.
Carlos Fuentes. (Foto: Mónica González)
C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de mayo de 2012. (RanchoNEWS).- Saber cuál es la novela más leída de Carlos Fuentes resultaría harto complicado, sobre todo por la renuencia permanente de las editoriales a ofrecer números de un libro, pero sin duda entre las primeras estaría Aura, esa novela breve que en la edición conmemorativa de Era no pasa de las 80 páginas y que, sin embargo, es considerada una de las joyas literarias en la bibliografía del escritor recientemente fallecido. Una nota de Jesús Alejo Santiago para Milenio:
Ediciones Era preparó una edición conmemorativa de la novela, en la que se incluyen 10 estampas creadas especialmente para el volumen por Vicente Rojo, quien también se encargó de la parte de diseño de la primera edición de la novela breve: «un clásico», en palabras de Ignacio Padilla.
«En términos históricos, Aura incorpora con toda la fuerza de la ley literaria la gran tradición de la literatura gótica anglosajona a la boyantísima literatura latinoamericana de los años 50 y 60: con Aura se incorpora el neogótico a la literatura más importante en español del siglo XX: los relatos de fantasmas, el erotismo, lo que hay del otro lado, la subversión y la perversión».
Desde la perspectiva del escritor, en términos estilísticos hay un planteamiento casi pirotécnico, como es el uso de la segunda persona del singular: «Un reto que por simple eufonía es prácticamente imposible de novelar, de ahí que Aura tenga por fuerza que limitarse a ser una nouvelle. Estilísticamente es un portento y, además, es irrepetible».
Jorge F. Hernández cuenta que poco antes de la muerte de Fuentes, durante una cena éste le compartió los orígenes de una novela que tiene parentescos con Los papeles de Aspern, de Henry James, y La cena, de Alfonso Reyes.
«Él sostenía que en París, luego de haber estado con una mujer hermosa, al levantarse y pasar de una habitación a otra por debajo de un foco, Fuentes la vio transformada en una anciana. Ese fue el origen, la idea primera que lo obligó a irse a un café y durante los primeros 10 días estar escribiendo a mano lo que fue la primera versión de Aura», recuerda el colaborador de Milenio.
Una tradición, un clásico
Hernán Lara Zavala define Aura como un relato fantástico en donde los tres personajes entran en un juego de espejos y reflejos en el tiempo: se duplican y se simplifican, aparecen y desaparecen, se hacen jóvenes y se hacen viejos.
«Felipe Montero se convierte en una especie de prisionero de las dos mujeres y de sus historias, pues una vez que pone pie en el departamento ya no logra salir, como en El ángel exterminador, de Buñuel, y sucumbe a ellas. Pero la metáfora sustancial es de tipo barroco: juventud, amor, vejez y muerte están más cerca de lo que imaginamos».
Para la poeta y narradora Carmen Boullosa, Aura forma parte de una tradición que ha dado joyas excepcionales en las letras mexicanas, «si bien Aura está ligada más a la literatura anglosajona y aunque es una novela fechada –la voz del narrador, el yo que se mira a sí mismo en el momento de actuar, el tono y el timbre–, hoy cualquier lector joven puede clavarle el diente».
De acuerdo con el crítico literario Ignacio Trejo Fuentes, uno de los principales valores de Aura es exhibir una gran técnica narrativa con un tema riesgoso, como el de lo sobrenatural relacionado con el amor y la necesidad o el deseo de perpetuar la existencia.
«Su espléndido uso de la segunda persona narrativa, que es una de las más difíciles. Cuando publicó Aura, Fuentes estaba consciente de que el tema a tratar podía parecer no sólo perturbador, sino anquilosado y anacrónico; su gran hallazgo técnico fue hablarse a sí mismo: el narrador se habla a sí mismo, no se dirige al lector específicamente. Es un gran truco».
A medio siglo de su aparición, Aura aún despierta interés entre los lectores y exige nuevas lecturas; un clásico finalmente es eso, explica Ignacio Padilla: un libro que puede estimular o aterrar a un muchacho de bachillerato y hacer lo mismo, por razones distintas, en un hombre o una mujer en plena madurez intelectual. Si a eso añadimos la brevedad del texto, podemos atribuirle un mérito absoluto de clásico.
La polémica de una novela
Aura es una obra que no ha estado exenta de polémica, como cuando un secretario de Estado durante el gobierno de Vicente Fox –Carlos Abascal– se molestó porque en la secundaria en la que estudiaba una de sus hijas se había dado a leer, lo que consideró impropio por el lado erótico presente en la novela: mejor publicidad no pudo tener, como reconoció el propio Carlos Fuentes.
Pero quizá la parte más polémica se refiere a su vinculación con Los papeles de Aspern, de Henry James, con la que Aura tiene muchos puntos de coincidencia en la anécdota de ambas obras; sin embargo, hay diferentes aspectos que marcan sus diferencias, como explica Hernán Lara Zavala.
«Aura está, qué duda cabe, emparentada con la novela de James, pero tiene un tratamiento muy diferente y posee, además, otras influencias y referencias literarias y transcurre en el mundo mexicano, con lo que se convierte en una obra completamente distinta en su mitología, en su intención y en su desenlace».
REGRESAR A LA REVISTA