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El escritor español. (Foto: Alberto Sáinz)
C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de febrero de 2013. (RanchoNEWS).- El escritor recogerá el Premio Jerusalén a pesar de la carta abierta en la que un grupo de intelectuales solicita que lo rechace porque avalaría la política del Gobierno de Israel. Una nota de Marta Caballero para El Cultural:
Punto primero, Antonio Muñoz Molina recogerá el próximo día 10 el Premio Jerusalén que se le ha concedido por su condición de escritor. Ni un solo instante lo ha dudado. Cargado de trabajo y de camino a la New York University, donde imparte clases, pero con el ánimo sereno que le distingue, ha charlado unos minutos con El Cultural acerca de la carta abierta en la que un grupo de intelectuales le instaba ayer a rechazar este galardón que, cada dos años, se concede a un autor en cuyo trabajo haya destacado la lucha por la libertad. Los firmantes del documento son Stéphane Hessel, Roger Waters, Ken Loach, Paul Laverty, Luis García Montero, John Berger, Alice Walker y Breyten Breytenbach. En el texto, y en calidad de personas que se dedican «a la literatura, el arte y la cultura, comprometidas con la defensa de la paz y la justicia», solicitan al autor de Sefarad que cancele su viaje. Muñoz Molina quiere contestarles como presume de haber hecho toda su vida, con hechos:
Un premio consiste en las personas que lo han recibido y en la lista de este premio hay gente a la que no se le puede acusar de cómplice contra la libertad precisamente. Yo no tengo por qué boicotear a un país en el que se hacen cosas valiosas, que tiene derecho a disfrutar de la seguridad internacional. A Ian McEwan le pasó algo parecido y decidió aceptar el premio. Yo también lo aceptaré por razones sencillas, porque Israel no es sólo la política de los gobiernos, hay allí mucha gente luchando por la paz y por una sociedad democrática. No es un bloque de colonos ultra ortodoxos. Al contrario, Israel tiene una sociedad civil activísima y una extraordinaria cultura literaria con composiciones éticas que no tienen nada que envidiarle a las España o a las de cualquiera.
En cuanto al posicionamiento de los firmantes de la misiva, que se erigen en defensores de los derechos de los ciudadanos palestinos, Muñoz Molina reconoce que respeta más a quienes han hecho lo propio dentro de Israel: «Son muchísimos, el más conocido es David Grossman pero hay muchos más. En Israel existen asociaciones no gubernamentales que trabajan por esos derechos y escuelas en las que se educan muchos niños de ambas culturas», opone el escritor, que confiesa que ni se acordará de este asunto en el discurso del premio ni les contestará con otra carta porque cada cual es responsable de lo que dice:
Yo respondo con mis actos, con lo que hago en mi trabajo, con el discurso que dé cuando reciba el premio, un reconocimiento que aprovecho para demostrar mi solidaridad con las personas que están luchando por los derechos internacionales. Éste es un premio literario que da una feria internacional del libro y debo agradecer las cosas como escritor. Se lo agradeceré a las personas que forman parte de un país con una gran cultura lectora, con una riqueza de literatura traducida incomparable, y mucha española. Hay pocos lugares del mundo en los que te encuentres tanta riqueza de traducciones.
Preguntado por las palabras con las que los solicitantes se despiden de él en la carta («porque estamos convencidos de que comparte esta visión», se lee), Muñoz Molina determina que este es un juicio muy discutible: «Es como si te dan un razonamiento teológico y luego te dicen que si no haces tal cosa, te vas a condenar», ejemplifica antes de continuar: «Yo tengo respeto a los que firman la carta, a algunos más que a otros, pero tengo muy clara mi defensa de los valores democráticos. Igual que defiendo el derecho de las personas a meterse conmigo. Pero, a la vez, tengo derecho a solicitar que se examinen los argumentos y las líneas de razonamiento».
Finalmente, más allá de la polémica, el autor vuelve a sus firmes razones para defender el galardón: «Conozco y admiro a muchos escritores israelíes de una calidad moral y política y de una independencia de criterio que ya me gustaría que tuviéramos en nuestro país. Y yo estoy con esa gente, con aquellos que están defendiendo los derechos de los palestinos como los firmantes de la carta y los están defendiendo allí, con riesgo para su estabilidad personal y de que les caiga un cohete disparado desde el otro lado de la frontera. Esto es muy serio». Hoy, en su blog, el escritor redactaba una «Carta para mí mismo» en la que 'se olvidaba' de mencionar el incidente salvo por la indirecta del título. Escribía de una mañana de lunes en Nueva York, de los músicos del metro de la ciudad, de Fats Waller. Le dejamos en ese trajín, de camino a la Universidad.
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