desde la entrega del premio Rafael Alberti, en reconocimiento a la obra de toda una vida, hasta veladas en los lugares más insospechados, como plantaciones de tabaco.
El encuentro de este año incluye también una lectura planetaria dedicada al desagravio de los poetas Pablo Neruda, Rafael Alberti y Miguel Hernández. Sucede que en algunas localidades de España, con el arribo al gobierno del Partido Popular, se ha cambiado el nombre de esos escritores que tenían calles y recintos.
«Fuerzas oscuras pretenden aniquilar la memoria y vulnerar la belleza en el corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, al suprimir nombres a teatros, calles, monumentos y plazas. ¿Es que creen que pueden borrar a Rafael Alberti de la historia quitando su nombre del teatro de Huércal Overa, en Almería? ¿O que pueden expulsar a Pablo Neruda de su calle en Villamayor de Calatrava? ¿O cercenar la recia ternura de Miguel Hernández suprimiendo su nombre de una calle del pueblo granadino de La Zubia?, dice la declaratoria del encuentro poético.»
Añade que esos poetas «y otros tantos luchadores por la dignidad y la justicia, en el mayor decoro de la palabra, no podrán ser silenciados ni borrados por fuerza alguna que, pretendiendo vaciar de contenido las palabras más queridas, intentan escamotear al pueblo el fuego que les pertenece por derecho propio.
Es cierto, continúa Aitana, que en la isla hay muchos problemas. «Cuba no es un paraíso, sería una tontería pensarlo, pero existe algo básico: el hecho de que quien quiera manifestarse en el ámbito de la cultura lo puede hacer, sobre todo en el mundo de la poesía, esa nube misteriosa que no se puede definir. Y no me refiero sólo al poeta profesional, que publica libros, que escribe de manera constante. También las personas comunes están dentro de la poesía, pues aquí ésta no es una burbuja. En todos los barrios y provincias hay tertulias, lugares donde se lee. Con el festival no inventamos o creamos esos espacios, ya existe la infraestructura; lo que hacemos es ir a visitarlos con nuestros invitados poetas del mundo. Los cubanos están acostumbrados a escuchar poesía y eso es algo especial. Hace poco fui a España a presentar un libro de mi madre (la también poeta María Teresa León); se llama Contra viento y marea, una edición bella, pero si había 25 personas era mucho, ¡en una universidad! Los organizadores estaban avergonzados. Aquí la poesía no es un adorno; hay gran afición por ella, incluso muchísimos concursos se han tenido que reducir, porque era algo ya de locos. Uno de los factores para que ocurra esto es la educación que se da desde niños. En la montaña hay escuelitas con cuatro alumnos, pero les empieza a llegar la literatura. Si a los pequeños les toca la suerte de tener un profesor inclinado por la letras, pues el interés será mayor, y quizá algunos tengan el don misterioso de la poesía. El reto del festival es que cada vez más personas tengan acceso a esta cosa tan rara que es la poesía, que conozcan lo consoladora que puede ser».
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